Texto publicado por Rody Armando Mora

EL MONSTRUO DE LA ENVIDIA.

La escuela empezaba sus clases, era un día completamente normal, ahí estaba Nico sentado hasta la fila de atrás, observando la ventana y los colores del mundo, aburrido de lo mismo, no había nada diferente en el salón de clases, y tampoco en su vida. El típico chico que llegaba a clases y hacía todo lo que le encargaban, estaba en la medianía de esa sociedad, no tenía ningún talento especial, pero poseía una gran ambición como la mayoría de la media. Al otro extremo de la clase se encontraba Amanda, una chica con ese talento innato que pocos poseen, no necesitaba estudiar mucho, se aprendía todo con sólo mirarlo, razonaba a una velocidad superior y sabía de su talento y por ende su futuro.

Por razones del maldito destino, a Amanda le atraía Nico, Nico la consideraba de otra especie, pero esa actitud anti monótona, hizo que se fijara en ella, algo divertido por fin aparecía en su vida. Ella no tenía la culpa se haber nacido así, Nico no tenía la culpa de haber nacido limitado, pero esta no culpa de ambos generaría conflictos a su alrededor, el cruel destino de un ser superior que ha sido injusto. Nico preparaba la exposición sobre un programa de computadora que permitiría a los usuarios tener una experiencia más agradable a la hora de navegar en la red, se notaban las horas de esfuerzo que dedicó en esa presentación, las ojeras marcadas en su rostro revelaban las noches sin dormir y sin embargo no tenía talento.

Amanda podría ser cantante, tenía una voz frágil y seductora, había sido elegida por Nico para crear la voz de bienvenida del programa de computadora, la grabación era sencilla y no duraba más de cinco segundos, la presentación fue realizada y Nico salió satisfecho para su casa, hizo lo mejor que alguien como él podría haber hecho, no dejo nada a medias y esperaría los días para saber el resultado de su gran esfuerzo. El teléfono suena, Nico corre como un perro tras la comida de mediodía, incluso llegó a tropezar con la mesa, pero la emoción era tal que el dolor pasó desapercibido de su pie y contestó el teléfono, “su trabajo había sido rechazado, era bueno pero le faltaba ese algo”, la llamada finalizó y el dolor del pie de Nico nunca regresó, se trasladó a lo más profundo de su corazón, golpeando más allá de sus convicciones.

La hora de la comida en la cafetería parecía un pequeño funeral, la cara larga de Nico no daba razones para que Amanda pudiera siquiera disfrutar su almuerzo, pero el hambre es poderosa y Amanda terminó por comerse a pellizcos su comida, se levantó para tirar su plato a la basura y un papel sobresale de su bolso. Nico no era de los que miraban en las propiedades de otros, pero su mente no funcionaba bien en ese entonces, tomó el papel, lo abrió, una invitación por parte de la empresa de computadoras que había rechazado a Nico, una petición hacia Amanda para que ésta prestara su voz a otros programas, el talento de Amanda había dado frutos con tan sólo cinco segundos de grabación…

Mientras el papel se arrugaba en la mano llena de ira de Nico, transformándose en lágrimas de impotencia e inferioridad. La escuela había terminado y como buena pareja se acompañaban hasta sus casas, el camino era un cementerio, en las afueras de la casa de Amanda se pararon los dos, callados, pidiendo a gritos que alguien empezara a hablar para luego terminar y marcharse, sin embargo no hablaban, el silencio reinaba y los sentimientos no estaban en un camino adecuado, era un vendaval de gritos silenciosos y de lágrimas reprimidas. Amanda se rindió y sacó las llaves de su bolso, al meter mano sintió el papel de la compañía, arrugado, maltratado y fuera de lugar, su ágil mente le hizo pensar que probablemente Nico lo haya visto y eso sería una explicación razonable a su actitud.

- Sabes, rechazaré esta petición, no me gusta. Al parecer esas palabras harían a Nico sentir un poco mejor, pero el punto no era ese, el talento de Amanda no es suficiente para alcanzar los sentimientos de Nico en ese momento, fue todo lo contrario, todo el fuego acumulado en su interior hizo combustión e incineró al Nico calmado y normal, sacando a relucir a un muchacho impulsivo, impotente e inmaduro. - ¿Por qué haces eso? Tú tienes talento, debes aprovecharlo, la vida no es fácil, ¡Yo me esfuerzo, me desvelo, trabajo el doble o el triple y no he conseguido nada! En cambio tú, sin ningún esfuerzo me has superado ¡Esto no es justo, la maldita vida no es justa! A los empresarios no les importa el esfuerzo realizado por uno, ellos sólo quieren resultados y yo no se los puedo dar por más que me esfuerce ¡No te das cuenta, con tan poco has hecho más que yo, te odio!

El rostro de Amanda se eclipsó por la tristeza de sus ojos, que se habían vuelto rojos a causa de las lágrimas, su cuerpo se paralizaba como si un demonio se hubiera aparecido frente a ella, y miles de respuestas cruzaban su mente de una manera tan rápida que no podía leer ninguna, se quedaba callada, triste y sola. Las manos de Nico dejaban ver venas donde antes no existían, la saliva que tragaba sabía a sal y amargura, los poros de su rostro se abrían como si se encontrara en un baño termal, el ardor de sus Pensamientos inundaba su cuerpo, sabía que debía limitarse, él no era así, tenía enfrente a una hermosa mujer que lo quería, no sabe por qué le gritó de esa manera hasta agredir sus sentidos, aunque en el fondo lo sabía, no encontraba palabras para justificarlo y redimirse de su error.

La envidia es un monstruo que va creciendo en nuestro interior, se va alimentando de éxitos y fracasos, gente es feliz con el fracaso de otros, gente que envidia éxitos de sus rivales, eso va alimentando el monstruo interior hasta que llega el momento de consumirnos. Amanda no tiene la culpa de tener ese talento y Nico no tiene la culpa del sistema en el que vivimos, sabemos de la injusticia divina que existe, unos nacen con mejores capacidades que otros, pero el esfuerzo siempre crea recompensas; Nico deberá esforzarse cada vez más y ver en Amanda una fuente de inspiración y una meta, llegar a su nivel en base a esfuerzo, ya que al no tener talento, el esfuerzo es el único talento que se puede llegar a pulir.

Ante el inminente silencio, la ira se transforma en tristeza, Nico y Amanda se miran fijamente, no hay nada que decir, pero la mirada habla más, un paso hacia adelante, una mordida de labios, una inclinación en la mirada son la luz verde para un fuerte abrazo de perdón, una señal de un error en la manera en cómo se dicen las cosas, que aunque ciertas, no deben decirse así, hay maneras y lugares, los errores son buenos porque ayudan a ser mejores, esperemos que esto suceda con esta interesante pareja y con nosotros quienes alguna vez hemos envidado, porque si existe la envidia es porque existe algo que debemos superar.

Colaboración de Nirvana
México