Texto publicado por starchild
(relato propio) Klanan, Capítulo 4. Plan de desmantelamiento.
Aquí está el último capítulo que he escrito por ahora, así que saboreadlo hasta que salgan más.
Nineva caminaba delante de las otras tres personas, las cuales la seguían de cerca, con la mirada fijamente clavada en ella. No era algo que le agradase pero, por ahora era el precio que tenía que pagar. Observaba el suelo con la antorcha pegada a él, siguiendo de cerca las huellas que tenía delante de ellos. Debido a la poca distancia que había de Lowmas a Tarktarus, calculaba que en un par de horas llegarían sin problemas a la gran ciudad. Nunca salió de Lowmas ni sabía como eran las gentes de las grandes ciudades, así que tendría una buena oportunidad para saberlo.
El camino fue tranquilo. No hubo ningún sobresalto y llegaron, de nuevo a la calzada principal, justo en frente de las puertas de la muralla de Tarktarus. Dos fornidos guardias se encontraban en los laterales, controlando el paso de gente. Un grupo de personas pertenecientes a Lowmas, estaban tratando de entrar, pero la entrada se les estaba negando a todos.
--La entrada en esta ciudad es solo permitida para gente de alta cuna. No podéis pasar, lo sentimos.
--¿Y ahora que hacemos? –Dijo Duzzy con cara de preocupación.
--Yo soy noble, ¿Recordáis?
--Hombre, por fin sirves para algo. –Dijo Julieta.
Tras aguardar una pequeña cola, el guardia saludó a la chica.
--Bueno, por fin alguien que parece ser apta para entrar a Tarktarus. ¿Con quien tengo el placer de hablar?
--Mis respetos, honra a Tarnis, señor. Me llamo Nineva, perteneciente a la casa Gorilin.
--La casa Gorilin. Permítame alagar las cortesías y favores de Gorilin a su imperio.
--Permítame alagar su halago, señor.
--Bien, adelante, las puertas de la ciudad se han abierto para ti.
--Y para ellos –Dijo señalando a los chicos.
--¿Qué motivo nos ofrece, señora para que entren a esta ciudad?
--Han servido a mi familia durante 5 años de una forma especial. Están pendientes de ser aceptados como mis adoptados para formar parte de la familia Gorilin.
--En ese caso, seguro que son buenas referencias, ¿Cómo podríamos negarle la entrada a un futuro Gorilin a Tarktarus? En seguida les entregamos las acreditaciones para que la guardia real no les detenga.
--¡Es mentira! –Dijo una anciana que iba detrás de ellos.- Los conozco, ¡no son Gorilin!
--Señora –Dijo el guardia apostado a la izquierda-. Haga usted el favor de no desprestigiar a un noble delante de la guardia, ¿de acuerdo? Ahora apártese a un lado, usted no puede pasar.
Tras el control necesario, los jóvenes ya se encontraban en la ciudad. Nineva, continuaba delante, observando los altos edificios de la ciudad y la gente, toda ella bien vestida. La mayoría se quedaban mirando a Duzzy y sus amigos, pero en cuanto apreciaban la medalla que pendía de sus cuellos, en la cual rezaba una inscripción que podía leerse ‘En proceso de adopción’, rápidamente calmaban su rostro.
--no me lo puedo creer. –Dijo Duzzy mirando sorprendido a Julieta.- Estamos en el mismísimo corazón del imperio de Tarnis. Lo que son las cosas.
--Duzzy, no se tu pero yo estoy bastante cansada. ¿Puedes decirle a esa que va delante que nos busque una posada?
--Eh tu, ¿Has oído?
--Yo no voy a una posada.
--¿Cómo dices?
--Yo tengo residencia aquí. En cuanto a vosotros, no sé lo que haréis.
Su calmada expresión se acentuaba conforme avanzaba, por encima de los restos de brasas y escombros de aquellas ruinas. Dio un pequeño gruñido y comenzó a apartar a patadas una pila de ladrillos ennegrecidos que le bloqueaban el paso. La otra parte del pueblo estaba inaccesible, obviamente, para la gente de carne blanda.
