Texto publicado por Rody Armando Mora

COMO VIVIR LA VIDA.

Dejemos de evaluar los acontecimientos de nuestra vida, como buenos y malos, pues finalmente los parámetros que utilizamos para esa clasificación, no son nuestros. Estos parámetros están basados en las ideas que las personas, como nuestros padres, maestros, amigos, sacerdotes y la sociedad en general han puesto en nuestras mentes, desde que éramos niños.

Si dejamos del lado todos estos parámetros, podremos dejar de ver y evaluar la vida, para entonces empezar a vivirla y disfrutarla. Finalmente, los acontecimientos de nuestra vida no son buenos ni malos en sí. Esto depende de nuestros valores, razonamientos, creencias, expectativas, etc.

Lo que es bueno para un europeo, puede no serlo para un africano, etc.
Dejemos de juzgar y vivamos. De cualquier manera lo que sucede es así y no tiene mucho caso que nos empeñemos en pensar si es bueno o malo, porque así nos perderemos todas las experiencias que vivamos.

Las experiencias que vivimos debemos vivirlas con profundidad y no en longitud. Por eso nos las perdemos, en muchas ocasiones, tratando de prolongar las agradables, desviamos nuestra atención y dejamos de disfrutarlas. Es un hecho que todos debemos vivir experiencias placenteras y experiencias desagradables, pues estas experiencias son las que hacen que la vida tenga sentido y que nos desarrollemos como seres humanos.

Una persona que sólo viviera experiencias agradables, sería un ser humano muy limitado en su capacidad de comprensión y consciencia. La vida, como todo en el universo, está en constante movimiento. El día y la noche, el frío y el calor, lo viejo y lo nuevo. El hecho de que el ser humano pretenda únicamente vivir en un extremo de las situaciones, como pueden ser los sentimientos, son lo que le provoca Frustración.

Un ejemplo de esto es el Matrimonio.

El ser humano pretende eternizar el sentimiento de amor que se le tiene a la pareja y por ello, firma un documento legal y otro religioso, pretendiendo que con eso, el sentimiento de amor que siente hacia la otra persona será una vivencia permanente.

Posteriormente se da cuenta de que no es así y viene la decepción, en la cual uno se siente engañado y culpa a la pareja de haberle hecho creer que el amor duraría para siempre. Nadie es culpable de ello. Sí él dijo que la quería para siempre, es verdad. Cuando lo dijo su amor era tan grande que sentía que la vida era poca cosa, en cuestión de tiempo, para el amor tan grande que sentía por ella, y a ella le pasó lo mismo.

Entonces el sueño se termina. Así pues, debemos ver que la vida es un cambio constante, de situaciones, experiencias y sentimientos. La característica principal del sentimiento es su temporalidad. Un sentimiento nunca puede ser permanente. Nada lo es. Tú no podrías firmar un documento prometiendo que vas a odiar a alguien por el resto de tu vida.

O que estarás triste por 50 años. Siempre que sientas felicidad, posteriormente vendrá la tristeza y luego la nostalgia y así sucesivamente se irán presentando uno a uno los sentimientos. La clave para no sufrir mucho, es no apegarse a ninguno de ellos. Acepta la felicidad y también la tristeza. Si aceptas todos los sentimientos, verás que tu angustia desaparece. En ocasiones cuando nos sentimos muy felices, empezamos a angustiarnos pensando cómo vamos a prolongar ese sentimiento, o que hacer para que el sentimiento no se termine.

Sin darnos cuenta, en ese momento, paradójicamente, el sentimiento se termina. La vida es paradójica, y no lógica. La lógica es un instrumento de la mente que nos sirve para resolver ciertas situaciones a lo largo de nuestra vida. Podemos resolver una gran cantidad de problemas utilizando esta herramienta. Pero la lógica, no tiene nada que ver con los sentimientos.

La mente sólo debemos utilizarla cuando sea aplicable y necesario. Los sentimientos están en un plano diferente de la razón. Nosotros nos confundimos tratando de resolver situaciones sentimentales a través de razonamientos. Es una regla que tú te enamores de la persona que, lógicamente, es la que menos te conviene. Si piensas que eres feliz, te estás engañando.

El día que seas feliz, lo sentirás, no lo pensarás. La felicidad es una cualidad de los sentimientos, no de la razón. Tal vez sea por ello que la gente rica, generalmente, no es feliz. Estamos buscando la felicidad con la herramienta equivocada. Debemos aprender a vivir aceptando todas nuestras experiencias como seres humanos, sin aceptar las cosas buenas y negar las cosas malas.

Lo cual no debería de ser aprendido pues antes de que nos educaran así era. Antes de aprender, nada era bueno o malo. Los sentimientos, entonces, no son en sí, buenos o malos. Pero lo más importante, tú no eres los sentimientos. Es decir, tú no eres la tristeza, ni la angustia, ni la felicidad, ni ningún otro sentimiento.

El problema se presenta cuando pensamos que nosotros somos lo que sentimos. si te sientes triste, piensas que esa tristeza eres tú, no es así. Uno cae en depresión cuando no puede desapegarse del sentimiento.
En esos momentos cuando el sentimiento nos embarga en cualquiera de sus formas, hagamos una pausa. Respira lentamente 2 veces y sólo observa.

Trata de observar a la distancia el sentimiento que ocupa tu mente en ese momento y poco a poco la intensidad se irá reduciendo. Si lo haces, verás que aún sentimientos como la tristeza y la nostalgia, se pueden disfrutar. La clave está en observarlos y no tratar de evitarlos. No trates de evitarlos.

