Texto publicado por Jose Antonio

Hacia el retrato robot a partir de ADN.

Están sentando las bases para poder hacer reconstrucciones 3D del rostro humano a partir del ADN.

Imagine un futuro cercano en el que un criminal comete su crimen y deja tras de sí algunas células epiteliales. Aunque no se pueda cotejar su ADN con las bases de datos de criminales, se podrá crear un retrato robot tridimensional a partir de ese ADN y un programa informático.
Esto no es ciencia ficción, pues ya se está muy cerca de lograrlo. Científicos de Pennsylvania State University publican sus últimos avances al respecto en PLOS Genetic.
Es fácil ya saber el color del pelo o el color de los ojos porque son pocos los genes implicados, pero otro tipo de características no son tan sencillas de deducir. Así por ejemplo, se realizó en Holanda un estudio genético para tratar de predecir la altura de la gente que estaba basado en 180 polimorfismos de nucleótido simple. Gracias a los 10.000 voluntarios se pudo deducir la altura dentro de un margen razonable, pero no tan bien como predecir el color del cabello o los ojos.
Así que intentar deducir la forma del rostro humano es mucho más complicado. Hay implicados muchos más genes. Incluso el efecto de algunos genes puede tener efectos cruzados en hombres y mujeres. Además, el rostro está fuertemente sometido a la selección sexual y ha estado bajo la influencia de distintas influencias culturales en distinta áreas geográficas. El ambiente socio-cultural ha sido muy importante.
Pese a lo difícil de la meta, unos investigadores de Penn State están intentando conseguir recrear un rostro a partir del ADN. Mark Shriver y sus colaboradores tomaron imágenes de alta resolución de 592 rostros de personas que ahora viven en los EEUU, Brasil y Cabo Verde que tenían antepasados europeos y africanos. A partir de esa información crearon modelos faciales en 3D compuestos por 7000 puntos.
Esto les permitió determinar, por ejemplo, la forma de la nariz o de los huesos de la mandíbula. Además, unos voluntarios calificaron las caras según su feminidad y masculinidad, así como su origen étnico.
Posteriormente los investigadores compararon esos datos con los datos genéticos, en concreto con aquellos genes que están relacionados con el desarrollo del rostro, centrándose en los polimorfismos de nucleótido simple, que constituyen variaciones genéticas entre individuos de una sola base. Además tuvieron en cuenta los antepasados de esas personas y su sexo.
Entonces hicieron un cálculo estadístico de similitud según el cual se trataba se saber qué polimorfismos de nucleótido simple (PNS) estaban implicados en qué rasgos faciales según el sexo y la etnicidad. Descubrieron 24 PNS en 20 genes que estaban significativamente asociados con la forma de la cara. Así por ejemplo, descubrieron qué variaciones genéticas afectaban a los labios, la forma y configuración de los huesos alrededor de los ojos, etc.
Este grupo está ahora tratando de reconstruir caras en 3D de individuos desconocidos a partir de los datos genéticos gracias a un programa computacional que están desarrollando ellos mismos. Esperan mejorar las predicciones con más indicadores genéticos, por ejemplo, de las características del cabello o indicadores propios del sexo.
Todavía les queda un camino por recorrer, pues la meta no es tan sencilla. Así por ejemplo, la textura de la piel puede cambiar debido a la exposición a un ambiente más o menos contaminado, a un clima duro o debido a una mayor exposición al sol. La temperatura, el régimen de lluvia o la altura a la que se vive también afectan. Además, algunas enfermedades pueden dejar marcas en la piel del rostro. Incluso la dieta que se siga puede hacer más grueso o delgado un rostro. Finalmente la edad puede hacer variar, y mucho, un rostro.
Puede que sea necesario aumentar en número de PNS empleados y el número de puntos del rostro usados como input. Esto, junto a las muestras puras necesarias, encarecería todo el proceso y, quizás, muchos laboratorios forenses no puedan costearlo. Nada que no pueda solucionarse en un futuro no tan lejano.
Pero quizás sea una ventaja no contar con esta tecnología. En un mundo en el que, al parecer, a nadie le importa exponer su intimidad en Internet, esto puede constituir un paso más hacia el Gran Hermano. Este tipo de técnicas pueden servir para atrapar a un criminal, pero también para detener a un activista político (incluso en alguna autodefinida “democracia”). Quizás, como ya se dijo en el pasado, aquellos que cambien parte de su libertad por un poco de seguridad están condenados a perder toda su seguridad y toda su libertad.
Fuente: Neo Fronteras.