Había logrado su objetivo. Fue un duro golpe al orgullo de Tarnis. La mejor manera de actuar y el pago que merecían. El había sido el causante de la destrucción del pueblo, y al mismo tiempo no. Con esto, había quedado demostrada la capacidad que tiene la gente de carne blanda para aniquilarse unos a otros, y lo fácil que les resultaba. No comprendían el sentido de la fraternidad ni de la unión incondicional entre ellos. Klanan estaba en paz, pero una enfermedad arraigada en la parte sur estaba contaminando al sistema, y esta enfermedad, debía ser eliminada.
Por su parte, el debía volver a casa, así que sin pensarlo dos veces, saltó ágilmente la gran pared de amasijos que tenía en frente hacia la otra parte del pueblo, y se perdió de vista, mientras los rayos de sol comenzaban a acariciar el horizonte.
Nineva golpeó enérgicamente la puerta que tenía en frente. Después de deambular bastante por la ciudad, por fin consiguió dar con la casa de Tozzy, situada en uno de los barrios más apartados de la misma.
La puerta se abrió lentamente y un anciano de tez morena los saludó amablemente.
--¿Nineva?
--mis respetos, señor toz…
--Eh eh. Déjate de protocolos con migo –Dijo el anciano riéndose-. Pasa, que la comida ya está apunto. Y bueno, ¿Tus amigos quieren pasar también?
Miró hacia atrás. Aquellos inconformistas la habían estado siguiendo hasta ahí.
--Bueno –Dijo ella con una falsa sonrisa.- Ellos no se lo que querrán hacer…
--Todo el mundo a dentro entonces –dijo el anciano-. Me viene bien siempre compañía de clase media, vamos, pasad.
Cruzaron la puerta y se encontraban en el recibidor del lugar. Las paredes estaban adornadas de cuadros, algunos con paisajes de caza, y otros en los que aparecía el gobernador Franklin, sosteniendo la insignia de Tarktarus, dos espadas cruzadas entre sí.
--Este hombre empieza a caerme bien para venir de donde viene –Dijo Duzzy en voz baja mientras el anciano los guiaba al final del pasillo, el cual daba a un amplio salón. Las ventanas del mismo daban a las afueras de la ciudad, donde se observaban los bosques cercanos a la misma. Dos altos muebles se encontraban en izquierda y derecha, uno en frente del otro. En el centro del mismo había una mesa con manteles floreados y una fuente repleta de comida. Silenciosamente comenzaron a sentarse a la mesa.
--Voy a por vuestros platos. –dijo el anciano mientras se levantaba alegremente y se dirigía fuera del salón.
--¿Quién es, Nineva? –Habló interesadamente el pequeño Kénaton.
--Kénaton –dijo Duzzy con una mirada sebera.
--Que pasa.
--¿Qué te tengo dicho? Cállate, por favor.
--No conozco personalmente a Tozzy –dijo nineva mirando al pequeño-. Aller fue la primera vez que me hablaron de él…
--¡A comer chicos!Tozzy transportaba una bandeja con 3 platos en la mano con sus respectivos cubiertos.
--¿y usted? –Preguntó Nineva.
--Ya desayuné, además, yo no soy el que ha escapado de un pueblo en llamas. ¿Son ellos de allí?
--Sí, bueno… Realmente están en proceso de adopción.
--¿Estás segura de eso, querida?
--¿Por qué no iba a estarlo?
--Porque Rein no me dijo nada de eso. Vamos, tengo mucha confianza con ese caminaplano, el buen hombre no te habría traído aquí de ser de otra manera.
--¿Rein? Eh, yo conozco a ese tío. –dijo Duzzy algo nervioso.
--¿De qué lo conoce usted?
--Bueno, asuntos personales.
--Ah –dijo el anciano sonriendo-. Entonces, igual que todos, supongo.
La comida transcurrió animada. Nineva contó lo acontecido en Lowmas, omitiendo algunos detalles, como el viaje temporal que hizo con Rein y la pelea que tubo con Julieta. Explicó como encontró a Duzzy y sus amigos, y como los hizo pasar por adoptados para que los dejasen entrar.
