Texto publicado por Miguel de Portugalete
un día de santa lucía en el colegio de ciegos de pontevedra
hola, no suelo yo ser muy dado a esto, pero hoy, a venido a mi memoria, un día más o menos típico de santa lucía en el colegio que tenía la once en Pontevedra.
Me referiré más o menos, a los años entre 1974, al setenta y ocho, pues luego las costumbres fueron cambiando un poco, con los tiempos claro.
la jornada al ser festivo, se iniciaba a las nueve de la mañana. ese día, nos poníamos el trage del colegio, el que se usaba en ocasiones muy especiales.
constaba de unos zapatos negros, que apretaban un tanto, un pantalón gris claro, camisa blanca, una corbata medio de pega, pues en realidad era una goma que te pasabas por el cuello, la metías debajo del cuello de la camisa, y por delante claro está, te quedaba una corbata. la chaqueta, era azul oscuro, con botones dorados. a la izquierda, tenía el escudo del colegio, que al tacto se podía notar.
así vestidos, íbamos a misa. los alumnos del coro, íbamos al lugar destinado al órgano, que estaba en el coro, y perdón por la redundancia, donde sólo había dos bancos, que solían ocupar los mayores, pues no había sitio para todos. Esa misa era especial, pues el profesor de música tocaba aquel órgano tan potente e impresionante para aquella época, pues era de esos de tubos, con gran potencia y no veas como resonaba toda la capilla, a los críos nos dejaba alucinados.
posteriormente, volvíamos al dormitorio, y nos poníanmos la ropa de diario, y bajábamos a desayunar.
casi que durante la misa, en vez de estar atentos a lo que decía el cura, muchas de las personas incluídas yo, pensábamos en qué sorpresa podríamos tener ese día. si serían churros, o tostadas. si habría quesitos, o mermelada.
el resto del día era pasear por los patios del colegio, hasta el siguiente momento importante del día. ¡la hora de la comida!.
también era un momento especial, pues ese día, nos daban o bien un baso de coca cola, o de fanta de naranja. también quizá ofreciesen opciones entre limón y naranja, pero esto ya no lo recuerdo.
otro momento crucial, era el postre. los domingos, nos solían poner melocotón en almíbar, pero en santa lucía, o el 23 de mayo, otra gran fiesta en el colegio, se ponían pasteles.
momentos antes, se habían negociado los intercambios típicos de te cambio la cocacola por la fanta, si me toca pastel de nata te lo cambio por el de chocolate, etc, etc. durante esta comida, se solían dar vivas a santa lucía, cantar canciones, y todo esto. otra cosa muy especial, es que a los medianos y mayores, les ponían una copita de anís o coñac. yo también pude disfrutar de ese pequeño privilegio años más tarde.
el evento más importante de la tarde, era lo que los alumnos llamábamos el festival.
la primera actuación, solía ser la del conjunto. todos los críos de pequeños, teníamos a nuestros ídolos en aquel conjunto. unos querían ser como el que tocaba la batería, otros la guitarra..... etc etc.
después tocaba oír alguna obra de teatro, y otro plato fuerte, ¡la tuna!. eso nos permitía cantar con ellos, tocar las palmas al ritmo de las canciones etc.
este día también tenía otro significado para nosotros los que vivíamos internos, y era que de esa fecha en adelante, nos quedaban entre siete o diez días para irnos a nuestra casa, a ver a nuestra familia, que en algunos casos como el mío, estaban a seiscientos kilómetros.
bueno, este recuerdo, está basado en mis primeros años del colegio, cuando uno es un crío, y se ilusiona con las pequeñas cosas que habéis visto.
los recuerdos de mayor, en el colegio, ya eran un poco distintos, pues a pesar de que había que ir a misa, ya creo que no llevábamos esa ropa, y por la mañana, los integrantes del grupo de gaitas, nos despertaban dándonos una serenata, por llamarlo de algún modo, y a partir de los diez y seis años, podíamos salir del colegio y llegar a las diez de la noche..