Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera
Mi esposa, el chofer y yo.
Mi esposa y yo estábamos listos para irnos a una fiesta.
Prendí la lucecita de noche y la contestadora.
Tapé la jaula del loro, saqué la gata al patio y pedí un taxi al sitio más cercano por si regresaba con aliento alcohólico. El taxi llegó rápido.
Cuando abrí la puerta que da a la calle para salir, la gata que estaba en el patio, se metió como bólido en la casa, y como no podemos dejarla adentro
porque siempre trata de comerse al loro, regresé para atraparla y sacarla nuevamente al patio.
La muy puerca cuando me vio, subió velozmente las escaleras y la tuve que perseguir.
Mientras tanto, mi esposa se sentó en el taxi y, como en general no quiere que nadie ni el taxista sepa que no habrá nadie en la casa durante toda la noche,
le dijo al chófer:
- "Mi marido viene enseguida; subió a despedirse de mi mamá"
Unos minutos después, subo al taxi y le digo al taxista:
- "Perdón por la tardanza", mientras el taxi arrancaba.-
Y comento en voz alta:
-"La muy estúpida estaba escondida debajo de la cama. La tuve que enlazar con una soga para sacarla. Trató de escaparse pero la agarré por el cuello le
di unas sacudidas para que se calmara pero comenzó a revolverse como loca... La tuve que envolver con una cobija porque la desgraciada me quería rasguñar...
¡Y funcionó!... Para evitar que se escapara, la arrastré del rabo por todas las escaleras y finalmente la tiré al patio.
Es una joda tener que batallar con ella cada vez que salimos!
¡Los ojos de mi mujer se abrieron desmesuradamente, y el taxista chocó contra un auto que estaba estacionado!