Texto publicado por Brenda Stéfani

ensayo: el valor del amor

Octubre 2013
EL VALOR DEL AMOR
Por Brenda Stéfani

¿Cuál es el valor del amor para el ser humano?
Esta es una pregunta que si nos hiciéramos conscientemente nos puede llegar a perturbar, El amor es un sentimiento demasiado complejo para nosotros, tanto que es inevitable no pensar en los conflictos que pueden generarse en nuestra mente y pueden llegar a surgir desde una pregunta básica como esta: ¿será que la otra persona nos corresponde?, o puede ser algo más complejo como tratar de determinar la importancia que tiene el amor para cada uno de nosotros.
Sin embargo ocurre que llegamos a devaluarlo de tantas formas que sin tener en cuenta perdimos de vista la importancia de este sentimiento que es la esencia de nuestra vida.
Lo hemos reducido a detalles absurdos e insignificantes, lo utilizamos como un recurso rápido para vender más, lo hemos vuelto algo empalagoso, hartante para muchos y hasta si se puede decir, algo descartable. Por ello realizamos este trabajo para intentar crear una especie de debate sobre uno de los temas más subjetivos como lo es el amor.
Entonces nos atreveremos a responder esta incógnita y para ello utilizaremos las citas del escritor argentino Julio Cortázar y el psicoanalista alemán Erich Fromm que nos servirán de mucha ayuda para aclarar mejor nuestras ideas.
Cuando llegamos a nuestra adolescencia, nos suele suceder que al conocer a una persona, nos fijamos en todas las virtudes que posee, las convertimos en una especie de “ídolo/a” que inunda nuestros pensamientos y cuando llega el momento en el que nos cruzamos con ella, no siempre somos capaces de dirigirle la palabra, la idealizamos y confundimos estas sensaciones con el amor, y suele ser algo pasajero, algo que a lo largo del tiempo se va desvaneciendo hasta que nos damos cuenta que todo lo hemos creado en nuestras mentes, que la hemos idealizado a nuestro gusto y es eso, un personaje irreal que creamos al aumentar nuestras ilusiones causadas en principio por la admiración que sentimos hacia esa persona, esto es el enamoramiento, y esto suele ser lo que nos confunde, pero lo veremos más adelante.
Mientras tanto el filósofo y psicoanalista Erick Fromm nos explica en una frase a lo que nos estamos refiriendo.
“tengo que conocer a la otra persona y a mí mismo objetivamente para poder ver su riealidad o más bien para dejar de lado las ilusiones, mi imagen irracionalmente deformada de ella” (Fromm: 1959: página 27:)
Desafortunadamente, hoy en día la palabra amor se encuentra sumamente desvirtuada y se utiliza con una facilidad realmente preocupante, volviéndola frágil e inexacta. Una palabra que supuestamente debería reflejar el más puro sentimiento que existe, y de una manera tan sencilla fue alcanzada por el comercialismo, la conveniencia y el materialismo; los medios nos dicen que para decir a alguien lo que sentimos regalemos flores o chocolates, que expresemos nuestro interés con tarjetas y frases prefabricadas, además de que nos es tan fácil usar esa palabra: porque utilizamos expresiones de afecto en cualquier persona solamente por moda, la escuchamos todo el tiempo y con el uso excesivo le dimos otros valores.
Como cuando nos referimos a alguien como nuestro “amor”, y al día siguiente nos interesa otra persona, ¿qué no era nuestro amor?. O cuando nos referimos al practicar el sexo como “hacer el amor”, ¿si en verdad no la amamos, y solo hay sexo?
si a todo lo anterior le sumamos la falta de imaginación y el interésperdido que se llega a dar entre las personas que caemos fácilmente en la monotonía, ¿a esto lo podemos llamar amor?, realmente sería muy desalentador verlode esta forma.
lo que pasa es que la monotonía la permitimos nosotros al perder la capacidad de sorprender o ser sorprendidos, al conformarnos con lo que el entorno nos dice; somos patéticamente individualistas mientras que lo que realmente sentimos es que necesitamos de los demás. Por esta razón no debemos caer en el egoísmo, porque eso distorsiona nuestros sentimientos al llegar a pensar solamente en lo que nos da o no nos da la otra persona, tampoco el amor tiene que ver con eso.
