Texto publicado por José Luis Rios

Fotógrafos ciegos: luz en las tinieblas

Manuel López.- Ruth Wunsch es una señora alemana que va camino de los 82 años y confiesa disfrutar de una vida llena de colorido a pesar de su ceguera, que no le impide llevar a cabo un ritmo de actividades que cuesta suponerle a una mujer invidente, como es ir al teatro, viajar, escribir… y hacer fotos. Mantiene un blog muy activo, Die Blindgängerin, “La que se quedó ciega”.

En su crónica de hoy recuerda 50 años después con la precisión de una secuencia cinematográfica de acción su vivencia de las terribles inundaciones 50 años en febrero de 1962 la costa alemana del Mar del Norte con vientos huracanados de hasta 200 kilómetros por hora y que dejó a la ciudad de Hamburgo anegada bajo dos metros de agua tras los desbordamientos del Elba y el Weser y que costaron 340 muertos y 60.000 desplazados.
La belleza de la vida

“En cualquier caso”, escribe, “el recuerdo del tsunami, lo mismo que el de veladas agradables viendo la televisión, me dan que pensar cuán corta es la vida. Un chasquido de dedos, y se acabó.” “Incluso aunque viva los 18 años y medio que me faltan para llegar a los cien”, concluye, la vida hay que vivirla, qué me digo, yo tengo que vivirla, conscientemente.”

“Si has perdido la vista, no pierdas de vista la belleza de la vida”, advierte en otra célebre frase suya, que remata de manera rotundamente antológica: “Si has perdido la belleza de la vida, estás realmente ciego”.

Evgen Bavčar, el referente

Víctima de los desastres de la guerra en tiempo, cundo una mina que pisó cuando tenía doce años le reventó el ojo izquierdo, el esloveno Evgen Bavčar quedó totalmente ciego, pues meses antes una rama de un árbol le había segado la visión del derecho. Logró sobreponerse y tras sus estudios en la Universidad de Ljubiana se doctoro en Filosofia y Letras en la Sorbona. Su pasión es la fotografía y está considerado como uno de los grandes. Empezó a hacer fotos porque, en sus propias palabras, "nacen de la oscuridad". Luz en las tinieblas. He ahí la definición de la fotografía que es posible hacerartistas los invidentes.

Los organizadores del Mois de la Photographie de París le nombraron fotógrafo oficial en la edición de 1988.

Me desplacé a París a entrevistarle para FOTO en 1991. Había tenido relación antes con personas invidentes y algo sabía de lo bien que llegan a orientarse por el ruido, los movimientos en el aire, cómo calculan la distancia, la ubicación y la posición de las personas que les rodean, etcétera. El frío y el calor, el ruido del agua, las corrientes de aire… son sensaciones que vale la pena escuchar definir a los ciegos. “La peluquería de los árboles”; eso es el viento para el fotógrafo ciego de referencia que vive y trabaja en París –la “Ciudad de la Luz”– en el CNRS, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés.

Lo que más me impactó de él fue el sistema que usaba y usa para escuchar leídas sus fotos: las pasa a otras personas para que le digan lo que ven. Más que estar escuchando, diría que me estaba adivinando el pensamiento. Tal es el grado de desarrollo multisensorial de las personas invidentes. Escuchaba con todo detalle no solo mis comentarios en francés o alemán, sino mis silencios. De vez en cuando me pedía que le repitiera el título de alguna de sus fotos en español. Un año después, en que sería uno de los grandes fotografos internacionales invitados al proyecto Imagina del Centro Andaluz de Fotografia, pudo vérsele acompañado de una niña que le leía en Granada la famosa placa con el verso del ciego al que hay que dar limosna por no poder verla...

