Texto publicado por Rody Armando Mora
vivir con pasión cada momento
Si bien es cierto que la vida cotidiana no tiene muchas veces nada de excitante, pues está hecha de repetición y rutina, podemos meter pasión a todo lo que hacemos y convertir la rutina en una aventura fascinante. Porque somos seres cotidianos, debemos asumir con responsabilidad nuestros quehaceres diarios, pues en ellos podemos crecer como personas y podemos también echarnos a perder. En el hacer de cada día crece nuestra responsabilidad o aumenta nuestra desidia o abandono; cuidamos nuestra dignidad o nos perdemos en la mediocridad; nos inspira y alienta el amor o actuamos desde el resentimiento o la indiferencia; nos dejamos arrastrar por la superficialidad o enraizamos nuestra vida en lo esencial.
La grandeza de una vida no radica tanto en los actos sublimes o heroicos ni en las grandes palabras que proclamamos, sino en la ilusión y entrega con que asumimos nuestras obligaciones y en el servicio sencillo y generoso que prodigamos cada día a los demás. La vida cotidiana no es, en consecuencia, algo que hay que soportar para luego vivir algo transcendente. Es en la normalidad de cada día donde se decide nuestra calidad humana. Ahí se fortalece la autenticidad de nuestras decisiones; ahí se purifica nuestro amor a las personas; ahí se configura nuestra manera de pensar y de creer. Todo lo que nos ocurre puede convertirse en escuela y oportunidad de crecimiento. Lo decisivo es el arte de actuar día a día de manera positiva, sana y creadora.
Proponte vivir cada momento de tu día con intensidad, lleno de entusiasmo y vida No te angusties por el pasado que ya no lo puedes cambiar, ni por el futuro, siempre incierto, que todavía no ha llegado. El secreto de la vida consiste en vivir intensamente cada momento y disfrutar lo que somos y lo que hacemos. Por lo general, la gente se la pasa posponiendo el disfrute y la plenitud de sus vidas: “cuando me gradúe, cuando me case, cuando vengan los hijos, cuando cambie de carro, cuando consiga el nuevo trabajo, cuando me asciendan, cuando obtenga el doctorado, cuando me jubile…” Y así se les va la vida sin haberla vivido. Viven entre la nostalgia de lo que fue y la ansiedad de lo que será, sin disfrutar el presente. No aplaces la felicidad: elige ser feliz ya, como lo sugiere el famoso músico y pianista Arthur Rubinstein: “la mayoría de las personas tienen un concepto poco realista de la felicidad y dicen: sería feliz si fuera rico, si tuviera salud, si ese ser me amara…Si…Luego, al alcanzar un objetivo, descubren otro “si”. Yo, por mi parte, amo la vida incondicionalmente”.
Cuando le preguntaron a Santa Teresita de Jesús cómo se las ingeniaba para vivir siempre tan alegre en medio de tantos problemas y sufrimientos, la santa respondió con sencillez: “Es que yo sólo vivo un día cada día. Y no hace falta ningún heroísmo para vivir con alegría y en paz las pocas horas que tiene el día”.
Hoy puede ser un día diferente y pleno. De ti depende vivirlo o dejarlo pasar. El tiempo transcurre y no nos espera ni vuelve. La vida continúa su marcha implacable y lo único que podemos hacer es aprovechar al máximo el momento presente. Es ahora que podemos generar los cambios que deseamos y construir un mundo nuevo. Es ahora que podemos tomar el control de nuestro destino. Es ahora que podemos amar, ayudar y servir. Hay que apostar todas las energías al presente, sabiendo que en él estamos construyendo o dejando de construir el futuro que soñamos. Hoy podemos defender la vida o debilitarla. Pon corazón en todo lo que haces. Busca la excelencia en las actividades que emprendas y supera la mediocridad y las medias tintas.
Antonio Pérez.