Texto publicado por Covadonga

Comparto en esta ocasión un poema de mi propia autoría que espero que sea del agrado de todos.

Quisiera hablarte al oído,
recitarte frases hechas,
mas no hay verbo con sentido
desde el día en que Cupido
me acertara con sus flechas.

Cual canario en la mañana
tu dulce voz me despierta,
y gran alegría emana
si me asomo a la ventana
que en tí me dejas abierta.

Eres el amor más puro,
sin dobleces ni intereses,
mi corazón, ya seguro
se deshace de sus muros
por alguien que lo merece.

Un día te mandé rosas,
y eran, aquel primer día
sin duda las más hermosas,
muy alegres y vistosas
en su ramo relucían.

Mas se fueron deshojando
y perdiendo su esplendor,
el olor se fue apagando,
y el ramo fue soportando
tristemente su dolor.

Mas las rosas, pese al tiempo
siguen como el primer día,
hoy nos siguen ofreciendo
todo hasta su último aliento,
nos siguen dando su vida.

Yo quiero ser como ellas
y quedarme junto a tí,
aunque pierda cosas bellas,
voy contigo a las estrellas,
mas todo lo dejo aquí.

Dejaré cosas atrás,
Perderé grandes amigos,
yo no quiero nada más,
en mí ya sólo tú estás,
siempre te quiero conmigo.