--¿Y por qué no nos habla de usted, Tozzy? –dijo Nineva.
--Bien. Mi historia realmente es breve. Fui entrenado y enviado a trabajar a palacio por la sociedad de caminaplanos. Me gradué en la torre de esta misma ciudad. Cumplí mi servicio como mensajero, después como elaborador de píldoras, y finalmente como interpretador onírico. Llevo ya 10 años retirado, disfrutando de una vida agradable, y sin muchos sobresaltos, y por suerte, alejado de las noticias del imperio. Solo salgo de aquí para comprar y poco más.
--usted es noble, ¿no hace vida social con los demás?
--Hace diez años, cuando Franklin aún no gobernaba aquí, había gente más variada. Te parecerá mentira, pero las personas de casta más baja tienen más conversación. Esta gente de hoy en día solo hablan de economía, de ropa, de sus sirvientes y sus caros caballos. Yo necesito alguien que me enriquezca, y no que se enriquezca a mi costa.
--Ah, ahora entiendo por qué rein me envió a usted –Dijo nineva sonriendo.
--Nunca le subestimes, querida. ¡ustedes! Os veo muy callados.
--Esque… No es nuestra conversación señor –dijo duzzy.
--Aquí o participa todo el mundo o no participa nadie. Igualmente se os nota muy cansados, si queréis os acompaño a dormir, pero como os distribuiréis…
--Yo dormiré sola –se apresuró a decir Nineva.
--Bueno, para ti hay habitación. Pero ellos, tendrán que dormir en el suelo, solo hay otra cama y la ocuparé yo.
--Con que podamos dormir –Dijo Julieta visiblemente exhausta.
--De acuerdo. –Dijo el anciano recogiendo la mesa.
--¿Le ayudo?
--No. –Dijo el anciano.- Pero acompáñame.
Se levantó y fue tras el anciano, desapareciendo por el pasillo.
--Kénaton. ¿Qué te tenemos dicho de hablar con extraños?
--Lo siento, primo. Solo quería saber.
--Kénaton, estás hablando con una noble. Es escoria, los nobles siempre lo son. Nos manejan la vida, vamos con ella porque no nos queda más remedio. Y en cuanto podamos nos vamos a despegar de aquí. Asesinó a nuestra familia y no sé lo que piensa hacer con nosotros, ¿entiendes?
--Sí, primo –Contestó un Kénaton compungido.
Nineva se acomodó en la cama. Le costaría dormir, nunca estuvo acostumbrada a dormir en una habitación con ventanas, ni si quiera, a la luz del día. Trató de relajarse. Su futuro era incierto y su pasado, destruido. Comenzó a entonar una canción para calmarse. Tozzy ya se marchó e iría a prepararle las mantas a los otros chicos. Chicos que no la querían, pero sin embargo, estaban conviviendo con ella.
Ya se encontraban acomodados en varias mantas que el viejo Duzzy colocó en el salón. Pero llevaban 10 minutos sin poder conciliar el sueño. Más que nada, porque Julieta y Duzzy, necesitaban hablar.
--Kénaton, Yo y Julieta necesitamos hablar.
--¿Y donde voy?
--Estás en la mansión de un noble. Y el viejo ya estará durmiendo así que supongo que te podrás divertir.
Enfadado, Kénaton se levantó y desapareció corriendo por el pasillo.
--Julieta, ¿qué diablos vamos a hacer?
--No sé, yo no sabía que esta perra conocía a ese tío. De ser así puede interferir en nuestros planes. Hace ya cinco años que formamos parte del plan de desmantelación y no voy a permitir que una niñata lo estropee todo.
--Y que vas a hacer, ¿Matarla?
--no había pensado en esa posibilidad. Lo haré si es necesario.
--Julieta nunca nos hemos manchado las manos de sangre y mientras podamos evitarlo lo haremos.
--Bien, bien. Entonces tenemos a una noble que no conocemos de nada, la cual puede interferir con nuestros planes, y además, se habla con Rein. Eso quiere decir que puede mandar todos los planes al traste.
