Texto publicado por Francisco Marfil Jiménez
Un monólogo, yo era tan feo....
Yo era tan feo que, cuando nací, el médico preguntó donde estaba la cámara
oculta. Era tan feo que, cuando nací, el doctor me tiró al aire y dijo: "si
vuela es murciélago", y luego me tiró en el agua y dijo: "si nada, es
cocodrilo". Era tan feo que cuando nací, el doctor me dio la cachetada en la
cara. Luego fue a la sala de espera y le dijo a mi padre : "Hicimos lo que
pudimos... pero nació vivo", y en lugar de felicitar a mi papá, lo golpeó.
Era tan feo, que mi madre, cuando nací, no sabía si había sido un mal parto
o una buena cagada. Incluso, mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la
placenta. Como era prematuro me metieron en una incubadora... con vidrios
polarizados. Era tan feo, que cuando nací no lloré yo ¡lloró el doctor, mi
papá y mi mamá! Mi madre nunca me dió el pecho porque decía que sólo me
quería como amigo, así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda. Era
tan feo que a los 3 meses aprendí a caminar, porque nadie me alzaba. Era tan
feo que cuando era chico, me acariciaban con una rama. Era un niño tan feo,
pero tan feo, que un día mi mamá me llevó de camping y en la noche, los
coyotes prendieron fogatas para que no me acercara. Era tan feo que cuando
jugaba al escondite nadie me buscaba. Nací tan feo que cuando era niño, por
las noches, mi "angelito de la guarda" dormía en la habitación de al lado.
Yo siempre fui muy peludo: a mi madre siempre le preguntaban: "Señora, a su
hijo ¿lo parió o lo tejió?" Mi padre llevaba en su billetera la foto del
niño que venía cuando la compró. Pronto me di cuenta que mis padres me
odiaban, pues mis juguetes para la bañera eran un radio y un tostador
eléctrico. Una vez me perdí, y le pregunté al policía si creía que íbamos a
encontrar a mis padres; me contestó: "No lo sé; hay un montón de lugares
donde se pudieron haber escondido". Era tan feo que me exhibían en una feria
por teléfono. Era tan feo que cuando me despertaba, el sol se escondía. Era
tan feo, que no podía dormir, porque cuando venía el sueño, lo espantaba.
Era tan feo, que me dolía la cara. Era tan feo que los ratones me comieron
el documento y dejaron la foto. Cuando fuí al zoológico los monos me tiraban
galletitas. Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para
que el perro jugara conmigo. Cuando me secuestraron, los secuestradores
mandaron un dedo mío a mis padres para pedir recompensa. Mi madre les
contestó que quería mas pruebas. Tuve que trabajar desde chico. Trabajé en
una veterinaria y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo. Un
día llamó una chica a mi casa diciéndome: "Ven a mi casa que no hay nadie".
Cuando llegué no había nadie. Era tan feo que el psiquiatra me hacía acostar
boca abajo. El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que
quería escuchar una segunda opinión. "De acuerdo, además de loco es usted
muy feo", me dijo. Una vez, cuando me iba a suicidar tirándome desde la
terraza de un edificio de 50 pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras
de aliento. Sólo dijo: "En sus marcas, listos..." El último deseo de mi
padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado
a la silla eléctrica... Era tan feo, pero tan feo, que cuando mandé mi foto
por e-mail, el antivirus la detectó. Era tan feo que me miraban dos veces
porque la primera no se lo creían. Era tan feo que convertí a Medusa en
piedra. Encima, me echaban del tren fantasma porque "asustaba demasiado".
Era tan feo que asustaba hasta los ciegos. Era tan feo que cuando me miraba
en el espejo, el reflejo se hacía a un lado. Era tan feo que hacía llorar a
las cebollas. Era tan feo que tiré un boomerang y éste no regresó nunca mas.
Era tan feo que cuando iba al banco, apagaban las cámaras de seguridad. Era
tan feo que cuando fui a la casa de los espantos... regresé con una
solicitud de empleo. Sí, amigos, yo era tan feo, tan feo, que una vez me
atropelló un auto... y quedé mejor. Y ahora soy, apenas... feo.firma :
El feo