Texto publicado por Rody Armando Mora
EL HOMBRE SIN ROSTRO.
Años atrás, un hombre muy trabajador decide llevar a su familia desde New York hasta Australia, en busca de una mejor oportunidad de ingresos. Los de la
familia eran dos jóvenes muy apuestos, uno de ellos pretendía ser trapecista en un circo y el otro quería ser actor. Este ultimo, mientras esperaba una
oportunidad, trabajaba en los puertos locales situados en las peores zonas de la ciudad.
Una noche de regreso a casa, el joven fue asaltado por 5 bandidos. Él se resistió a entregar su dinero y fue agredido: lo patearon hasta deformarlo, le
desgarraron el rostro, lo golpearon brutalmente por todo su cuerpo. Cuando finalmente fue encontrado por la policía tirado en la calle, lo consideraron
muerto y llamaron a la funeraria. En el trayecto un policía pudo ver que el joven hacia un intento por respirar y fue llevado de inmediato al hospital
de emergencias mas cercano.
Fue horrible la impresión recibida por el equipo medico al verlo y constatar que aquel joven ya no tenía un rostro. Sus ojos estaban desgarrados, su cráneo,
piernas y brazos fracturados, su nariz estaba literalmente perdida en su cara, todos sus dientes completamente partidos y su mandíbula desprendida. Pero
ahora se tenía que trabajar por salvar su vida. Permaneció cerca de un año en el hospital y cuando salió su cuerpo estaba recuperado, pero su rostro era
repulsivo de ver. Ya no era aquel joven hermoso al que todos admiraban.
Cuando empezó a buscar trabajo, siempre era rechazado por su apariencia física. Un empresario le sugirió que participara en un espectáculo de circo, su
nombre seria:
“El Hombre Sin Rostro”.
El ejerció este trabajo durante un tiempo, pero seguía sintiendo el rechazo de las personas, nadie quería ser visto con él y llegó a pensar en la muerte.
Lucho con esta situación durante casi 5 años. Un día caminando entró a una Iglesia, pensando que allí podría alcanzar algún alivio. Vio al sacerdote orando
y él entonces inclinó su cuerpo y también se puso a rezar.
El sacerdote al verlo, piadosamente lo levantó y lo llevó a la sacristía para conversar, estaba tan impresionado que decidió hacer todo lo posible por
ayudarlo a recuperar su dignidad y su vida. El joven comenzó a asistir a las misas y a comulgar con frecuencia, siempre agradecía y pedía a Dios que le
diera su paz espiritual y la gracia de ser un mejor hombre día a día.
Después de un tiempo, el sacerdote por medio de influencias personales logró conseguir los servicios médicos del mejor cirujano estético de Australia y
sin costo alguno.
El cirujano estaba impresionado con el joven por todo lo acontecido en su vida, el era una gran muestra de fortaleza y amor. La cirugía fue un milagro,
pues se dispuso para él de los mejores servicios médicos. El joven empezó a cumplir todas las promesas hechas a Dios. También fue bendecido con una bella
esposa, varios hijos y grandes sucesos profesionales.
¿Quieres saber quién es este joven?
Mel Gibson
El resto de la historia ya la sabemos, su vida fue inspiración para
la película cinematográfica: “El Hombre Sin Rostro”.
Él es admirado por todos, como un hombre entregado a Dios y un gran ejemplo de coraje sorprendente. Somos muchos los que no conocíamos esta historia, que
por cruel y triste, al final nos muestra la grandeza del amor y la fe, y no deja de ser un relato muy gratificante.
El sacerdote que en aquel momento ayudo a Mel Gibson, fue apenas un instrumento usado por Dios para su recuperación y todo cuanto le sucedió. Dios tiene
preparado el instrumento para cada uno de nosotros, porque Dios es el amor y la justicia, si confiamos en Él.
Confiemos en Dios… que para Él nada es imposible.
SALUDOS