--Pensemos. ¿Por qué nos ha dejado entrar en la ciudad? ¿Qué es eso de la adopción? ¿Pretende atarnos a ella? O alomejor es una forma de cortesía. Rein tenía otro confidente en Lowmas que está claro que no conocemos. No sabemos si se ha salvado del incendio, quien es ni donde está. Pero el sabrá. Tenemos que trazar un plan para deshacernos de Nineva e ir a algún lugar, a ser posible abandonar Tarnis. Si Rein tiene más planes hacia nosotros date por segura que nos encontrará. Tampoco sabemos si él sobrevivió.
--Es caminaplano, supongo que tendrá sus recursos para resistir al fuego.
Nineva paseaba distraídamente por la habitación. Se quedaría despierta. Un repentino remolino de desconfianza le estaba asolando las entrañas y aunque sabía que no aguantaría mucho tiempo así, su desesperación estaba pudiendo más que su mente racional. Oyó unos tímidos golpes en la puerta. Si el anciano se había despertado alomejor necesitaba compañía. Se dirigió hacia la salida de la habitación y abrió la puerta. Pero no era Tozzy. El pequeño primo de Duzzy, era quien había venido a visitarla.
--Kénaton –Susurró Nineva.- Kénaton, no deberías estar aquí.
--¿Tu también vas a tratar de apartarme como mi primo y Julieta?
Nineva suspiró profundamente. Necesitaba compañía, aunque fuese la compañía de un crío que tenía a penas unos 7 u 8 años. Por una vez que se la habían ofrecido en las últimas horas, no la iba a rechazar.
--Pasa.
Cerró la puerta tras el pequeño hubo entrado y le señaló a la cama para que se sentase, cosa que no tardó en hacer Kénaton.
--Podía haber estado dormida, y mi sueño es muy profundo.
--No estabas dormida, te he escuchado cantar.
--¿Cuánto tiempo llevas aquí?
--Varios minutos. Mis primos me mandaron a pasear a la mansión mientras querían hablar de sus cosas. Siempre lo hacen.
--¿Quieres dormir?
--Quiero hablar.
--Hablemos entonces.
--Tengo miedo. Desde que salimos del pueblo tengo mucho miedo. Y yo no se lo que vamos a hacer, no tenemos casa ni sitio donde ir. Les dije que no estaba bien haberte seguido hasta aquí pero me hicieron callar como hacen siempre. Quiero que se termine esta situación ya.
--Bueno –Dijo Nineva con una voz tranquilizadora.- Estoy segura de que esto terminará pronto. Te digo una cosa, Duzzy y Julieta también tienen miedo. Cuando crezcas un poco más observarás que los ojos de la gente dicen muchas cosas.
--No quiero que me subestimes. No he tenido una infancia común como todos los chicos del pueblo debido a las circunstancias. Tú también tienes miedo.
--Sí, Kénaton. Tengo mucho miedo. Es normal debido a la situación. De mí la primera persona. Así que no entiendo por qué has acudido a mí.
--Cuando nos encontramos en las afueras de Lowmas hablaste de una forma calmada. No pestañeaste ni dudaste en tu tono de voz. Fuiste sincera, pero no te creyeron.
--Tarnis hizo mucho daño a tu familia, Kénaton. A mí también me ha hecho daño. Mira.
La joven se levantó la camiseta por la parte trasera y dejó al descubierto su espalda llena de hinchazones y bultos por doquier. En algunas partes, se encontraban viejas cicatrices, lo cual demostraba que no era la única vez que había recibido palizas por parte de Groin.
--¿Te ha hecho eso Julieta? –Dijo Kénaton sorprendido.
--No, -Contestó Nineva bajando de nuevo la ropa.- Julieta solo dio unos cuantos golpes superficiales. Fue mi padre. La última vez fue aller. No fui creada para ser una mujer normal. Fui creada como mecanismo diplomático del imperio de Tarnis. Están constantemente buscando técnicas de expansión para conquistar otras regiones y tenerlas bajo control. En el momento que mi tiempo de vida útil terminase me eliminarían como al resto. No puedo estar a favor de Tarnis, y nunca lo he estado. Nunca quise que tanta gente muriese, incluyendo vuestra familia. Pero mi padre me obligaba a presenciar los asesinatos para hacerme fuerte a ellos y en un futuro, cometerlos si era necesario.
