Texto publicado por Belié Beltrán
PARA EL OFICIO DE ESCRITOR
Gente, bueno, hoy les traigo algunas cosillas sobre todo para aquellos a quienes les gusta escribir. En fin, herramientas que he tomado de todas partes. Les resumo las más urgentes. Ojalá que les sirvan a muchos y muchas. ¡Rueda pelota!
- “Un adjetivo, si no da vida, mata”. Esa expresión la utilizó Vicente Huidobro, y creo que tuvo razón. Es decir, cuando uno escribe, sea poesía, ensayo o narrativa, lo mejor es cuidarse de que en realidad convienen los adjetivos que estamos utilizando. Si lo que queremos decir es posible expresarlo sin adjetivar, entonces ¿por qué cargar el texto de palabras que sobran? Ojo: no digo que no son necesarios, sólo que hay que tener cuidado con su uso.
- Las muletillas. A veces, cuando escribimos de un tirón, sin releer línea por línea lo que hemos escrito, dejamos pasar muchas palabras repetidas. O sea, verbos como “Haber, ser, estar” o algunas expresiones que usamos al hablar, pero que en la escritura resultan incómodas para quien lee. Claro, uno hace con sus escritos lo que le da la gana, pero si puede evitarle tropiezos a quien nos lee, pues quizá estamos siendo algo generosos. Ojo: en ocasiones, en un párrafo u oración, incluso en el texto completo, conviene repetir cada equis tiempo ciertas cosas, para dar ritmo y atmósfera a lo que escribimos.
- Gerundios. Muchas personas, incluida yo, abusamos de los gerundios, decimos: Mira que te estoy amando; me vine corriendo, soy un ganso volando, mucha tontería embobando al lector. En fin, con los gerundios se aplica lo mismo que con los adjetivos.
- Adverbios terminados en mente. Con los adverbios terminados en mente, simplemente se aplica lo que con adjetivos y gerundios. No es que definitivamente estaremos escribiendo sin mente, pero probablemente podríamos tener formas menos acomodadas y más expresivas en nuestras redacciones.
- Oraciones largas y cortas. Hace un rato utilicé la palabra ritmo, aquí la repito. El ritmo tiene que ver con las pausas que hacemos al leer, la musicalidad u oralidad de lo que leemos, en fin. Para obtener una sensación rítmica, las oraciones son buenas aliadas. Un texto hecho con párrafos infinitos y oraciones de nunca acabar, nos hace sentir que es interminable. Convienen textos en los que se alternen oraciones cortas y largas.
Ahora bien, si escribimos un cuento y vamos a narrar una persecución, angustia, emociones fuertes; las oraciones cortas son ideales. Si por el contrario lo que deseamos es transmitir lentitud, calma y otros adjetivos lentos; vámonos con oraciones largas. Márcel Proust es un experto en oraciones kilométricas; Hemingway y samanta schweblin en las breves.
Nada, es todo por hoy. Luego sigo contándoles cosas de las que me encuentro en las calles de la lectura. Ojalá que les sean útiles estas pendejadas. Ah, no olviden que lo bueno de saber todo esto es que después podemos evitarlo a conciencia y hacer lo que nos dé la gana diciendo: ¡No me joda! Ese es mi estilo.
Pero del estilo hablamos otro día.