Texto publicado por SUEÑOS;

inteligencia del alma:

TERNURA

En las palabras se refleja el talento y en las miradas, el alma. Simone
de Beavoire.

Dirigido a tí.

Cuando hablas y dices cosas tan bonitas acerca de la vida y de todo
aquello que te pasa, siento admiración por tu lucidez y por tus formas
mentales tan bien cultivadas. Cuando me cuentas lo que descubres con tus
propias antenas de ver el mundo y entender lo que a éste le ocurre,
siento el poder de tus talentos que corre vigoroso por las neuronas de
mi alma.

Cuando pones letra a la música y cuando explicas tan agudamente lo que
muy dentro nos pasa, sentimos la grandeza de entender la vida y abrir la
mente a ideas expandidas y sensatas. Cuando en tus palabras pones la luz
que necesitan mis sentimientos, a veces confusos por contradicciones
internas, siento que eres un regalo que muestra las diferencias y separa
el grano de las pajas.

Cuando te expresas sinceramente e inventas palabras nuevas, siento el
reconocimiento de tu mente, siento tu sutil poder sobre las tinieblas.
Cuando me acaricias con tus palabras dulces y sedosas y me regalas
susurros que me recuerdan la dimensión celeste de la existencia, te doy
las gracias por saberme decir lo que un día soñé y que ahora, al nacer,
serena mi alma.

Tus palabras son seguras, hermosas y bien calculadas... sin embargo,
cuando me miras en silencio, cuando posas en mis ojos tu mirada... todo
se detiene atento, hasta las estrellas del cielo parecen paralizar su
marcha. Cuando miras mis pupilas y mantengo tu mirada, se abre un abismo
infinito que me conmueve y arrastra.

Cuando contemplas una flor recién abierta o la mano arrugada de la
anciana, siento tu grandeza, te reconozco como amor y percibo que has
hecho un gran camino con el alma desnuda y descubierta. Cuando
contemplas al que sufre, cuando enfocas al que goza, veo algo más en ti,
veo tu sabiduría ecuánime, descubro al ser que volvió a la luz
atravesando las sombras.

Cuando miras al infinito y te abstraes en las blancas arenas de las
playas, descubro la inmensidad que resuena en lo profundo de mi alma. No
es tu talento lo que ahora me conmueve, no es tu excelencia lo que ahora
me impresiona. En realidad, es el rostro de todos los inocentes y la
llamada de la ternura suprema. Algo tan inefable como misterioso que
brota desde lo más profundo del alma.

En tu silencio está el poder de mover las estrellas de mi pecho y de mi
cara. Cuando miras con tanta consciencia lo que tu mente proyecta,
parece que desnudas de ropajes superfluos todas las cosas que para
protegerse se adornan. Tu mirada es el camino energético que los seres
del Universo recorren para llegar al Profundo, y ya conscientes, vuelven
a casa.

En realidad... tu mirada basta.

37.- Ternura. En este día tan hermoso, recibiré toda el afecto, cariño y
simpatía y la gente sentirá que la estimo.

José María Doria.