Se quedó un rato en silencio, al ver que el chico no decía nada, cambió de tema para romper el hielo.
--Entonces tu primo y Julieta son un poco cabezotas, ¿No?
--Si. Aunque yo creo que se gustan, pero todavía no se han atrevido a dar el paso. Julieta es muy bonita, a mí también me gusta así que alomejor se la quito. Tu también eres bonita pero no eres mi tipo de persona.
--Vamos –Dijo nineva riendo.- Julieta es muy mayor para ti. ¿Quieres que te busque yo una chica de tu edad?
--¿Puedes hacerlo? No estaría mal.
--Se puede intentar…
--Ya que no tengo hermanos, mejor tener a una chica.
--Valla. –Dijo nnineva sonriendo.- yo tampoco tuve hermanos. Así que hagamos una cosa. Imagínate que yo soy tu hermana, y yo haré lo mismo.
--¿En serio?
--¡Claro!
--Oye, eso de que nos ibas a adoptar… ¿Era en serio?
--En un principio solo era para despistar a la guardia. ¿Tú quieres que sea así?
--No importa, mi primo y Julieta no lo quieren.
--Bueno, queda aún tiempo. No se cuanto estaremos aquí. Pero se arreglarán las cosas, lo prometo.
--Mira he hecho una cosa para ti.
El joven sacó un pequeño papel arrugado de uno de sus sucios bolsillos y se lo tendió a la chica. Esta lo desenrolló y observó el rostro de una joven con una amplia sonrisa y vestida de una forma elegante. Los detalles eran escalofriantemente nítidos, e incluso se reflejaba el efecto que provocaba su falda al entrar en contacto con el viento. Era ella.
--Kénaton, ¿Esto lo has hecho tú?
--Sí lo he pintado antes.
--Es hermoso, ¡Me lo quedo!
--Gracias, mis primos nunca se gustaron de mis pinturas. Tengo más, pero estoy cansado.
--Entonces deberías ir a dormir, ya tendremos tiempo de verlas, ¿vale? Voy a darte un regalito pero no se lo enseñes a nadie.
La chica se descolgó una de las múltiples medallas que pendían de su cuello y se la entregó al chico. En la superficie de la misma se observaba la empuñadura de una espada blandida por una mano.
--Esto representa el valor y el coraje, y tu te lo has ganado.
--¿En serio me la puedo quedar? Gracias.
La semana fue avanzando lentamente, y Kénaton y Nineva fueron cogiendo cada vez más confianza. Aprovechaban cuando tenían que trabajar juntos ayudando al pobre Tozzy y escabullirse de los otros dos chicos, para hablar desenfadadamente de la vida en general. Nineva sabía que esa compañía acabaría pronto, que cada uno tomaría su camino y que todo volvería a ser confuso. Pero sabía que por ahora se necesitaban para poder soportar la situación.
Julieta y Duzzy continuaban con sus conspiraciones. Se reunían en secreto y siempre procuraban dejar a Kénaton con Nineva para que no interfiriese en sus tramas. No les hacía gracia, pero era el único escape que tenían para continuar planeando como deshacerse de la noble y seguir su camino. De nada les serviría disfrazarse de nobles sin saber protocolo, aunque podrían tratar de escaparse con sus acreditaciones de proceso de adopción. Pero el problema era Kénaton. Daría problemas.
--Se ha encaprichado mucho con esa niñata –Dijo Julieta enfurecida.- Dará problemas para irse de aquí.
--Julieta, cálmate.
--No puedo calmarme. Tu le has visto la medalla también, ¿Verdad? Voy a buscarle.
--Julieta…
Abandonó el jardín trasero precipitadamente mientras gritaba su nombre de una forma histérica. Duzzy se quedó estupefacto. Al rato, apareció con Kénaton detrás.
