Texto publicado por verónica rodríguez mayorga

entrevista imaginaria al personaje que alegró mi niñéz, pumuki

El duende invisible, que se hizo invisible en nuestra memoria.

Por Verónica Rodríguez Mayorga.

El día era frío, la lluvia azotaba mi ventana, mis planes para salir arruinados, y mi recámara ¡un desastre!
Recogí zapatos y papeles, y cuando moví mi cama ahí estaba.
Ahí estaba ese diminuto hombre de cabellos rojos, viéndome asustado, limpié el chicle que lo pegaba al suelo por lo que se había hecho visible.
¿Pumuki?, pregunté.
-Sí, soy ese duende alemán, que nadie recuerda,- me dijo muy triste y aterrado de estar entre mis manos.
Temblando con el duende entre las manos, empujé mi cama a la pared, y me senté con él, toqué sus cabellos despeinados, y le ajusté sus pantaloncillos arrugados.
-¡Suéltame!, no me gusta estar bien vestido- dijo, empujando mis manos con sus manos diminutas.
Sonreí, al oírlo y recordar que éste duende alemán personaje principal de la caricatura Pumuki, que fue transmitida en los 80.s por el canal 11, y en los 90.s por televisión Mexiquense, llegó con su dueño, Heder, porque este tenía tiradero en su carpintería, y como le molestaba que el duendecillo se ensuciara.
Él me veía con sus ojos sorprendido de pronto comenzó a llorar y acerqué mi mano para limpiarle sus lágrimas.
¿Por qué lloras Pumuki?
-Es triste saber que muy poca gente me recuerda.-
Lo consolé un rato y traje un poco de cajeta que a él le gusta, se embarró todo y empezamos a platicar de sus orígenes.
-En el año de 1969 fui creado para una radionovela en Alemania, que fue mi país de origen, después de un tiempo innové en la televisión, pues me convertí en un personaje animado y dibujado.-
Pero eso era interesante Pumuki, ser el primero, y llamar tanto la atención de los niños alemanes.
-Sí, y me gustaba, me encantaba ser famoso, y que todo mundo supiera de mí y mis travesuras.-
Fue entonces que aun y cuando no eras gringo, saliste de tu país para ser famoso internacionalmente, le decía mientras embarraba otro cacho de galleta para él.
-Fue mucho el esfuerzo, hasta que salí de Alemania, para que muchos niños del mundo me conocieran, y no es por presumir, pero me conocían en todo el mundo, niños de todo tipo, entre ellos franceses, españoles, argentinos y mexicanos.-
Al ver la televisión colocada en mi tocador, me pidió que viéramos las caricaturas que existían hoy cambié todos los canales, y vimos algunas, se asustaba, cuando habían guerras, o agresiones y se recostaba cerca de mí.
-Yo no era así, yo era bueno, lo único malo que hacía a la mirada de extranjeros es que en mi caricatura salían bebiendo cerveza.- me decía muy triste apagando la tele.
Recordamos juntos, de esos tristes momentos donde querían cancelar la caricatura por no considerarla apta para menores, por esa acción de beber, y estar borrachos en capítulos.
¡Cuéntame mejor de tus aventuras con el maestro Heder!
-Fueron tantas, desde el día que me hizo mi cama con viruta, cuando me hizo mi columpio, o cuando lo defendía de clientes incómodos, era divertido que solo me viera la única persona que me iba a amar por siempre.-
Cuando yo era niña, le dije mientras tomaba una galleta entera. Me encantaba verte, recuerdo que me levantaba todos los sábados para verte a las 7 AM,
-¿En serio?- preguntó emocionado batiéndose la cara -¿viste los 52 capítulos, que duraban como 24 minutos?- cuestionó intrigado.
Si, vi todos y cada uno, aun que tristemente solo recuerdo cachos de algunos. Le dije mientras el ponía cara de tristeza.
El silencio se hizo presente, los ladridos cercanos de un perro se oyeron asustándolo, la lluvia cesó, y Pumuki dijo.
-Sabes, hicieron muñecos como yo, fotos, dibujos, tres películas, de todo lo cual en la actualidad nada se conoce, nadie me recuerda.-
Fueron cosas alegres y a la vez tristes, saber que estuviste en el clímax de la fama y ahora en el olvido, pero platícame mejor de cuando llegaste a América.
-Fue tan emocionante- me dijo saltando en la des tendida cama, y haciéndome cosquillas con sus cabellos colorados. –en los años 80.s después de que vieron mi popularidad, me tradujeron a español de España, y fue así como llegué acá en México por ejemplo, aparecía en el canal 11, y luego en los 90.s salía en el canal de televisión Mexiquense.-
Metiendo su mano al envase de la cajeta, lo embarró en mi cabello, y comenzó a reír, lo atrapé y lo aprisioné entre mis brazos haciéndole cosquillas, al personaje que de niña me hizo soñar tanto.
-Sin embargo- continuó diciendo ahora muy serio sentado encima de unos folder, -fue en el año 2000 con la desaparición del canal conocido como Cablin, que desaparecí de la televisión americana, jamás volvieron a verse mis caricaturas, no hubieron más aventuras con el maestro Heder, fue cuando llegaron caricaturas agresivas y me echaron al baúl de la basura.- decía todo enojado.
Lo abrasé, y le dije que mucha gente se acordaba de él, aun que ese tipo de programas ya no fueran rentables en la actualidad, Pumuki lloró por largo rato, donde me terminó de ensuciar de cajeta.
-¿Cuándo fue la última vez que supiste algo de tu exitoso programa?-
Quedó un rato quieto y colocó su mano en su barbilla, como queriendo recordar, saltó a mi escritorio y vio mi laptop.
-¡Ya lo tengo!, en youtube hay un capítulo, mi segundo capítulo, donde el carpintero Heder, me hace una cama, me da de desayunar y nos ensuciamos de viruta, ese día fui realmente feliz.-
¿Consideras que ha sido uno de tus días más felices?
-¡Sin duda!, recordé buenos tiempos, vi cuanta gente me extrañaba, vi imágenes mías, que con el paso del tiempo había comenzado a olvidar, era como si estuviera en los viejos tiempos.-
Yo sé, que es casi imposible que regresen tu serie a la televisión, es probable, que las nuevas generaciones ni se enteren de tu existir. Le decía mientras él se enojaba y revolvía mis papeles. Sin embargo, si tú pudieras dar alguna sugerencia para las caricaturas, seres, o programas infantiles, ¿qué sería?
-¡QUe regresara Pumuki, el colosal!- dijo entre risas y saltos. –No, lo que me gustaría pedirles, es que fueran más conscientes en los humanos que están forjando, y así dejarles de enseñar venganzas, violencia, y odios, para mejor educarlos y hacerlos crecer con educación, respeto, diversión sana, ¡ah!, siento que hablo como Heder-
Nos reímos juntos un rato más, y fue entonces, que sin más que preguntarle, le ofrecí se quedara conmigo, siendo visible solo para mí.
Él dijo que viviría siempre para estar cuando más lo necesitara, y se metió entre mis cobijas, después de un buen baño.
Mientras dormía, recordaba las palabras tristes de ese personaje, que hizo reír a tanta gente, como aceptaba que lo olvidaran, y que su única petición era que hicieran caricaturas sanas, inocentes, y crearan generaciones buenas.
Quizás ese pequeño duende pelirrojo, podía resolver la violencia que hoy impera en el mundo, de una manera simple, creando a los futuros adultos, que vivirán y decidirán como vivir y comportarse, y ¿cómo?, de una manera simple, diciéndoles a través de las caricaturas o programas infantiles cómo hacerlo.