Texto publicado por Rody Armando Mora

Sé crítico de la conducta no del niño.

En medio de una pataleta, lo único que sirve es decirle: "cuando te calmes te escucho, antes no".
 
Su hijo se porta de manera inaceptable, sé crítico de la conducta no del niño.
La próxima vez que sus hijos se porten mal, tenga claro qué va a hacer.
Piense en una estrategia clara, ya sea porque los niños se pelearon o tuvieron una pataleta.
Los conflictos se deben solucionar, por ejemplo, diciéndoles a los niños, cuando tengan una sola versión de lo que pasó, que vuelvan a contarla.
Generalmente no pueden hacerlo pues es imposible ponerse de acuerdo.
Es una excelente estrategia porque así el padre no se ve obligado a ser el árbitro y ellos terminan por solucionar el conflicto.
 
Las pataletas se manejan no prestándoles atención. Lo único que sirve es decirle al niño “cuando te calmes te escucho, antes no”. El padre debe entonces
retirarse. Sin audiencia, la pataleta se acaba mucho más rápido, y si nadie les presta atención, terminan por acabarse.
 
No utilice la palabra “no” en exceso, ya que con el tiempo perderá credibilidad. Diga “no” solo cuando toca.
 
No tomen en serio la hostilidad de un hijo cuando dice cosas como “odio a mi mamá”. Están furiosos y no saben lo que dicen.
Ponerse bravo con los padres es necesario para crecer.
No aumente la situación gritando. Váyase y déjelo.
Después exíjale una disculpa y dígale que usted sabe que él o ella en realidad no lo odia sino que es producto de la rabia.
 
Si su hijo se porta de una manera que usted considera inaceptable, sé crítico de la conducta, pero no del niño.
Diga algo así: “eso que dijiste es feo y no me gusta”, en vez de decir “tú eres un niño grosero y maleducado”.
 
Es muy importante elogiar los esfuerzos de nuestros hijos, no solo sus logros.
Es crucial no compararlos con los hermanos o compañeros.
Si usted alaba el esfuerzo, el niño se motivará y hará las cosas cada vez mejor.
 
Nunca los rotule con etiquetas negativas ni positivas.
Decir cosas como “eres el más necio de esta casa” o “eres el mejor de todos en música” no fomenta el crecimiento, ni les permite asumir riesgos.
Quedan pegados a estos rótulos y les es difícil siempre ser el mejor o dejar de ser el peor.
 
Haga esfuerzos reales para que su hijo socialice.
El estar con otros niños le ayuda a desarrollar buena inteligencia social, y es un excelente predictor del éxito futuro.
Saber cómo interactuar bien en grupos va a ser muy importante en este siglo.
Los niños que no sepan colaborar con otros se verán aislados muy rápidamente.
Invítele amigos, llévelo al parque, a dar una vuelta a la manzana, a fiestas y a los partidos.
Permítale incluirse con los niños de sus vecinos. esta convivencia les ayuda a moldear el comportamiento.
No olvides que son niños. No lo haga un adulto grande.
Por tanto, déjelo que hable como niño, que piense como niño, y no como tu quieres y crees que debe hablar y pensar.
Tus rabietas son tuyas.
No las proyecte en el niño, solo por mostrar que eres un padre o madre ejemplar.
La naturaleza es sabia y, cada uno madura cuando es su momento indicado.
Recuerda que por más que sea tu hijo_a, es sobre todo una persona que merece respeto, y empieza por dejarle crecer sin miedos, permitiéndole que explore
y viva su época de niño.
Al igual que tus rabietas, tus miedos, complejos y demás alimañas de tu mente, son tuyas, no las inserte en la vida y menos en la mente de tu hijo_a. 
Fomentar la interacción social también mejora la capacidad de comunicar y le hace sentir pertenencia a un grupo, lo cual fortalece la autoestima.
 
En lo posible, introduzca la tecnología en la vida de sus hijos después de los 6 años, pues les quita oportunidades de socializar.
La tecnología en el hogar debe tener límites y debe ser monitoreado por los padres.
Es fácil caer en la tentación de permitirles estar conectados a toda hora.
Esto, como todo exceso, hace daño.
Desarrolle la costumbre usted también de no vivir pegado al celular o computador, para así darles atención exclusiva a sus hijos.
 
Con los adolescentes
 
Con los adolescentes, todo en la crianza se vuelve más pesado.
Toca adaptarse a los cambios emocionales a los cuales estén sujetos dado el bombardeo hormonal.
Pasan de niños a comportarse como adultos jóvenes. Cuando se comporten como niños toca asumir una actitud firme y amable.
Al portarse como jóvenes en formación toca tratarlos como tal y hablarles como se haría con un joven mayor.
Hay que adaptarse al adolescente y prepararse para cambiar el estilo de crianza dependiendo de la situación.
Una regla de oro es permitirles explorar el mundo, y para eso se necesita algo de independencia (aunque sea supervisada).
 
Ellos necesitan experimentar y aprender de sus errores.
No sea muy permisivo, pero tampoco sobreproteja.
A los adolescentes les encantan los elogios, por lo que son tan inseguros.
Un buen padre de adolescente debe darle un reconocimiento por todo aquello que hagan bien.
No es tema fácil, pues a esta edad cometen muchos errores.
Rescaten lo que puedan y esto fomentará una mejor relación.
 
Tenga límites claros con consecuencias positivas y negativas que tiene que cumplir, pues el adolescente pone a prueba estos límites.
La idea es que los padres tengan credibilidad siempre.
Por último, atrévase a ser _impopular_ con su hijo y haga lo que toca.
Si no llegó a tiempo la noche anterior, pierde el privilegio de salir hasta esa hora.
Los privilegios, como todo se ganan o se pierden.
No se desesperen, sus hijos pronto crecerán.
 
Pedro José Castellanos Ayala.
EDUCADOR