--Kénaton –Dijo calmadamente Duzzy.
--Dime primo.
--Es cierto que esa chica te ha dado una medalla, ¿No es así?
--Una medalla… No se de que me hablas primo.
La voz del pequeño era visiblemente nerviosa.
--Bien –Dijo Julieta.- Si no tienes ninguna medalla no te importará que te registremos, ¿No?
--No confiáis en mí.
--¿Y tú en nosotros? Porque si confiases en nosotros te daría igual enseñarnos todo lo que llevas, ¿No?
--Yo siempre… siempre he confiado…
--Kénaton. –Dijo Duzzy calmadamente.- Últimamente no hablas a penas con nosotros. Te queremos, pero últimamente solo te importa Nineva y lo que a ella le concierne. Eso nos duele. Siempre te hemos protegido y siempre estamos a tu lado. Pero Nineva va a desaparecer y nosotros seremos los que sigamos con tigo. Kénaton, por favor, si realmente esa mujer te ha dado algo, háznoslo saber.
--¿Qué me haréis?
--Sigues dudando de nosotros kénaton. –Dijo Duzzy esta vez de una forma más severa.- Kénaton, dinos que te ha dado. Donde tienes la medalla Kénaton.
--¡No tengo ninguna medalla!
--Maldita sea Kénaton, ¡Dínoslo ya!
Duzzy se abalanzó sobre el crío mientras este intentaba resistirse inútilmente. Le metió la mano por el pecho y notó el objeto metálico.
--Ahí la tiene. Quítate la camiseta Kénaton.
Kénaton, visiblemente avergonzado y ruborizado, comenzó a quitarse la parte superior de su ropa, con los ojos en lágrimas. La medalla colgaba en su pecho desnudo.
--¿Por qué lloras?
--¿Me la vais a quitar?
--¿Para qué quieres la medalla de esa chica.
--Por lo menos ella está haciendo las cosas bien.
--Quiere robarme a mi primo. Quiere alejarnos de todo, todo lo que ha ella no le gusta lo destruirá.
--Es lo mismo que estáis haciendo vosotros.
--¿Cómo dices?
--Solo os importa lo que vosotros queréis. ¡No os quiero!
Duzzy le arrancó la medalla al chico y se la guardó. Le dio un empujón contra la puerta y este tambaleándose miró con desprecio a su primo mayor.
--Sal de aquí, no quiero volver a verte en todo el día.
--Quiero mi medalla.
--La fundiremos en la primera forja que encontremos y alomejor con suerte sacamos algo de más utilidad que eso. Vete.
El pequeño sabía que no estaba en condiciones para enfrentarse a aquellos dos, así que abandonó el jardín trasero sin reparo y se perdió en la distancia. Nineva lo vio llegar a la cocina empapado en lágrimas, y sin la parte superior de su ropa.
--Me la han quitado, perdóname por favor.
--Sabía que iba a pasar esto –Dijo Nineva visiblemente mosqueada.
--Por favor yo no quería que pasase.
--No tienes la culpa, tranquilo… No tienes la culpa. Necesito quedarme un momento sola.
Kénaton salió de allí rápidamente y se dirigió al salón, donde se encontraba Tozzy sentado en un cojín con la mirada perdida. No tenía ganas de hablar, así que se quedó inmóvil en una de las esquinas de la sala, contemplando como el tiempo pasaba en un reloj de manecillas que se movían sin cesar.
Franklin recibió la noticia con mucho pesar. Inmediátamente ordenó a su informador que se retirase de la sala y se desplomó en su sillón. No lo podía creer. Groin había muerto. Otro menos a quien tendría de su lado. Enfureció de repente. ¿Cuántos más le arrebatarían? ¿Cuándo se acabaría esta pesadilla? Acabaría encontrando a los responsables y terminaría con ellos, uno a uno.
