Texto publicado por María Auxiliadora Rojas Morínigo
Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 10 años. Antes se titulaba Vuelvo a publicar después de un tiempo, nuevamente con un pequeño artículo de la máxima pasión de mi vida!.
Vuelvo a publicar después de un tiempo, nuevamente con un pequeño artículo sobre la máxima pasión de mi vida!
¡Hoola mi gente bella de blind!
Bueno, luego de la fiebre del mundial (tuve que curarme de ella porque ya acabó, sinó hubiera seguido infectada! jaja), vengo nuevamente con un pequeño artículo que habían publicado en un grupo de face, y quería compartirlo con ustedes, también para que quede guardado en mi cuenta y pueda servirme y servirles alguna vez ¿Por qué no?
Bien, sin más preámbulos, espero les agrade. Saludos afectuosos para todos!!
La ciencia sabe que tenemos un componente genético que nos define, pero que no es único.
Algunos años atrás, la ciencia descubrió que los rasgos de personalidad eran modificables. Por años la industria editorial con obras de “autoayuda” sacó provecho, y lo sigue haciendo.
Más allá de si dichas publicaciones funcionan o no, finalmente la ciencia sabe que es posible elegir las características que nos hacen diferentes de los demás. La mayoría de los psicólogos está de acuerdo en que ese conjunto de características, responsables de perfilar nuestra personalidad, suma cinco factores fáciles de identificar.
Estos rasgos son conocidos como los Cinco Grandes: extraversión, afabilidad, conciencia, estabilidad y apertura. Este modelo fue desarrollado por Lewis Goldberg, psicólogo e investigador del Instituto de Investigaciones de Oregon, Estados Unidos.
La combinación y el porcentaje de estos rasgos presentes en cada uno de nosotros es lo que nos diferencia del resto de los mortales, lo que nos hace únicos.
Es verdad que toda función humana, incluida la personalidad, existe en un espectro que inicialmente está perfilado por nuestros genes. Pero dónde nos ubicamos en este espectro es una decisión propia y del ambiente en el que vivimos, y no está predeterminada genéticamente.
Si es un hecho que cambiamos por distintas razones, la pregunta fundamental es qué tiene que hacer la persona para modificar sus actitudes y, a la larga, cambiar su personalidad. Una de las formas más efectivas es asistir a psicoterapia.
Sin embargo, para Stan Goldberg, psicólogo de la Universidad Estatal de San Francisco, en un artículo publicado en Psychology Today, afirma que existen 10 principios de los que las personas que quieren cambiar deben estar conscientes:
1. Todas las conductas son complejas, por lo que es importante desmenuzarlas para aprender de ellas.
2. Examinar las consecuencias de las conductas actuales y de las que se desea cambiar para poder ver cuál de ellas traerá beneficios positivos.
3. El cambio de conductas debe estar acompañado por reforzamientos positivos.
4. Ser es más fácil que transformarse, por lo que hay que estar consciente de que el cambio no será fácil.
5. Es mejor ir lento y aprender a disfrutar el proceso.
6. Conoce el proceso de cambio y mejora cada vez que puedas.
7. El cambio demanda estructura. Más allá de la espontaneidad, se necesita tener un plan y seguirlo firmemente.
8. Hay que practicar las nuevas conductas para que se conviertan en automáticas y naturales.
9. Hay que cuidar que las nuevas conductas no se olviden. No está de más utilizar pequeñas notas que nos recuerden qué hacer en tal o cual situación.
10. Es necesario enfocarse en los logros pequeños, en lugar de los grandes. Porque al no lograr algo grande se va perdiendo la autoestima.
Originalmente publicado en Revista Quo No. 100