Texto publicado por starchild

(Relato propio) Traspasando barreras físicas, capítulo 1. La decisión.

Bueno, estos relatos que voy a compartir ahora aún no han sido publicados en ningún otro lado. Comenzaron como experimento que surgió a raíz de una conversación que tube con una buena amiga por internet. ¿Por qué no escribir un relato romántico? me dijo. Acepté el reto y aquí os dejo lo que surgió finalmente. Pero amí siempre me gusta ir más allá. Nada de un relato romántico. Lo que comenzará como una historia de dos amantes, puede que de un giro brusco, conforme va hilándose la trama de la historia. Aquí os lo dejo, como siempre quiero vuestras críticas, ya que mientras sigo escribiendo Klanan pues os pongo otras cosillas para que os sigais entreteniendo.

Capítulo 1. La decisión.

Traspasando barreras físicas.

Nadie, ni si quiera él, pensaba que una situación podía estar llegando a esos extremos. Estaba comprometido, tenía pareja estable y un trabajo lo suficientemente firme para sostenerle económicamente. Pero él sabía que no todo estaba bien. Su relación con Camila estaba deteriorándose hasta puntos bastante desagradables. A parte de eso, solo era Roberto, un chico de 22 años el cual trabajaba en una tienda de videojuegos a tiempo completo para mantener a Camila y sus problemas de adicción.

La noche era gélida y el cielo estaba claro, aunque las luces de las farolas de la calle tapaban cualquier posibilidad de ver las estrellas. El suelo resbalaba debido a la reciente llovizna que estuvo cayendo durante toda la tarde. Acercándose apresuradamente Roberto introdujo la llave en la puerta metálica que daba acceso al portal y la abrió, tras lo cual esta hizo un enorme chirrido. Al traspasar el umbral suspiró aliviado, observando como esta se cerraba tras él con un sonoro golpe, dejando sentir el agradable calor del interior. Caminó hasta su apartamento correspondiente y llamó al timbre varias veces.

Esperó algunos minutos, tras los cuales se dispuso a buscar una segunda llave. Inmediatamente oyó del otro lado de la puerta pasos que se acercaban lentamente y un sonido de vostezos. La puerta se abrió con la misma lentitud y apareció la silueta de Camila, apoyada en el marco de la misma.

--Ah… eres tú. Pasa, anda. Que es tarde…
Cerró la puerta tras de sí y se dirigió al salón donde dejó la cazadora empapada colgando de una silla.
--Por si te interesa saberlo estoy de mala ostia, me he quedado sin heroína. Ah, la casa está hecha un asco. ¿Alguien tendrá que limpiarla, no?
--Yo desde luego, viniendo a la una de la madrugada, no lo voy a hacer.
--Nadie te ha obligado a que tengas que trabajar ahí.
--Tampoco nadie te ha obligado a estar siempre sentada en el sofá viendo la tele.
--Me voy a la cama. Si quieres venir bien, si no, pues nada, allá tú.
--¿Te has tomado el tratamiento?
--Que le jodan al tratamiento. –Dijo esto Camila, dirigiéndose tambaleante hacia el dormitorio. El la siguió desanimadamente y ambos se metieron en la cama. En estas situaciones la vida para Roberto era miserable, a pesar de sus circunstancias económicas. Sin amigos, con una relación hecha trizas, y sin compañía. Solo había una persona la cual le entendía perfectamente y con la cual había compartido muchos momentos. Desearía poder hablar ahora con Luna… Pero se encontraba a muchos kilómetros de distancia y su cómputo horario era de 4 horas de diferencia. Pero necesitaba urgentemente hablar con ella. Sabía a qué hora se conectaba, él solo tendría que esperar.

Tras asegurarse que Camila dormía profundamente y que el efecto de las drogas no la harían despertar ni aunque pasase ahora mismo por encima de ella una procesión de soldados uniformados, se dirigió al ordenador y apretó el botón de encendido. Ya no estaba todo en silencio. Los ventiladores comenzaron a zumbar, seguidos del crujido que provoca el disco duro al girar, acompañado por el beep inicial del procesador. La pantalla comenzó a mostrar en un fondo negro, los mensajes de que Windows se estaba cargando y tras un buen rato, apareció el escritorio. Roberto abrió apresuradamente Messenger y ya estaba online.