Nineva encontró a los otros chicos besándose apasionadamente en el jardín de aquella mansión. Estaban tan ensimismados que no se dieron cuenta de la presencia de la chica. Julieta llevaba la medalla en el pecho. No se la merecía. No tenía el valor y el coraje para ello, o por lo menos, no según su visión de las cosas. Se acercó decididamente mientras los dos chicos se abrazaban y acariciaban, y desató rápidamente el cordel del cuello de la joven. Esperó a que los dos se separasen para tirar de la misma. Sabía que la verían y que la otra lo notaría, así que inmediatamente echó a correr.
--Dame esa medalla, ¡despojo de clase alta!
--No te pertenece.
Entraron ruidosamente al salón, viendo como el viejo Tozzy levantaba la mirada y los veía entrar.
--Hey, que está pasando aquí. ¿Me explicáis?
--Cosas de jóvenes, señor. –Dijo Julieta jadeando.
Una fuerza invisible paralizó a todos los jóvenes que corrían de una forma persecutoria hacia Nineva.
--Deberías de aprender a respetar a las personas mayores, niña. Ahora me explicáis lo que está pasando…
--Lo que ocurre esque no deberíamos estar aquí, señor. Ahora, me soltará, ¿Verdad?
--Eres una cría bastante insolente y muy mal criada. Ahora entiendo por qué viajas con un compañero tan malhechor como tu queridísimo Duzzy.
--¿malhechor? Yo no soy la que está reteniendo a personas en contra de su libertad de movimiento.
--Aprende a controlar tus impulsos y te soltaré. Ahora dime que está sucediendo con vuestro maldito comportamiento.
--¿Nuestro maldito comportamiento? Ella es quien se está comportando mal. Kénaton es solo un niño, primo de Duzzy, mi compañero, y no voy a permitir que una persona le esté metiendo ideas en la cabeza para ponerlo en nuestra contra. No tengo la culpa de lo que ha pasado.
--Sin embargo, habéis irrumpido en una casa de un extraño, habéis dispuesto de todo lo necesario que nunca habríais tenido en aquel pueblo del que venís, y ni siquiera, habéis sido dignos de agradecer nada de lo que se ha hecho por ustedes. Para pertenecer al plan de desmantelamiento, no habéis sido lo cautos que se os exigió.
--Señor… -Dijo Duzzy.- Cuidado con lo que dice… hay personas…
--Vosotros formáis parte del plan de desmantelamiento.- Dijo Nineva de una forma bastante impresionada.
--¿Ves? –Dijo Julieta.- Ella conoce sobre el plan de desmantelamiento. El también. Déjanos irnos, déjanos irnos o tendremos que luchar.
--¿Contra tus propios compañeros? –Dijo Tozzy riendo levemente y eliminando las barreras que permitieron a Julieta moverse libremente.
--Esperad, vosotros…
Julieta no pudo terminar la frase.
--Vosotros también… -Esta vez fue Nineva quien intentó hablar.
--Todos pertenecemos al plan de desmantelamiento. Todos conocéis a Rein, por razones Obvias.
--Señor –Dijo Tozzy.- Perdóneme pero… Realmente estoy impresionado. Una noble, pertenece a nosotros…
--¿Y quién a dicho que su corazón sea de noble? No os podéis imaginar lo que esta criatura ha sufrido. Pero gracias a ella sabemos cosas sobre la tiranía de Tarnis que de otra forma no nos hubieran servido. En algún momento, todo esto terminará.
--Con lo cual imagino que ella es la confidente que nos faltaba –Se apresuró a decir Julieta. Se notaba que estaba visiblemente nerviosa.
--Diablos… -Dijo Duzzy.- Nineva, debiste avisar…
--¿De qué manera? ¡Hola chicos! No os conozco de nada pero bueno, mi familia mató a vuestro padre, pero por si os sirve de consuelo, formo parte de un grupo de personas que trabajan clandestinamente para desmantelar las artimañas del gobierno, ¿Vosotros sois de ahí?
Dejó escapar una risa a la cual todo el mundo la siguió.
