Texto publicado por Jose Miguel Guerrero
Tras la sombra de la Luna - Uno de mis cuentos
Este lo hice hace muy poco,espero les guste
Tras la sombra de la Luna
El día es hermoso, por la ventana puedo ver a las mirlas saltando por el prado verde y llano, mientras cantan las melodías de la esperanza que hacen eco en las flores blancas de los saucos, el aire huele a los besos del primer amor, un perfume que mezcla el aroma del chocolate con el de los frutos del bosque y el sol ha ascendido como un pájaro de fuego que sin aletear cruza las nubes dejando por su camino sus eternas plumas que le dan a este ocho de Marzo el cálido abrigo de la luz. Un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar la promesa que hice, la cita que tengo con el destino y que me obliga a dirigirme caminando hacia el centro de la ciudad como un agradecimiento por el regalo de la vida. Debo ir a pie porque hace poco más de un mes tuve un accidente que echó a perder mi auto e hizo que tuviera el encuentro más enigmático de mi vida, que hoy voy a relatar:
Era la noche del seis de Febrero, yo había estado con mis amigos de la universidad en una pequeña fiesta, celebrando nuestro reencuentro después de vacaciones. Mas o menos a las once de la noche salí rumbo a mi casa, irresponsablemente tomé el volante sabiendo que tenía mas de cinco cervezas en la cabeza y avancé a gran velocidad en mi automóvil rojo. Vivía yo en una pequeña casa de campo ubicada en las afueras de la ciudad, para llegar allí podía tomar la autopista o la ruta alterna, que fue la que tomé aquella vez y consistía en una pequeña carretera empedrada, de aspecto colonial a la que le habían agregado unos postes de luz eléctrica con forma de faroles, de los cuales servían uno o dos, ya que los vándalos solían romperlos y las autoridades se habían cansado de reponerlos. Dicha carretera llegaba a un puente que pasaba por encima de un río bastante contaminado que se deslizaba lentamente mientras expedía un fétido de olor que hacía que cada vez menos personas se atrevieran a pasar por allí. Luego del puente un camino de tierra, por el que apenas cabía un auto, se abría paso entre un bosque artificial de sauces, pinos y eucaliptos hasta llegar a una zona donde se ubicaban fincas, cultivos y casas, donde se encontraba mi hogar.
Puedo recordar que era una noche extremadamente oscura a pesar de que la Luna estaba presente y se dibujaba como una galleta mordida por la sombra de la Tierra entre el mar de estrellas, pero su luz no alcanzaba a llegar a mi camino, aún con las luces de mi auto era difícil distinguir los objetos que se encontraban lejos, solo veía una parte del camino y supe que me acercaba al río cuando sentí el olor a alcantarilla que salía de todas las sustancias toxicas depositadas por las fabricas en aquel cuerpo de agua. Todo era oscuro y mis sentidos estaban alterados por el alcohol, solo recuerdo una música de flauta que se oía en las lejanías y me llamaba a su fuente, que no se sabía si era la tierra o el cielo, de repente un fuerte choque en la parte delantera del auto que provocó un rápido movimiento que me despegó de mi silla mientras sentía que todo daba vueltas vertiginosamente y luego sentí un golpe en la cabeza que me hizo perder el conocimiento.
Cuando desperté me sentía adolorido, mi cuerpo estaba empapado y apestaba, me había caído en el río. Las imágenes eran borrosas y a mis oídos volvió aquella música de flauta que me confundía aun mas, eran varias voces provenientes de todas partes que se entremezclaban formando un contrapunto disonante que llegaba a los rincones del alma, como queriendo contar una pena de muerte, era la voz oculta de la desesperanza, la armonía lúgubre hacía parecer que cada sonido fuera una noche en un bosque maldito y la oscuridad que describía con la melodía pareciera que solo terminaría con la luz del sol. Luego de unos minutos en aquel trance nocturno provocado por aquellas notas, la imagen ante mis ojos se hizo clara y fue allí cuando lo vi.
Era un hombre joven con cabellos blancos y grises como los de un anciano, su rostro era refinado y sus ojos azules mostraban una triste mirada que viajaba perdida en el cielo, su ropa negra era vieja y estaba rasgada en varias partes, estaba tocando una pequeña flauta de madera que parecía solo tocar la mitad de los sonidos, los que provenían de la tierra. Estaba junto a mí, sentado en una piedra frente al río, su figura era clara, parecía como si la Luna creciente le hubiera quitado toda la luz a la noche para enfocarla sobre aquel sujeto. Yo estaba perplejo, intente ponerme de pie y quise creer que estaba soñando pero me di cuenta de que no era así cuando aquel hombre dejo de tocar y me dijo:
- La música que escuchas es “La Sonata de la Sombra de la Luna”, es nuestro canto de despedida. El amor que ella me ha dado se ha hecho luz y el amor que yo le he dado se ha hecho sonido, yo reflejo su luz y ella devuelve mis sonidos. Mañana volveré a ser quien soy, la forma que ves desaparecerá y no podré hablar con ella, mi castigo por amarla es no verla en todo su esplendor y su castigo por amarme es ver como sus hijos han sido secuestrados por el hombre, quien en su afán de poder no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor; el río que muere lentamente, el bosque silencioso plantado por él, la selva habladora que me da abrigo, los niños que lloran en cautiverio y el lamento de sus padres por no poder evitar su separación. Te salvé la vida no debiendo hacerlo, tú eres uno de ellos, no entiendes nada, pero te necesito. Por favor, quiero que cada mes visites a mis hijos de día y los arrulles de noche, durante siete días partiendo desde mañana, ellos se encuentran en ese lugar.
Me entregó un papel que decía “Calle 70ª 18-12”, no conocía esa dirección y quise hacerle muchas mas preguntas, pero el miedo se apoderó de mi y en silencio vi como aquel sujeto se perdía entre el bosque artificial en dirección a una montaña selvática que había cerca de allí, luego guardé el papel en el bolsillo de mi chaqueta y caminé hasta llegar a mi casa, mientras reflexionaba sobre lo real de lo sucedido y sobre las palabras que me dijo ese hombre, estaba tan confundido que ni siquiera pensé en mi auto, solo quería dormir y olvidar la sonata que retumbaba en mis oídos.
A la mañana siguiente me desperté renovado, tenía puesta la pijama y no estaba oliendo a mal, todo había sido un sueño, me sentí completamente aliviado. Encendí el televisor sin levantarme de mi cama y estaban dando una noticia que me dejó helado: En una montaña selvática ubicada en las afueras de la ciudad habían encontrado tres cachorros de lobo, cerca a ellos había una cabaña donde había una cama vieja, una alfombra desgastada y rasgada, junto a esta un trozo de carne y una taza de leche, y sobre la cama un papel con una partitura toscamente escrita en cuyo titulo solo se entendía la palabra “Luna”. Los expertos no se explicaban porqué habrían lobos en este lugar y decidieron llevar los cachorros al Zoológico ubicado en el centro de la ciudad, en la Calle 70ª 18-12.
Luego de ver la noticia me levanté apresurado, vi que mi auto no se encontraba en casa y encontré en la sala de visitas mi ropa todavía mojada y maloliente, metí mi mano en el bolsillo de la chaqueta y saqué la pequeña flauta de aquel hombre, no recordaba haberla tomado pero ahí estaba, luego tomé el papel, por una cara estaba la dirección y por la otra estaba la siguiente nota:
“Te doy la flauta y en mi casa dejo la partitura, espero que puedas tocarle a mis hijos lo que yo nunca podré: La Sonata de la Luz de la Luna.
Gracias
Atentamente el Hombre Lobo”