Texto publicado por El Atlante
Una declaración para mi novia Paolita que comparto con bw.
No, no fue casual, Se que manos invisibles hilaron esta música de almas que vibran con el mismo diapasón. Manos de un destino antojadizo, que sabe de paseos sobre la luz del alba y desea que nosotros también paseemos alegres entre la amanecida luz plata. Y a ese ángel, o luna o centella milagrosa o quien fuese que hiló nuestro encuentro, le doy las gracias. Gracias pues por ti, conocí a alguien, otro ángel o luna o niña hecha de la misma materia de una aurora boreal. Por fin alguien que lanza hacia el mismo cielo que yo las notas de una misma canción. Por fin alguien que se pare al tiempo que yo a respirar de madrugada la penetrante fragancia de un jazmín que aún vela despierto en un balcón. Por fin alguien que se sonríe como yo ante la gracia de un colibrí en una ventana. Por fin alguien… ¿quizá un ada? Yo se que sí, capáz de colarse conmigo tras las cortinas de un sueño, y adentrarnos en un halo de luz blanca y jugar con esa luz, hasta pasar por todos los colores culminando en el azul. Por fin una personita adornada de flores, que me entiende y yo a ella cuando hacemos guiños a la fantasía y al misterio. Gracias a la luna, al sueño, al ángel, al halo multicolor y cómplice, y gracias a ti mi querida Paolita, porque con tu encanto extraño y enternecedor haces carambolas de dicha en el centro de mi ser.