Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez
diario de un ciego 16 (hojas sueltas)
Diario de un ciego 16
(hojas sueltas)
Las cosas que no vemos……”
Existen personas llenas de luz y ésta es mas brillante en aquellas que han logrado hacer cosas buenas a lo largo de su vida, son tantas que no me atrevo a pensar el nombre de ninguna por no dejar a alguien sin el honor que merece, además generalmente es gente sin rostro…” Este era mi pensamiento mientras enfilaba el auto por la carretera terrosa y descuidada. El paraje solitario y agreste y aquellas nubes que amenazaban una tormenta, me hacían estar un poco intranquilo, …como siempre mi mente revoloteaba de un lado a otro y fue así como trajo aquel recuerdo tan duro…tan cruel… estaba ahí…y como si lo volviera a ver, tirado en mitad de la calle, sucio, su pelo parado por la misma suciedad, su piel reseca y agrietada, su boca seca, sus ojos casi muertos y aquel noble perro cuidándole el sueño en que aparentemente se encontraba. No sabía que hacer, lo primero que se me ocurrió fue echarme a correr, pero mis pies estaban pegados al suelo y mis ojos en aquella visión, pudo mas la compasión que sentí por aquel ser indefenso, me acerqué, lo tomé en mis brazos haciendo un gesto de repugnancia pues olía muy mal… pero poco a poco aquellos harapos llenos de huesos me hicieron reflexionar en ellos había un ser humano que necesitaba ayuda y además era un niño.
Llegó la tormenta y tuve que aminorar la marcha, poco a poco el camino se fue llenando de niebla y cada vez era mas difícil distinguir por donde iba, pero no me podía detener y mucho menos orillarme porque si el auto se atascaba hubiera sido imposible sacarlo de aquel lodo barroso. La angustia del momento me llevó nuevamente la brisa del recuerdo…
Con esa misma angustia en el corazón llevé aquel cuerpecito hasta un hospital donde una enfermera me hizo pasar con él hasta una gran sala, después de un reconocimiento general el médico me dijo que tenía que reportar el caso a las autoridades ya que la salud de aquel niño estaba seriamente afectada, entre otras muchas cosas la que mas me impresionó fue que, en caso de que no perdiera la vida, el niño si perdería la vista, pues sus ojos habían sido muy lastimados con no se que sustancias químicas. ¡maldita sea! ¿Cómo puede haber seres que lastimen así a los niños?...
Ya ha dejado de llover pero no puedo acelerar la marcha pues el camino está muy mal, ya voy entrando al bosque de los cipreses, su grato aroma a pino calma un poco la ansiedad que desde hace un rato me viene invadiendo. Este paraje es hermoso pues en primavera se llena de los mas extravagantes pájaros y sus diferentes melodías se entrelazan formando conciertos inusitados, además se pobla de flores cuyos aromas llenan de fragancia el aire…ummm, los pájaros…¡quien iba a imaginar lo que éstos animalitos ayudarían a tantos niños de la calle!...
Firmé una responsiva por el niño, mientras las autoridades se encargaban de buscar a los padres y/o a quien tanto daño le causara. Sin embargo pasó el tiempo sin que nadie proporcionara ningún dato, ni él… ya que no hablaba para nada, ni siquiera para quejarse, así que del hospital me llamaron el día en que lo iban a dar de alta pues ellos ya no tenían mas que hacer y en esta pequeña ciudad no hay ningún orfanato ni albergue que reciba a estas creaturas. ¿Y qué iba a hacer yo?
Aunque su cuerpo estaba ya un poco recuperado, su alma aún seguía rota y la autoestima ni siquiera la conocía. Lo llevé a casa, un departamento chico pero confortable, mientras encontraba la forma de ir a depositarlo en algún orfanato de la ciudad vecina.
