Texto publicado por SUEÑOS;
Tecnología; los nuevos celulares:
Todo lo que tenés que saber para comprar tu próximo smartphone.
Con el iPhone no hay muchas vueltas, pero elegir un Android es un desafío; las claves.
Por Ariel Torres.
Como ocurre con las computadoras, comprar un smartphone conduce a intentar decidir qué es más conveniente juzgando parámetros escritos en jerga y cuya naturaleza nos resulta por completo ajena. Es difícil que salga bien y, por eso, recibimos aquí en la Redacción innumerables pedidos de socorro antes de poner todo ese dinero en un nuevo teléfono.
La buena noticia es que los smartphones son computadoras, por mucho que tengan toda la facha de un teléfono, y por lo tanto los alcanzan las generales de la ley, con algunos pocos ajustes.
Display. Una pantalla grande es mejor, en primera instancia. Pero tené presente que por encima de las 4,3 pulgadas el equipo se vuelve más incómodo de manipular y de meter en el bolsillo. Con todo, la tendencia actual es hacia pantallas bastante grandes.
Disco duro. Los smartphones no tienen un rígido, propiamente, pero sí una cantidad de memoria flash que cumple el mismo papel. Se la llama almacenamiento interno y puede ser de entre 4 gigabytes (GB) y 64 GB. Cuanto más, mejor, porque ahí es donde vas a guardar tus fotos, videos y música. Por este motivo conviene que tenga una ranura para ampliar el almacenamiento con una tarjeta de memoria. Y ojo, no todo el espacio estará disponible. Una parte es usada por el sistema operativo. Un teléfono con 4 GB, por ejemplo, podría dejar sólo 2,4 GB para tus datos.
RAM. Lo que se llama memoria en los smartphones equivale a la RAM de tu PC, y su disponibilidad es crítica para el desempeño del equipo. Es, además, una cantidad fija, no podés ampliarla. Lo ideal es que tenga 2 GB de RAM. Con 512 megabytes (MB) de memoria usando las apps actuales va a comenzar a tener problemas de desempeño. Digamos que 1 GB es el piso.
CPU. Los cerebros electrónicos (o CPU) para smartphones pueden confundir al mejor preparado. Para empezar, usan dos, uno para cálculo y otro para gráficos (igual que en una PC, sólo que ahí podíamos cambiar la aceleradora de video cuantas veces quisiéramos; acá, no). Tienen nombres raros y frecuencias de reloj muy variadas, y hay muchas versiones. Simplifiquemos: a más núcleos, mejor desempeño. Pero, en general, la mejor guía es mirar el precio. Los teléfonos más rápidos son también los más caros. Pero, ¿de verdad necesitás gastar tanto? No, no siempre. Por ejemplo, Facebook consume mucha más capacidad de cómputo que el correo electrónico o que WhatsApp. Un smartphone modesto anda más que bien con el mail, Twitter y la mensajería.
Conectividad. Un smartphone debe tener Wi-Fi (para conectarte a Internet), Bluetooth (para conectarle un teclado, auriculares o vincularlo con el autoestéreo) y soporte para 3G (datos móviles).
Batería. Teóricamente, cuanto más miliamperios por hora (mAh) tenga la batería, mayor será la autonomía, pero esto depende mucho del consumo del equipo y esto, a su vez, del uso que le des. No hay fórmulas mágicas aquí. Más sobre la autonomía en: http://www.lanacion.com.ar/1508529.
Android. Cuanto más actual sea la versión de Android, mejor. La más reciente es la 4.4. Las 4.1 a 4.3 son las más difundidas entre los equipos nuevos. En general las apps son compatibles con 2.1 y 2.2 o superior, pero eso cambiará con el paso del tiempo.