Fichero publicado por Sir George

Brian Freeman: Jonathan Stride 02- Venganza

Amigos de BW!

Hoy les traigo el segundo libro de la serie Jonathan Stride, del autor Brian Freeman, para compartirlo con vosotros.

En esta oportunidad, dedico esta publi a mi amigo Germán ya que fue quien me invitó a sumarme a esta red (al fin una buena ajjaja).

Ger, te aviso que el título no tiene nada que ver con algo que esté planeando. El libro se llama Venganza. Ojalá puedas leerlo porque lo disfrutarás a pleno.

Les dejo una parte del prólogo para adentrarse en la historia.

Un abrazo, Jor.-

Dejó que la bata de seda cayera desde sus hombros, y la tela blanca se deslizó hasta formar un charco de pliegues de acordeón a sus pies.
Su cuerpo desnudo se convirtió en un derroche de color, bañado por el rótulo de neón que coronaba el patio del tejado. Letras gigantes trazaban el nombre de SHEHEREZADE por encima de ella, en destellos de verde y rojo. La luz se derramaba sobre su piel y pintaba psicodélicos graffiti encima de las urnas, las fuentes y las palmeras que adornaban la terraza de estilo marroquí.
La ciudad vivía de la luz. Rótulos chillones iluminaban el valle, pero sus nombres revelaban la verdad de dónde se encontraban. Las Arenas. Las Dunas. La Frontera. Reductos en mitad de ninguna parte. Santuarios de polvo y arena.
Allí donde no alcanzaba el brillo del neón, el tejado del Sheherezade estaba oscuro, como el negro desierto que acechaba la franja del Strip. No escudriñó las sombras. No vio que había un hombre esperándola.
Se sintió atraída por el agua azul y luminosa de la piscina. Se había duchado después de su actuación, pero aún sentía el calor del baile y anheló el impacto fresco del agua. Sin nada más que sus altos tacones, se deslizó por encima del mármol y rodeó el borde de la piscina. Un viento tibio y arenoso sopló sobre su cuerpo. Tras quitarse los zapatos de aguja y dar un paso por el trampolín, se sumergió en el agua con la gracia de una sirena, y luego nadó de costado y sin prisas hacia la parte poco profunda. Al ponerse en pie, el agua chorreó de sus pechos. Se pasó los dedos por el cabello negro y mojado.
Esto era el paraíso. Estaba hecha para vivir así.
Muy pronto, podría hacerlo en cualquier parte del mundo. Basta ya de espectáculos bochornosos con coros de aficionados. Basta de jugar a la ramera en los armarios. Hacía meses que había tomado la decisión de escaparse. Esta noche era la última; mañana sería libre.
Se preguntaba si lo echaría de menos: el poder que sentía en el escenario, la avidez en los ojos de los hombres mientras gritaban su nombre: «¡Amira!».
Amira Luz. La belleza española de piel oscura y ojos provocadores. Su cabello lustroso y largo. Su nariz afilada y angulosa como una hoja de acero. Su carne, repleta de sensuales curvas. Amira Luz, la diosa del Sheherezade.
Sí, lo echaría de menos. Aquello era Las Vegas, donde todo resultaba excitante. La voz de Sinatra, diamantes en un cuello femenino, incluso el humo de un cigarrillo recién encendido. Podía pasearse por todos los casinos y oír el rastro de susurros que dejaba tras de sí. Aquí era una estrella. Una vez que dejara atrás las luces brillantes, no podría volver; pero ya no seguiría siendo una prisionera.
Un fuerte chapuzón la sobresaltó. Con el corazón palpitante, se volvió para ver una forma lechosa que avanzaba hacia ella por debajo del agua. Quedó paralizada por el miedo, pero después se relajó, sonriendo: él había llegado rápido para sorprenderla. Sintió una oleada de deseo ante la expectativa de hacer el amor con él en la piscina.
—Eres un idiota —dijo alegremente, mientras él emergía del agua delante de ella, sólido y robusto y también desnudo.
Pero no era el rostro que ella esperaba ver. Lo conocía. Todos los días la miraba con lascivia en el casino. Un vicioso que no valía lo que un escupitajo suyo…

Si te gustó esta partecita del prólogo, te encantará lo que falta. Así que descarga y listo!