Texto publicado por Isabel Blanco

el pintor.

Un hombre fue llamado a la playa para pintar un barco. Trajo con el pinturas y pinceles, y comenzó a pintar el barco de un rojo brillante como fuera
contratado para hacerlo.

Mientras pintaba, verificó que la tinta estaba pasando por el fondo del barco. Percibió que había un orificio y decidió repararlo.
Cuando terminó la pintura, recibió su dinero y se fue.
Al día siguiente, el propietario del barco buscó al pintor y le regaló un gran
cheque.

El pintor quedó sorprendido.
- Señor, ya me pagó por la pintura del barco.
- Mi querido amigo, usted no comprende, déjeme contarle lo que sucedió. Cuando le pedí que pintase el barco, olvidé de hablarle del orificio. Cuando el barco se secó, mis hijos se subieron y salieron de pesca. Yo no estaba en casa en ese momento. Cuando volví y me di cuenta de que habían salido con el barco, quedé desesperado pues recordé que el barco tenía un agujero. Imagine mi alivio y alegría cuando los vi retornando sanos y salvos. Entonces, examiné el barco y constaté que usted lo había reparado.
¿Percibe ahora, lo que hizo?, ¡ salvó la vida de mis hijos! No tengo dinero
suficiente para pagarle por su “pequeña” buena acción.....

No nos limitemos a hacer apenas lo que se espera de nosotros, no importa para quien, cuando y de que manera, da lo mejor…. ¡ Siempre!