Llegué al lugar con el niño casi a rastras pues era como un animalito asustado, pero al verlo la directora del plantel inmediatamente me dijo que esa clase de niños no los podía recibir ya que la institución carecía de medios para atenderlos y que sus psicólogos eran apenas estudiantes que daban sus prácticas ahí. Así que me recomendó un albergue para niños maltratados que se encontraba un poco retirado de la ciudad…
Casi termino de pasar el bosque, solo unas cuantas curvas mas y empezaré a atravesar la gran llanura, espero llegar a mi destino antes de que caiga la noche porque la soledad y el silencio después de la lluvia me asusta un poco y esta impaciencia por llegar se hace cada vez mayor ¿porqué me llamaría con tanta premura? ¿y en su voz porqué habría tanta angustia?. El viento levanta cada vez mas y mas las nubes de pronto parecen girones de algo que se rasga en el firmamento , suena tanto que a menudo creo está cantando o que me trae voces lejanas…
Si, eso fue lo que pasó ese día; el viento trajo hasta mi su vocecita dulce y clara que decía:” No temas pajarito, yo te cuidaré ahora que te has caído de tu nido, a ti seguro que tus papás te están buscando, en cambio yo… si amigo, si tengo padres pero a nadie se lo he dicho porque no quiero volver con ellos, mi papá solo me pegaba y casi todos los días me tenía amarrado en un árbol sin darme ni agua siquiera…y mi mamá…bueno yo creo que ella no era mala solo que como me decía muchas veces -no me mires con esos ojotes llenos de miedo porque te los voy a cerrar a golpes- luego iba junto a mi y derramaba en mis ojos aquel líquido que me quemaba yo creo que por eso cada día veo menos, pero aún así la quiero mucho. Estuve con ellos hasta que mi amigo “doby” llegó un día y mordió la cuerda con que me ataban y salimos huyendo los dos de la casa…
Al escuchar sus palabras casi aullo del coraje tan fuerte como el viento que ahora mueve el auto, pero me contuve porque él no había notado mi presencia y yo necesitaba oír toda la historia que poco a poco el chiquillo contaba a aquel pajarito igual de desvalido y solo que él. ¿Cómo era posible que sus propios padres le hubiesen hecho eso?. Desde ese día lo quise como a un hijo y cada temporada de vacaciones iba por él al albergue para traerlo a casa, al principio fue difícil para los dos pero con el tiempo nos hemos hecho grandes amigos, ¡y pensar que han pasado tantos años!. Ya está atardeciendo y también está a la vista el albergue, será cuestión de minutos para llegar.
Por el largo corredor viene mi amigo con su bastón blanco pero el paso seguro, como siempre camina con un porte de gran señor. Desde la verja de la entrada lo miro y sonrío para mis adentros, este es el niño de años antes, ahora todo un hombre, psicólogo y nada menos que el director de este albergue para niños maltratados. ¿Qué pasa Eric, porqué tu ansiedad para que viniera? –ya viejo primero dame un abrazo y después platicamos. ¿Te acuerdas como llegué yo a este lugar? -¿y como lo voy a olvidar si yo mismo te traje? -bueno viejo, el caso es que me han traído a un niño en circunstancias parecidas y a pesar de las terapias aún no logramos hacerlo hablar, así que recordé como tú me hiciste sacar mi voz desde no se donde y empezamos una conversación, dime ¿podrías ayudarnos ahora también?-oye Eric yo soy periodista, no psicólogo pero te diré un secreto. Yo no fui quien te hizo hablar sino aquel pájaro que se cayó de su nido y tú lo levantaste ¿recuerdas? bien, pues provoca un encuentro semejante entre él y algún animalito indefenso y estudia sus reacciones. –Te digo viejo que eres genial por eso deberías venirte a vivir aquí para que me apoyes con estos niños…o, pensándolo bien, me puedes ayudar mas donde estás ¿porqué no haces algo diferente en tu periódico? Así como hablar de la gente que está detrás de estas obras de caridad y que generalmente no vemos, esa gente altruista que apoya a los asilos, albergues u otras instituciones y por último di a la sociedad que ayuden a los niños de la calle siendo generosos con ellos porque cada uno tiene su historia triste y a veces hasta fatal, que no les nieguen un taco o una moneda o en el último de los casos una sonrisa que los haga sentirse aceptados…fin.