Texto publicado por Ale. c
Después de mucho tiempo, vuelvo a publiccar un relato propio
A los pies de Jesús
Una mujer con un velo en la cabeza le reza a Jesús mientras se escucha el ruido de unos tacones en la inmensidad del templo. La mujer se levanta y se retira. Cuando se va, se cruza con Marina, que iba entrando, vestida con un sugerente vestido, corto y ajustado, anteojos negros y ahora con su cabello rubio y largo.
Se quita sus anteojos y mira el rostro de la imponente imagen de Jesús que se encuentra en el centro del altar del templo. Se presigna y va directa al confesionario.
Entra, espera y luego entra el sacerdote. Éste es un hombre ya mayor con el pelo cano y con bigotes.
-Hija, ¿a qué viene a la casa del Señor?- dice el padre con tono tranquilo.
-Vengo a confesar mis pecados, padre. Hice cosas muy malas que no tienen perdón- dice Marina con voz fría.
-Hija, todo lo perdona el Señor si de corazón esta arrepentida. Cuenta, abre tu corazón al Señor- dice el sacerdote y agrega- ¿Qué es eso tan malo que has hecho,?
-He matado, padre. Ya ni recuerdo cuantas veces- la voz de la asesina ni se inmuta.
-Hija, eso es algo muy grave. Pero el señor te perdonará- la voz del sacerdote va cambiando- ¿y porque hiciste algo tan horrible?
-Por dinero, padre. Esto funciona así: a mí me contactan y me dicen a quién tengo que eliminar, yo lo hago, me pagan y listo. Pero algo pasó la última vez. Era un sujeto que engañaba a su esposa con cualquiera. La esposa me pago el doble ya que quería un trabajo especial: que antes de matarlo lo sedujera y le hiciera el amor. Luego de haberlo matado me quede sentada en la cama, encendí un cigarrillo y me quedé pensando: ¿Cómo puedo estar haciendo esto? ¿El dinero vale tanto para estar arrebatando vidas?
-Es horrible lo que has echo,, lo importante es que te arrepientas de lo que hisiste… Hija, todos tenemos perdón de Dios. Él te va a perdonar. Fue un gran paso que vengas acá, a la casa del Señor.
- ¿Usted realmente cree que el señor me va a perdonar todo lo que hice?
-Claro, hija. Él todo lo perdona.
-Lástima que los hombres no perdonan, no olvidan. ¿Sabe? Yo estoy aquí por una razón y esa razón no es el perdón de Dios…
-¿A qué te refieres, hija?
-¿Usted que pensaba? ¿que la familia de un niño del que usted abusó durante todo este tiempo no iba hacer nada? ¿que no iban a tomar ninguna represalia?
El sacerdote no pudo reaccionar, ya tenía el frio caño del arma con silenciador en la sien y la bala atravesó su cerebro.
La asesina lo mira, tirado en su lado del confesionario. Luego observa la imponente figura de Jesús y se acerca a sus pies. Recoge un maletín que había dejado la mujer del velo. Lo abre y se encuentra con la paga por un trabajo bien hecho.
Nuevamente mira a Jesús y hace la señal de la cruz y se retira del imponente templo.
Ale C.