Artistas con “ojo artificial”

Fotógrafos invidentes acreedores cumplidamente del calificativo de artistas con obra importante, haberlos, haylos, como es el caso del español Paco Grande, ex marido de la actriz Jessica Lange, que ha desarrollado la mayor parte de su carrera fotográfica y cinematográfica en Nueva York, el cubano Heladio Reyes, recientemente fallecido, o el también desaparecido mejicano Gerardo Nigenda. Este fotógrafo, que escribía en braille encima de las copias de sus fotos, llamaba a su técnica “fotos cruzadas”, puesto que el proceso fotográfico requiere la atención dos personas: una ciega y otra con vista, para comprender el mensaje completo. Un ojo físico, “natural” lee e interpreta lo que el ojo óptico, optomecánico u optomecatrónico, “artificial”, ha registrado.

En Europa destaca la actividad de colectivos de fotógrafos invidentes en países como Holanda o Alemania, con autores con obra de interés: Rein van Alebeek, Yeshi de Bruin, Steve Erra, Kilian Foerster, Bo van Gaal, Laura Gooren, Ricardo Jansen, Tjark Jessen, Sasha Kollin, Heiko Kunert, Clarissa Kusse, Anja Ligtenberg, Sara Nows, Bart Nouws, Fruzan Omar, Michael Richard, Tara Smits, Sonia Soberatz, Merel Steenbakkers, José Verhaegh, Miguel Verwer...

También las mujeres invidentes se aplican en la práctica del arte de la luz, como la neoyorquina Flo Fox, que lleva tomadas más de 80.000 fotografías de escenas calleras y desnudos, o la fotógrafa canadiense Tara Miller, que ganó por votación popular un premio nacional de fotografía en el que ella era la única participante invidente. “Estuve todo el día orando para que todo me saliera bien en la foto”, declaró al recibir el premio.

El fenómeno de la fotografía hecha por ciegos es universal. En Japón, el invidente Toun Ishii es famoso por las fotografías que toma “con emocionante precisión” el monte Fuji.

La ONCE, también

La imagen de los ciegos ha cambiado diametralmente a mejor en los últimos tiempos. La del vendedor del cupón con aspecto de marginado social, mal vestido, con la mirada perdida, tanteando las aceras con el bastón, las tiras de boletos sujetas con una pinza a la solapa de la chaqueta y voceando “¡Para hoooy!” ha dado paso al vendedor de cupones instalado en una cabina con calefacción y un dispositivo electrónica de código de barras para la identificación de cupones premiados. Miles de invidentes que no necesitan ese puesto de trabajo asisten a cursos para aprender braille. La tiflotecnología tiene un excelente desarrollo en España, que se extiende a la producción de libros hablados.

En nuestro país, la ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España) pasó de desestimar en la época dura el apoyo a proyectos de documentación fotográfica, incluso trabajos ya hechos con excelentes niveles técnico-estéticos, a promocionar fotografía hecha por artistas discapacitados visuales o ciegos como hace en el citado taller en Barcelona o en el Museo Tiflológico, digno de visitar en la calle La Coruña de Madrid. En la I Bienal de Arte Contemporáneo de la Fundación ONCE en 2006, pudo verse El jardín invisible, una colectiva de 38 artistas videntes, discapacitados visuales e invidentes entre los cuales había obras de tres fotógrafos ciegos españoles: la barcelonesa Carme Ollé , el riojano Gregorio Martínez Ruiz y Juan Torre, ex fotoperiodista de Diario 16.

Cuestión de fe. Esa palanca que mueve la esperanza de que llegará a buen puerto, haciéndose visible, la imagen latente o virtual que el fotógrafo atesora en la película o en la tarjeta de memoria viene a ser en síntesis un acto de fe. Cierto que la tecnología digital ha hecho trizas del “misterio” de la “liturgia” del cuarto oscuro –ahora todo es cuarto claro al instante en la pantalla de la propia cámara y luego del ordenador–, pero la fe no desaparece totalmente. Si alguien la necesita es precisamente el fotógrafo ciego, que precisa de ese proceso “cruzado” en el que autor invidente y lector/traductor/intérprete vidente hacen al alimón ese ejercicio sublime de sinestesia al unir en un mismo objeto –la imagen– sensaciones procedentes de dominios sensoriales diferentes, en este caso complementarios por pura necesidad. "Para tener sensibilidad no son necesarios los cinco sentidos. Ya es hora de que el hombre que sólo posee cuatro sea considerado un ser capacitado.