Si aprendes a vivir con ellos, de lo cual no tenemos otra opción, más que tratar de evitarlos, lo cual nos genera infelicidad, veremos que es posible disfrutar aún de esos sentimientos. Cuando quieras llorar sólo hazlo. Verás que es una experiencia que puede ser disfrutable.

Si alguien llora a tu lado, acompáñalo, no se requiere que lo apoyes, tratando de evitar el llanto. Sólo apóyalo sin decir absolutamente nada.
Nosotros pensamos que siempre debemos decir algo. No es así. Cuando amamos a alguien, las palabras sobran. Cuando estamos enamorados realmente, sentimos que las palabras no alcanzan para expresar el amor que sentimos.

Tú puedes sentarte en silencio con la persona que amas por horas. Verás que no se necesita de ninguna palabra y sin embargo ambos están compartiendo ese amor. Desafortunadamente, cuando amamos a alguien, nace el deseo de prolongar ese sentimiento de manera indefinida. Nace el miedo a perderlo. Lo que tememos perder es la experiencia de estar enamorado, pero nosotros creemos que la experiencia, es la persona que amamos.

Pensamos que si la persona que amamos, nos abandona, casi moriremos.
La otra persona NO es el amor. El amor es el sentimiento que nos provoca, pero ese sentimiento está dentro de nosotros, no fuera. Por eso un día la vimos pero no la amábamos, otro día la vemos y sentimos que no podemos vivir sin ella. Cuando pasa el tiempo, nos damos cuenta de que no la necesitábamos tanto como pensábamos para seguir viviendo.

El amor siempre estuvo dentro de nosotros, pero siempre enfocamos nuestros sentimientos y pensamientos hacia afuera, en vez de hacia adentro. De ahí que tienes que amarte a ti primero y luego podrás amar a los demás. El otro problema es que, cuando amamos, se despierta en nosotros el sentimiento de posesión, aunado al hecho de querer eternizar ese amor, pensamos en la forma de poseerlo para no perderlo.

Consideramos que si tenemos a la persona siempre con nosotros, nunca dejaremos de sentir ese amor. Pero el amor, se siente, no se piensa.
El amor no es sujeto de lógica y no importa lo que pensemos hacer, no podremos hacerlo permanente. Cuando nos enamoramos de la pareja, la conocimos como era libremente. Cuando la amamos, empezamos a coartar esa libertad.

Empezamos a negociar con nuestro amor. La amaremos si cumple con ciertas condiciones y una de ellas, es que no ame a nadie más. Empezamos a modificarla. Ya no es la misma persona de la que te enamoraste, pues ha pedido lo más importante, su libertad. El hecho de que una persona deba sacrificar su libertad para seguir siendo objeto de tu amor, es una herida que se queda en el fondo de su corazón y con el paso del tiempo, habrá de salir.

Aunado a esto el amor no es contable. Tú no tienes una capacidad de amar limitada. No puedes amar a 5 personas y la sexta se queda fuera. Se puede amar a 2 personas al mismo tiempo, y a 3 y a muchas más. Sólo que hemos aprendido que eso no está bien. Sin embargo, eso sucede y nos genera un sentido de culpa, por esa valoración de bueno y malo.

Ama a quien quieras. La capacidad de amar es infinita. Tratar de limitarla nos genera angustia. Y si las reglas de la sociedad y la religión indican que amar infinitamente está mal, nos debemos de sentir culpables. Así nacen los gobiernos y las religiones. Son los organismos creados que indican lo que está bien y lo que está mal. Nosotros por naturaleza, sabemos (sentimos) lo que está bien y está mal.

Desafortunadamente, cada vez más, buscamos la respuesta a todo en el exterior. Fuera de nosotros. ¿Acaso requerimos que un gobierno o una religión nos diga que matar a un semejante es malo? Siempre que tengamos que hacer algo porque alguien más lo dice, nos sentiremos frustrados.

El valor más grande es nuestra libertad. Por eso el matrimonio fracasa, o se vuelve una jaula de oro. Entregar nuestra libertad a cambio de un amor, es un mal negocio. Pero el miedo, también nos orilla a hacer malos negocios. Por miedo a la soledad, hacemos muchas cosas, que de otra forma no hubiéramos hecho.

Por miedo a la muerte, también. El miedo es un sentimiento más que tratamos de evitar constantemente. Si tienes miedo, hazlo consciente. No lo evites y empezará a desaparecer. Si permanece ahí, sólo obsérvalo. Tú no eres el miedo. De hecho, el miedo más grande que sentimos es a la muerte. Paradójicamente, si te olvidas de lo que dicen las religiones, y pierdes el miedo a la muerte, empezarás a disfrutar de la vida.

Ese miedo a la muerte (y al castigo eterno) nos acompaña toda la vida, evitando que podamos tranquilamente disfrutar de ella. Al perder el miedo a la muerte, empiezas a disfrutar de tu vida. Inacción. Por qué siempre tenemos que hacer algo al respecto de cualquier cosa. Una de las cosas que genera angustia es la pregunta ¿qué voy a hacer? si pasa tal o cual cosa. En muchas de las ocasiones, lo mejor que puedes hacer es, no hacer nada.

El universo sigue adelante por sí sólo, porque habrías tú de hacer algo al respecto. Tú no tienes que hacer nada para que mañana salga el sol.
Tú no tienes que hacer nada para que tu corazón siga latiendo, de hecho ni siquiera piensas en ello. En muchas ocasiones pensamos que todo lo que sucede requiere nuestra acción. No es así. No existe ningún propósito en la vida, más que vivirla.

Colaboración de Lao Tzu
México