No podemos negar que el entorno nos afecta. Nos tratan de imponer que para expresar nuestros sentimientos hacia los demás solo contamos con nuestras palabras, aunque muchas veces ya no nos alcance porque consideramos que ya no nos sirve de mucho, que ya no es suficiente el significado que ahora lleva después de que la hayamos reducido tanto, nos es más difícil comunicarnos porque estamos en la búsqueda de la originalidad y al perder esta palabra, nos bloqueamos, ya no nos convence un “mi amor” porque si, en esta idea nos ayudará el profesor y reconocido escritor de nacionalidad argentina, Julio Cortázar con esta frase tan sencilla pero a la vez profunda y cierta:
“Sin la palabra no habría historia y tampoco habría amor, seríamos como el resto de los animales, mera sexualidad (conferencia de Julio Cortázar, 1981)
Este sentimiento puede ser expresado de muchas formas ya que al no ser cuantificable ni calificable, no existe una sola palabra precisa para ello, por lo que la monotonía se puede romper de mil formas de tal modo que el sentimiento sea algo evolutivo y no devaluativo. La monotonía la creamos nosotros al cerrar nuestras aspiraciones a lo que nuestro conformismo nos lleve.
Basamos nuestra capacidad de amar únicamente en nuestras ideas y ambiciones, nos olvidamos de que el amor está formado por dos personas y que esa otra persona tiene sus propias pretensiones y espera de nosotros lo mismo que esperamos de ella, volvemos a recurrir a Erick Fromm que nos muestra una de las maneras más frecuentes de caer en el hastío y porque no, una forma común de perdernos en otros caminos alejándonos del amor.
”Cuando dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial“. (Fromm. 1959: 6)
Esto no siempre suele suceder, nos ocurre cuando no aclaramos lo que realmente sentimos, no es lo mismo amar que estar enamorado, ya que el enamoramiento es un estado pasajero en el que realzamos y sobrevaloramos más a aquella persona por la que decimos “sentir amor”.
podemos decir que estamos enamorados pero al estarlo solo la recreamos de la misma forma en la que lo hacemos cuando dibujamos un auto retrato, en él podemos agregar, cambiar, y arreglar a nuestro gusto la imagen que estamos proyectando, en el enamoramiento ocurre lo mismo.
Imaginamos cualquier cantidad de virtudes, fantasías y sentimientos que cuando vemos lo que realmente ocurre, ya es muy tarde porque nos dimos cuenta que todo pasaba en nuestra mente y no estaba en la realidad.
Como habíamos dicho en el inicio de este trabajo, el enamoramiento es parte de un conjunto de sensaciones que no duran mucho tiempo y suele confundirse con el amor debido a la intensidad de todo aquello que en ese momento parece lo más fuerte que podríamos sentir.
y esto es lo que nos lleva a formar esa imagen distorsionada e irreal de la otra persona, y el error que cometemos no está solo en eso, sino también está en que esperamos que esta persona cumpla con nuestro ideal anhelado.
Sin embargo el amor es algo mucho más intenso, quizá las sensaciones físicas se lleguen a disminuir, pero el sentimiento es mucho mayor a el enamoramiento ya que al amar a una persona debemos ser capaces de ver lo que tiene y lo que es y quererla con todos sus defectos y virtudes, sin buscar cambiarla en nada o que decida cambiar por nosotros, el amor va mucho más allá de las características superficiales o rasgos físicos que presente la otra persona, se trata de valorar todo su ser completamente, entregarnos en un estado de armonía en el que la convivencia signifique la aceptación mutua complementada con el cariño profundo, la estimación, la admiración, la tolerancia y la comunicación, es lo que debería convertirse en un todo que complemente para que el amor sea como debe de ser.
Pero lo que ocurre es que esperamos que la otra persona nos pueda dar justamente lo que queremos, casi adivinándolo, no tomamos en cuenta que recibiremos el efecto de lo que damos, que el amor que nos llega tiene un valor reciproco al que otorgamos; que si recibimos un amor monótono y frío, es porque fue justamente eso lo que dimos y que, por lo tanto, el valor de nuestro amor lo establecemos nosotros mismos.
Aunque es muy cierto que hay algunas ocasiones en las que recibimos mucho más o menos de lo que damos y es entonces cuando ese valor está dado por la otra persona con la que compartimos.
¿Contradictorio?
Es que así es el amor: es paradójico e inestable, indefinido e incalculable, blanco y negro al mismo tiempo, es extremo y raro.
Su valor es totalmente subjetivo y podemos verlo en este ejemplo: Supongamos que en una pareja de personas que dicen amarse una puede sentir que ese amor lo es todo, para la otra puede significar una experiencia en su vida nada más, ¿Entonces solo una de ellas siente amor?
Por eso Es también muy variable pues al inicio de toda relación la “cantidad de amor” con la que se cuenta, con el paso del tiempo puede verse afectada de dos formas distintas: tal y como dice Fromm: puede caer en la monotonía y terminar extinguiéndose; o, por el otro lado madurar y convertirse en algo más grande que nos haga realizarnos como personas maduras y plenas y es esta situación justamente la que no nos permite definirlo o calcularlo, porque es algo que supera todas las razones que podamos comprender, casi como llegar a otra dimensión.