Luna era una chica de unos 28 años, de diferente nacionalidad, pero con el mismo idioma en común, el español. Solo la había visto en fotos. Era una chica rubia, algo gordita y con unos ojos marrones. Guardaba su foto en una carpeta protegida con contraseña, para que no la pudiese detectar Camila y le diese un ataque de celos.

Fue luna quien tomó la iniciativa al verle entrar, e iniciar la conversación.

-Luna: Robertito! ¿Qué haces a estas horas por aquí? ¿Te conectaste para hablar con migo?
-Roberto: No puedo dormir, simplemente.
-Luna: ¿Algún problema?
-Roberto: qué preguntas, siempre hay problemas en mi entorno.
-luna: a ver. Que pasó esta vez con Camila?
-Roberto: ¿Qué va a pasar luna? Lo de siempre. Está todo el día en el sofá arrascándose el papo y viendo la tele, no hace nada por mejorar. Y yo me canso y me quemo, no puedo seguir así… Estoy arto, arto.
-Luna: Bueno, trata de calmarte. ¿Si quieres cambiamos de tema, sí? ¿Qué tal hoy en el trabajo?
-Roberto: Bastante bien, la verdad. Con esto de las nuevas espansiones para Street Fighter se han vendido bastantes ediciones del juego. El día tremendo.
-Luna: ¡Me alegro! Oye tenía que contarte algo, te acuerdas de lulú?
-Roberto: ¿Lulú? La perra de tu sobrino?
-Luna: Ha tenido 3 perritos.
-Roberto: anda que éramos pocos y parió la avuela.
-Luna: No seas malo! Por ahora todo está OK, no se portan mal eso sí, se lo comen todo.
-Roberto: déjalos crecer, me gustaría ver a esos animalitos, si algún día voy a tu país lo haré.
-luna: ¿Cómo que si algún día vienes? Tú tienes que venir sí o sí, y si no te traigo secuestrado.
-Roberto: En ese caso, espero que pongas un rescate altísimo.
-Luna: nada de rescate, te quedas aquí, ¡Y punto!
-Roberto: Bueno bueno… Yo no digo nada. ¿qué hacías ahora?
-Luna: escuchaba a Luis Miguel.
-Roberto: Ah sí, los que estamos enamorados también solemos escuchar ese tipo de cosas.
-Luna: ¿Tú enamorado? De quién? Uh, hay cosas que creo que tengo que saber…
-Roberto: Sí, las sabrás a su debido tiempo.
-Luna: ¡En serio! No seas así de malo, dímelo.
-Roberto: Hagamos una cosa si en una semana no lo has descubierto, te prometo que te lo digo.
-Luna: Está bien, está bien.
-Roberto: Bueno, voy a ver si duermo un rato.
-Luna: ¿No te quedas un poco más con tu mejor amiga?
-Roberto: Mañana madrugo y son las 3 de la noche.
-Luna: Está bien, te lo perdono porque es jueves.

Una semana después.

Hacía tres días que le habían dado las vacaciones, y no había desperdiciado ni un solo momento. Parece ser que el día se encontraba amigable, un poco de viento pero los rayos de sol acompañaban la travesía. Mientras caminaba hacia la terminal internacional, marcaba un número en su teléfono móvil.
--¿Sí?
--¿Camila? Soy yo. Escúchame. Tengo algo importante que decirte.
--Qué sea rápido. No tengo ganas de hablar.
--Camila, me marcho, para siempre. Fuera del país. Dejo mi trabajo.
--No, estás de broma tronco.
--No estoy de broma. He hecho tus maletas.
--Que?
--Supongo que no podrás pagar la casa tu sola, es demasiado alquiler. Lo mejor es que vuelvas con tus padres o que te acojan definitivamente en el centro de desintoxicación. Esta es la última conversación que vamos a tener porque voy a dar de baja esta línea telefónica.
--¡Eres un cerdo mamón, lo sabías? ¡Eres un cabrón! –Camila comenzó a llorar.- Escúchame. Donde quieras que vallas te voy a buscar, créeme, te voy a encontrar y me lo vas a pagar todo. ¿Hay otra persona?
--Claro que la hay. Camila, tengo que dejarte. Se me hace tarde y voy a perder el avión.