Literatura para videntes

Carolina Britt Backman Sepúlveda defendió en mayo d e 2008 una tesis de licenciatura en Humanidades del Departamento de Filosofía y Letras, Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades, de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) que es de obligada lectura: Fotógrafos ciegos: percepción en la invidencia y la desmitificación de la pureza visual. Desde la Carta sobre los ciegos, de Denis Diderot, la literatura ha dado recientemente obras de gran interés sobre el tema: Evgen Bačar: entre otros,Le voyeur absolu y Livre pour aveugles. , este último con 48 litografías con Miquel Barceló; Jorge Luis Borges, La ceguera; Ernesto Sábato Informe para ciegos; José Saramago, Ensaio sobre a cegueira; o Tommaso y el fotógrafo ciego, de Gesualdo Bufalino.

La obra más reciente es justo el libro de Ruth Wunsch en colaboración con el escritor de encargo Matthias Brömmelhaus, quien la ayuda con su blog: Echt blind. “Realmente ciega”.

De haber vivido en nuestros días, a buen seguro que Francisco Asís de Icaza y Beña, hubiera tenido en cuenta que una persona que posee cuatro de los cinco sentidos no tiene por qué sentirse desgraciada, por lo que la limosna que aconseja dar en su verso por compadecerse de ella no es la persona que haya perdido la vista, sino la que haya perdido la belleza de la vida (Wunsch dixit).

“Una ceguera que alumbra”.

Así describe Benjamín Mayer Foulkes en la web mexicana Diecisiete la obra de los integrantes del colectivo neoyorquino Seeing with Photography: en su reseña de Seen, Unseen (“La mirada invisible”), la primera exposición colectiva de fotógrafos ciegos que reúne el trabajo de quince invidentes de Escocia, Eslovenia, Estados Unidos, Francia y México a cargo del fotógrafo norteamericano Douglas McCuullon e inaugurada en el California Museum of Photography en mayo de 2009:

“Ralph Baker explota el exotismo que la fotografía de ciegos suele evocar a los videntes: sus imágenes circunstanciales registradas en Nueva York interesan por la precisión de sus azares. Bruce Hall utiliza la fotografía y diversos medios ópticos como prótesis para remontar su (casi total) incapacidad ocular y aproximarse a su entorno personal. Henry Butler capta los ribetes del mundo de la música, su actividad fotográfica bien podría considerarse como una prolongación de su talento musical. Rosita Mckenzie reduplica sus fotos con gráficas táctiles: su propuesta tiene un carácter razonante destinado a combatir los prejuicios acerca de la relación supuestamente inexistente entre la ceguera y las imágenes. Annie Hesse nos propone imágenes orientadas por la extrañeza que producen las impresiones, más mentales que ópticas (su ojo derecho conserva alguna capacidad para percibir), durante sus continuos viajes. Alice Wingwall construye imágenes sobre la base de una lógica arquitectónica, ensayando visualizaciones personales que abrevan en su íntima memoria visual. Gerardo Nigenda celebra sus propias percepciones de vivencias personales y seres cercanos plasmándolas simultáneamente en dos lenguajes –el fotográfico y el braille– según el cruce de su doble traducibilidad e intraducibilidad. Kurt Weston retrata personajes enfermos y rechazados en una tónica en igual medida documental y espectacular. Peter Eckert se enfoca fuertemente en las atmósferas visuales y su trabajo se deja describir fácilmente como foto escultura. Michael Richard propone composiciones altamente precisas de paisajes urbanos.”

El colectivo Seeing with Photography ha producido durante más de veinte años elaborados retratos que evocan afectos y situaciones personales. Evgen Bavčar pone en juego una obra orientada por lo que denomina el “tercer ojo” –simultánea fuente y ruina de todo acto de visión y ceguera– que interroga sin cesar sus propias condiciones de posibilidad.