Texto publicado por Leandro Benítez
¿Se acuerdan del último relato que escribí en el juego literario de Fátima? Me quedé con ganas de continuarlo...
Del diario de Isabela
Jueves, 28 de mayo de 112 D.r.
Hoy me llamó Andrés. Dice que quiere verme, quiere contarme algo.
Me encanta que me cuente cosas... Pero creo que esta vez no será nada de historia que tanto le interesa, ni de su trabajo de traductor.
La última vez que nos vimos hablábamos de cómo era la vida hace más de 100 años.
"Antes de la revolución. Muchas cosas que ahora nos parecen lo más normal, en aquellos tiempos eran un sueño o sólo eran para los que tenían mucho dinero. Por ejemplo, no existía el derecho universal al alimento y la vivienda. Esas dos cosas había que pagarlas. En realidad casi por todo había que pagar. Al parecer lo más importante era ganar lo más posible, y tener la mayor cantidad de dinero o lujos.
Pero esa manera de vivir , además de hacer infelices a la gran mayoría de personas, estaba destruyendo el planeta. Siempre hubo personas que criticaron aquello, pero casi fue demasiado tarde cuando los gobiernos de algunos países decidieron que era urgente cambiar ya mismo la cultura y la economía. Entonces fue cuando se creó el gobierno mundial, y se empezó a aplicar el análisis y modificación de conducta en todos los aspectos de la vida de la gente. Antes lo más normal era castigar el mal comportamiento, así que si ibas en el coche a más velocidad de la permitida te multaban, si robabas te metían en la cárcel, los padres castigaban con golpes, gritos, humillaciones, haciendo pasar vergüenza a los hijos si no hacían lo que debían o no se comportaban, pero si hacían las cosas bien rara vez decían algo. Para nosotros usar el reforzamiento positivo y evitar lo más posible el castigo es lo más natural, y sabemos que da muchos mejores resultados, pero para ellos no."
¡Recuerdo casi cada palabra que me dice! Esa vocecita queda resonando en mi cabeza... Ya sé lo que quiere decirme. Cada vez que me mira y me sonríe, cada vez que me da un beso al saludarme, lo sé. Y yo quiero decirle lo mismo.
Espero que venga pronto. ¡Ya hice mi helado especial que tanto le gusta!
Y ahora me acuerdo de aquella canción del siglo 20... "El amor es un espacio donde no hay lugar para otra cosa que no sea amar".
Voy a pedirle que me la cante, ¡seguro él la conoce! Y entonces, si no me lo dice él, se lo diré yo... Sin palabras.