Texto publicado por Brenda Stéfani
Cuando despiertes.
Aquel día, ibas caminando pero no era realmente el día al que te referías cuando me hablabas, no, ese no es tu estilo, esa vez exajeraste. El día del que te hablo es otro, es diferente.
Una vez ibas colgadísima pensando en tu profesor de historia, o era geografía? Bueno no importa, digamos que fuera el profesor de historia y geografía aunque ambas sabemos que el profe en el que pensabas es el de la voz sexy, el de lengua. El mismo con el que te topaste dos pasos después, fue ridículo porque te quedaste colorada como un tomate y lo miraste con tu horrible cara de enamorada, lo que ocurrió fue inesperado. Se hablaron, él te saludó y halagó la presentación de tu examen, ¡Si, eso fue!
Y dijo algo así:-Señorita usted ya está para infiltrar sus letras a las grandes empresas.
Lo dijo casi con complicidad como demostrando su alegría por acercarte a la meta y en medio segundo... Pasó de largo y vos con tu cara de boluda te lo quedaste mirando.
-Es que tenés ese no sé qué que me hace pensar que vas a estar entre las mejores.
Quería creer que sería yo a quien le dijera esas palabras con esa voz tan resuelta y aplomada, con ese timre grabe y sutil. Pero no, tenías que ser vos, la chica de la voz perfecta y comercial, no sé porqué dicen eso si tenés una cara de comelibros que no se te quita ni con ásido. Pero todos ven que hay algo en tu persona, algo que hace que todos te quieran, quizá tu risita de loca, tu manera de gritar cuando te ponés nerviosa, o tu dedicación obseciba y recalsitrante que tenés al estudiar, no sé con exactitud pero aún así no deja de molestarte mi existencia. Y eso es solo porque en las calificaciones por extraña suerte soy mejor que vos. "Gran cosa".
Ahí ibas de camino a las escaleras, aunque yo por supuesto no me fijaba en nada. Como casi siempre nada me importa y como no sos mi amiga, me daba absolutamente igual lo que te pueda pasar.
Eso si, te digo la verdad, nunca esperé que tengas la estúpida idea de tirarte del balcón, eso si no lo esperaba. Y ahí me ves a mí corriendo como una idiota para detenerte. No sé de donde saqué las fuerzas, la valentía (Aunque siempre quise tirarme de algún lugar alto, pero por vos nunca), y la cuerda para atajarme a la barandilla y detener tu caída pero lo hice.
Era una cuestión de presición y tetomé de los tovillos
-¡Maldita idiota! ¿Qué carajo estás haciendo?
-¡Acá la idiota sos vos! ¿Como te das el lujo de gritarme cuando intento salvarte la vida? ¿Se puede saber porqué tanta estupidez?
-Cada uno hace lo que quiere con su vida, así que dejame en paz.
-No, ahora mismo te traigo de nuevo y te voy a dar una paliza que no vas a recordar ni tu nombre.
La cuestión es que dio un giro la maniobra. Ella es la que me hizo ceder, la cuerda se rompía y ella se cayó.
-¡Maldita sea!
La caída fue brusca, como no lo iba a ser si era del tercer piso. Para colmo todabía me pego el lujo de saltar porque la adrenalina me dijo que sería más rápido arriesgar mi vida que bajar los 3 pisos hasta encontrarte y por algo fue.
Si, por algo.
Yo caí y no sé como hice pero con una agilidad que solo tienen los gatos pisé una rama del árbol gigante que teníamos de vecino, mientras veía como se doblaban las ramas más bajas.
-Maldita suerte, yo acá temblando por mi vida en la copa, arañada, con moretones y no se porqué pero me sangra la nariz. Qué decisión más pelotuda la mía.
Estabas bajo ese mismo árbol, inconsciente y no había un alma que pudiera verte al pasar, así que me bajé intentando reconocer las mejores ramas para pisar sin resvalar , Tenía que apurarrme porque todabía quedaba mucho por hacer entre que te llevaba a algún lugar seguro y veía que parte de la torta me tocaba a mí también.
Había un olor a moo y yo comenzaba a desesperarme, noconocía el lugar, así que bajé, te lebanté del suelo, con la poca fuerza que quedaba te llevé de nuevo al edificio y de ahí cada uno hizo lo sullo. Te llevaron al hospital, te rebisaron y por extraña suerte solo tenías algunos moretones, alguna cosa amortiguó tu caída mientras yo tengo la nariz y dos costillas rotas, no recuerdo en qué momento ocurrió pero así fue.
No te paso la factura querida, pero cuando despiertes, vas a Saber.