Muchas personas han intentado conceptualizarlo, escritores, músicos, pintores, poetas, en fin, todo tipo de artistas; pero ninguno ha logrado expresarlo de tal forma que se le pueda considerar como el concepto real y definitivo; porque cada uno de ellos solo puede decir lo que es para ellos mismos el amor ya que, al ser un sentimiento, cada persona lo expresa de acuerdo a su propia experiencia y forma de pensar y sentir, y no hay en el mundo dos personas que realmente sientan al amor del mismo modo. Aunque si debemos reconocer que el arte es la mejor manera de liberar y plasmar de alguna forma ese sentimiento y todo lo que en él implica.
Entonces ¿Podríamos decir que el valor del amor se puede comparar con el valor de una obra de arte?, sería muy extraño decirle a alguien, “te amo tanto como la quinta sinfonía de Beethoven” y que tal si a esa persona en particular le gusta el rap y nuestra expresión le hace sentir que no la queremos o peor aún ¡ni si quiera nos entienda!, eso sería muy específico y causaría muchos problemas.
Algo muy importante que debemos tomar en cuenta es entender que el amar es un riesgo ya que la persona que ama debe ser capaz de entregarse a sí misma de una forma total y desinteresada y creemos que esa es la parte en la que fallamos, porque siempre esperamos algo a cambio, queremos ser amados en la misma cantidad y forma que nosotros amamos. Pero ¿realmente sabemos amar?
No existe alguien calificado para decirnos cuál es la forma y cantidad correcta de amor que debemos dar o recibir y mucho menos para decidir el valor del amor que entregamos.
Cabe aclarar que con este trabajo no pretendemos que cada persona que lo lea se sienta desencantada o decepcionada por el amor que ella misma sea capaz de dar, simplemente buscamos respondernos esa duda que en el fondo sentimos pero que no nos atrevemos a enfrentar por miedo a resultar deficientes en el arte de amar.
Después de dar tantas vueltas a nuestra pregunta inicial, nos atreveremos a intentar dar una respuesta.
nosotros entonces, compararemos el amor con la música, porque tiene tantas formas como distintos ritmos existen, es universal y no hay un tipo de música estándar ya que es lo suficientemente variada para que existan tantos géneros como el gusto de todas las personas, no sabemos si lleguemos a encontrar alguien a quien no le guste la música Así como tampoco encontremos a alguien que no desee amar o ser amado; por eso hay personas que al escucharla llegan a sentir que todo su ser vibra al compás de cada nota, de la misma forma en que una persona que siente la intensidad del amor suspira con cada latido de su corazón.
Para alguno de nosotros el amor puede ser como una dulce melodía de orquesta, que nos calma y nos inspira, mientras que para otros será como el rock, intenso y fuerte, ; pero con algo en común, sin importar el ritmo, se vive y se disfruta de una manera muy particular, como cuando de casualidad escuchamos una buena canción que al igual que el amor tiene un inicio, un clímax y un desenlace final. Muchas veces nos logra hacer reír, otras veces nos impulsa tanto que salimos a bailar,, nos gusta tanto que la cantamos, la gritamos y cambia nuestro estado de ánimo, incluso muchas canciones nos pueden hacer soñar.
Tampoco debemos olvidar que habrá canciones que nos harán llorar o sentir melancólicos aunque no podremos dejar de cantarlas porque son parte de las experiencias que nos ayudarán a vivir mejor.
Y siempre nos provocará algo que impactará en nuestro ser y creará un recuerdo que nos acompañará siempre que la “cantemos”.
El amor simplemente tendrá el valor que determinen nuestros ánimos de cantar o no y valdrá lo que vale Badinerie para los que nos gusten los conciertos de flauta o “soda Stéreo” para los que nos guste el rock; o quizá a veces su valor se dará por cuanto tranquilice o agite nuestro corazón, si es capaz de alegrarlo o entristecerlo con su letra y melodía, si nos pone a bailar o cantar o solo nos relaja y nos ayuda a dar un respiro.
Puede convertirse en nuestro disco favorito, ese que repetimos una y otra vez sin parar o ser aquella canción que evitamos escuchar para ahorrarnos el fastidio.
Pero siempre de una u otra forma tendremos una canción que queramos escuchar, tanto como deseemos vivir un amor que será nuestro más valioso y profundo sentimiento.
Bibliografía:
Cortázar Julio: Extracto conferencia, “Las Palabras” 1981
Fromm Erich: “El arte de amar”, México 1959