Colgó el teléfono y se dirigió apresuradamente al interior del edificio. Sabía que lo que estaba haciendo era arriesgado y precipitado, pero el confiaba en todo, confiaba en ella…

Un día después.

El sabía donde vivía Luna. Tenía su dirección postal. Supuestamente, vivía sola, en un barrio a las afueras de la ciudad. Toda su familia se había mudado a Alemania, excepto su hermana mayor. pero ella quiso quedarse en su tierra, le gustaba su trabajo, y la gente de su país. De esta forma, no habría mucho problema a la hora del encuentro ni terceros de por medio. El calor era abrasador. Nada comparado con el frío reinante de su país. Caminaba por las calles de la ciudad hasta llegar en frente de una casa al fondo de una avenida. Supuestamente era la de ella. Estaba nervioso, por fin sabría las respuestas a todo.

Golpeó con los nudillos la puerta.
--¡Voy! –Dijo una potente voz desde el otro lado y se oyeron pasos apresurados.
Tras descorrer el cerrojo y abrir la puerta, apareció ella. Se veía más bonita que en fotos, vistiendo ropa de andar por casa. Instantáneamente la chica dio un suspiro de asombro.
--No puede ser… Tú… ¿Tú?
--Si, yo. ¿Puedo pasar?
--¡Claro que puedes! Pero… Pero no entiendo nada… ¿Qué haces aquí?
--Dentro te lo explico.
Cerraron la puerta y se encontraron en el recibidor de la casa, mirándose frente a frente.
--Luna, he dejado mi país. Y a Camila. He dejado mi trabajo y he abandonado mi casa. Siendo tú a la única persona que conozco, he decidido viajar aquí, con lo puesto, y con el dinero justo. Siento comprometerte de esta forma. Me gustaría pasar unos días aquí mientras encuentro un trabajo. En caso que te resulte un inconveniente no te preocupes, tengo suficiente dinero para alojarme durante una temporada en algún hotel. Y bueno, lo siento por aparecer de esta forma sin avisarte.
--Escúchame. Como te atrevas a salir por esa puerta, de la cachetada que te doy te vas a acordar de mí el resto de tu vida, ¿Entendido? ¡De aquí no se mueve nadie! Roberto, siempre te he estimado mucho y lo sabes. Llevamos mucho tiempo hablando y tanto tu como yo conocemos muchas intimidades de nosotros mismos, teniendo encuenta que yo vivo sola, y que tú estás solo, ¿Piensas que voy a rechazar tu compañía? Además, si puedo ayudarte en lo que sea, solo tienes que pedirlo y haré todo lo posible por que estés bien. ¿Algo más que objetar?
--Sí. ¿Recuerdas que la semana pasada te dije que te respondería a una pregunta?
--Claro. Todavía lo estoy esperando.
--Bien, pues ahí te cuento.

Sin pensarlo dos veces, Roberto dio un empujoncito a Luna, la cual chocó suavemente con la espalda en una de las paredes. Esta comenzó a reír levemente e inmediatamente Roberto la abrazó por completo. Ambos automáticamente se acercaron uno al otro y sus labios entrechocaron entre sí. Inmediatamente ambos se apretaron fuertemente y se fundieron en un beso apasionado en el cual sus lenguas comenzaron a explorar cada recoveco oculto. Inmediatamente se separaron y Luna, sonrojada comenzó a hablar.
--Llevaba mucho tiempo esperando este momento… Te amo Roberto, te amo y ahora si que no te voy a dejar escapar.
--Bueno… En ese caso, tendrás que secuestrarme, corazón.
Inmediatamente ella entre furiosa y divertida, agarró fuertemente a Roberto por la espalda, y los dos se dejaron llevar, cayendo al suelo…

Fin.