Texto publicado por Rody Armando Mora
Pensamientos Incorrectos - Sexo sin reglas (Por Rolando Hanglin).
Por Rolando Hanglin. Para LA NACION.
Hace un millón de años, el hombre (Homo sapiens) se implantaba en el planeta con buen pronóstico, alternando con el hombre de Neandertal y otros competidores,
unos más cerca del mono, otros definidamente humanos. El hombre primitivo, también conocido como troglodita, cavernario o miembro del Pleistoceno, prosperó
a partir de la horda, primera agrupación de seres humanos.
Para que una horda pudiera sobrevivir en el tiempo, debía contar con un mínimo de 20 individuos. De lo contrario, en poco tiempo las generaciones se agotarían
a causa de las enfermedades y circunstancias climáticas adversas. Por lo tanto, aquella tribu elemental contaría con 20-70 individuos. No sabemos si entre
ellos habría un "jefe", o cacique o presidente. Nos consta que, en las sociedades primitivas, el jefe era generalmente un hombre que resultaba designado
a los efectos exclusivos de una guerra. No tenemos la menor referencia sobre la estructura de una familia en aquellos tiempos: lo más probable, se nos
ocurre, es la familia nuclear integrada sólo por una hembra y su cría. ¿Quién era el padre de aquellos hijos? Lo ignoramos. ¿Lo sabían ellos? Aparentemente,
no, ya que los hombres del Paleolítico desconocían la relación entre el acto sexual y la preñez de la hembra. O al menos, esto es lo más aceptado por los
paleoantropólogos. Porque, naturalmente, ninguno de nosotros alternó con una familia de trogloditas verdaderos.
De allí venimos a representar la imagen del hombre primitivo. Un grupo de machos, hembras y criaturas refugiándose en las cuevas -que debían disputar a
osos y hienas- durante el invierno, y bajando a los llanos en el verano, en busca de presas tan fáciles como el rinoceronte lanudo o el mamut.
Durante los siglos, hombres y mujeres han sostenido una visión diferente del sexo, y especialmente de los encuentros sexuales sin compromiso
Se supone que, en aquel entonces, el sexo habrá sido libre y promiscuo. Un macho se sentía atraído por una hembra y, sencillamente, la tomaba. Según las
historietas, le asestaba previamente un garrotazo en la cabeza. Según esta figuración, el primer acto sexual entre humanos habría sido una violación. Tal
vez haya algo de esto. El que haya criado perros, sabrá que el encuentro entre macho y hembra tiene todas las características de un combate. Hasta que
ella, después de mucho morder, tarasquear, sentarse y rabiar, acepta ser violada.
Es cierto, nosotros no somos perros.
¿No somos?
En fin. Después de siglos de cultura, de matrimonios morganáticos, del casamiento cristiano monogámico, del matrimonio islámico poligámico, del matrimonio
mormón, el sistema de los araucanos, el de los esquimales que ofrecían su esposa al huésped para pasar el frío de la noche; después del divorcio, el matrimonio
homosexual, la comuna hippie y las diversas comunidades de tono místico o solamente sexual, nos acercamos al año 2020 con una nueva tónica. Lo que está
ocurriendo, actualmente, es el sexo "casual", esto es: la relación ocasional con una persona de la que no sabemos, siquiera, cómo se llama. Ninguna perspectiva
de futuro, sólo el momento. Hay sistemas en Internet que vinculan a casados con casadas, sin otro fin que pasar, juntos, un buen rato. Y sitios de solos
y solas. Y boliches especializados. Y gente que se sabe las contraseñas. Y otra gente que, sin saber nada, practica el sexo casual porque así aconteció:
de casualidad.
En esta nueva modalidad cada vez más común, las personas no saben nada sobre su acompañante de ocasión. No les interesa.
Los académicos están estudiando todo esto, que acontece, aparentemente, en la generación joven: de 15 a 30 años. Nos sentimos inclinados a acotar que la
generación "no-joven" (de 30 a 70 años) es hoy día mucho más numerosa, pero a nadie le interesa lo que haga o deje de hacer, con quién se besa o con quién
se acuesta. Pero esto es otro tema. El problema radica en que, estudiando lo que hacen los jóvenes de 25 años, a lo mejor se establece un pronóstico disparatado
sobre lo que será la humanidad del futuro, seguramente manejada por hombres y mujeres de 50-70 años, como siempre lo ha sido.
Dice el psicólogo americano Jesse Owen: "El sexo casual se define por la falta de expectativas de futuro colocadas en la relación. Sólo los varones reportan
satisfacción después del hecho. Las mujeres, culpa y confusión".
¿Verifican hechos o intentan establecer una moral?
Un hecho: durante los siglos, hombres y mujeres han sostenido una visión diferente del sexo, y especialmente de los encuentros sexuales sin compromiso.
Para ella, haber vivido una experiencia de estas no es un buen antecedente.
En general, los hombres declaran su pasado de encuentros casuales, mientras que las mujeres prefieren no hablar de ello.
En la publicación "Archives of Sexual Behavior", los académicos Robyn Fielder y Michael Carey aseguran que la actividad sexual casual (o promiscua) provoca
estrés en las mujeres. El lector se preguntará: ¿Cuántas mujeres lo confesaron, en qué circunstancias, en que países, a qué edad? Es una duda que inspiran
muchos estudios académicos: ¿Los señores Fielder y Carey verifican hechos o intentan establecer una moral?
La canadiense Maryanne Fisher y su equipo describen, en la mujer, sentimientos de culpa y disgusto después de un encuentro sexual con un desconocido, o
varios. Finalmente: la profesora de psicología Elizabeth Paul y su equipo aseguran que los encuentros sexuales promiscuos son más frecuentes entre quienes
tienen baja autoestima. Por supuesto, también aquí la autoridad nos resulta cuestionable.
Hay un estudio bastante completo, realizado sobre 4000 encuestados, por las universidades de California, Miami, Monterey Bay, Michigan, Texas, South Dakota,
Connecticut y el departamento de Psicología del Smith College. Según indican, los estudiantes universitarios que han participado en encuentros sexuales
ocasionales presentan niveles más bajos de autoestima, satisfacción y felicidad que aquellos que no lo hicieron. El sexo casual fue asociado también con
angustia, ansiedad y depresión. Hasta aquí, todos los estudios se han efectuado en el ambiente universitario americano, lo cual no deja de corresponder
a un tipo humano específico.
Nuestros mayores nos decían que determinada conducta era -sencillamente- inmoral porque sí
Vamos a la Argentina. Una encuesta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer entre alumnos de escuelas secundarias de la ciudad de Buenos
Aires, entre 2005 y 2011, demostró que el 11% de los varones y el 8% de las mujeres se han iniciado sexualmente con parejas eventuales, es decir, sin compromiso.
La doctora Mabel Bianco, del FEIM, asegura que en las famosas "previas" existe un difundido consumo de alcohol y drogas, en cuyo contexto es lógico que
los jóvenes se descontrolen. Al día siguiente, es razonable que no recuerden qué hicieron y con quién.
Hasta aquí, las investigaciones y tendencias académicas.
Punto de vista personal: antes, nuestros mayores nos decían que determinada conducta era -sencillamente- inmoral porque sí, porque "te lo digo yo, que
soy tu padre o tu madre". Ahora, nos aseguran que determinada conducta es "displacentera" porque lo verifica la Universidad de Michigan, tras una confesión
masiva de 4000 alumnos.
En realidad, el sexo libre (o promiscuo, o casual) anda suelto por la calle. Tal vez las religiones, o las familias, puedan decir algo al respecto. Las
encuestas, no.
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