--Bien –Interrumpió Tozzy.- Tengo noticias, y no muy agradables en algunos casos. La parejita deberá quedarse con migo durante unos días, pero Nineva, tú deberás partir. El imperio sabe que sigues viva y está poniendo todos los medios a tu alcance para localizarte. Deberás salir de la ciudad, es más, deberás abandonar Tarnis. Pero no te preocupes, sabrás como encontrar a Rein y el te sacará de aquí de una forma segura, aunque creo que ya has experimentado los viajes espaciotemporales. Es mejor que comiences a preparar tu viaje lo antes posible. Las búsquedas del imperio son bastante efectivas.
--Así será, no permitiré que esa gente me coja.
Rápidamente se alejó para preparar su equipaje. AL parecer Tozzy le había proporcionado ropa nueva y algunas provisiones que le servirían hasta que encontrase algún sitio donde ir. Respiró aliviada. Aunque el futuro era incierto para ella, todo esto tenía un deje de excitación y curiosidad que la incitaba a seguir con la tarea de descubrir nuevos lugares y no detenerse nunca más. Había probado la libertad, y siempre que pudiese, no permitiría que se la volviesen a arrebatar de las manos.
--Se va, se va y no va a despedirse de mí.- Dijo un desconsolado Kénaton.
--Tranquilo –Dijo Julieta.- Estoy seguro que se pondrá en contacto con tigo, además es de las nuestras, tendremos noticias de ella.
--Me dijo que me iba a adoptar. Me dijo que sería mi hermana.
--Vamos. Son cosas que se dicen. Por cierto, te he guardado esto, alomejor deseas quedártelo.
Julieta extendió la mano sosteniendo la medalla que Nineva regaló a Kénaton.
--No la quiero. Ya no me sirve para nada.
Era mejor así, mejor no despedirse del crío y evitarle sufrimientos. Abandonaba aquella lujosa mansión y comenzó a percibir los rallos de sol directamente en su cabeza. Pero antes de continuar avanzando Oyó la voz de Duzzy que la llamaba a voces y unos pasos que se acercaban rápidamente. Volvió la vista y observó como la pareja de chicos salía apresuradamente a su encuentro.
--Decidme, no puedo entretenerme mucho.
--Nineva, queríamos disculparnos por estos días que te hemos hecho pasar. –Dijo Julieta.- No han sido los mejores para ti y bueno… Queríamos hacerte un regalo, si te sientes con la suficiente capacidad de aceptarlo.
--Vamos no tenéis que regalarme nada.
--Habíamos pensado que mi primo es mejor que valla contigo. –Dijo Duzzy apresuradamente.- Nosotros nos tenemos a los dos, y tú y el habéis compaginado bastante. Creo que te mereces mínimo una buena compañía como recompensa.
--Bueno, yo os lo agradezco mucho, pero debería ser el quien decida.
--¡Sí! Yo quiero ir contigo, ¡hermanita adoptiva!
--Bueno, viajaremos mucho y estaremos casi siempre en camino. SI a ti no te importa, puedes venir.
--No me importa. Quiero saber como es el mundo y aprender muchas cosas. Y contigo tengo la oportunidad de hacerlo, además, así estos dos tendrán más tiempo para estar a solas.
--¡Kénaton! –Dijo Julieta visiblemente ruborizada.
--No se de que te sorprende después de haberte visto en pleno romance. –Dijo Nineva.
--¿Los has visto besándose? ¡Ya era hora!
--Maldita seas, ¡Te voy a hacer trizas!
--Tranquila, se que en el fondo no puedes vivir sin mí.
--¡Eso no te lo crees ni tú!
--Bueno chicas –Dijo Duzzy.- Se que estáis discutiendo vuestros asuntos matrimoniales, pero las tropas imperiales es probable que no sean tan pacientes.
--Tienes razón –Dijo Nineva.- Bueno Kénaton, deberíamos de partir cuanto antes.
--¡Tened suerte! ¡Y tú, pequeñajo, pórtate bien!
--Lo intentaré en la medida de lo posible.
Nineva y el pequeño Kénaton se alejaron de la mansión mientras los otros chicos los observaban. ¿Dónde los llevaría el destino? Solo Rein y los encargados de dirigir el grupo de desmantelación sabían aproximadamente qué sucedería ahora. Solo quedaba aguardar y continuar con la jornada, la cual parecía prometedora.