Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

Solo quiero mi muñeca...

Solo quiero mi muñeca…
Ayer volví a pasar cerca del puente de San José de la Luz y como el resplandor de un relámpago llegó a mi mente la imagen de aquel día negro que se aferró a mi cerebro con garras de acero y cada vez que se hacía presente provocaba no solo dolores en mi cabeza, sino en mi alma y corazón…
Aquel día fue una noche muy pesada, la guardia en el hospital estuvo muy solicitada, no entiendo porqué a veces la gente se enferma en conjunto y luego a nosotras las enfermeras nos toca atender a mayor número de pacientes… el llenado de reportes y expedientes provoca que salgamos mucho después de que termina el turno… en fin… ¿Qué le vamos a hacer?...
Ya fuera del hospital intenté encontrar aún el transporte que me llevaría a casa de mis padres para recoger a mis pequeños ya que cuando me tocaba la guardia nocturna los dejaba bajo su cuidado. Pero ese día estaba marcado por el destino y desde entonces no iba a casa de mis papás… No alcancé el camión, por lo que hice la parada a un taxi, pues se hacía cada vez mas tarde y de seguir así no llegaría a la escuela con mis hijos y todavía tenía que trasladarlos hasta el otro extremo de la ciudad… apuré al conductor, sin pensar que ese acto de manejar rápido puede causar muchos males a terceras personas… casi llegábamos, a nuestro destino, pero a pocos metros del puente se tuvo que detener pues adelante había pasado un accidente…
-Por favor señor ¿no hay otra vía para poder llegar?
-No, señora, lo siento mucho pero debemos esperar
Fue en ese instante que llegó a mis oídos el llanto de una niña y sin pensarlo bajé del auto y corrí hasta el lugar…era una pequeña casi de la edad de mi hija, al verla me quedé sin aliento, su carita llena de sangre, su cuerpo lleno de grasa y su llanto… aquel llanto lleno de dolor y angustia pidiendo a gritos la presencia de su madre…
Nadie me quiso ayudar a levantarla… nadie quería responsabilidad alguna… supliqué, rogué, exigí, maltraté… pero ni el cielo me escuchaba, la tomé entre mis brazos y lloré con ella, estuvimos así creo que una eternidad y por fin vino la ambulancia, acomodé su cabecita en mis piernas, quise darle aliento, pero su voz se fue apagando mientras decía: “dile a mi mamita que atravesé la calle porque quería regresar por mi muñeca”…
Nada pude hacer y viéndola morir entre mis brazos recordé como yo misma apuraba a aquel chofer por una tontería que podía costar la vida a alguna persona… siempre andamos con prisa buscando lo que nunca hallamos o hallando lo que no buscamos…
Ahora existen varios topes en el lugar, pero esto no devolverá la vida a una niña ni la felicidad a una madre… fin
…marylupis.