Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez
"otro mundo es posible" (papalotl)
este escrito fué inspirado por Gori por lo que se dedica a todos pero a ella en especial, gracias gori...Otro mundo es posible…
Papalotl
Abrió los ojos lentamente, por la ventana se colaba la luz de las estrellas dispersándose por la habitación como polvo de oro. Intentó volver a dormir pero llegó a su mente un tumulto de recuerdos, aún no sabía si los había vivido o solo fue un engaño del sueño.
Se giró y un dolor agudo se le prendió en su ala izquierda…¿ala?...¡oh, no! Ya no era un ala sino un brazo fuerte, dio un salto de la cama y parándose frente a un espejo estudió todo su ser, cierto sus hermosas alas estaban transformadas en dos brazos torneados, fuertes y largos, entrelazó las manos con fuerza para luego deleitarse con pequeños jaloncitos en sus dedos. Se miró profundamente en el espejo y sonrió al ver que sus antenas ahora eran un pelo largo y sedoso…hmmm, no estaba mal, quizá con esa apariencia podría conseguir muchas cosas…
Al recostarse volvió a mirar las estrellas y sonriendo se sumió en un sueño profundo.
La llanura empezó a despertar con sus ruidos habituales, en las copas de los árboles las bandadas de pájaros se preparaban para salir rumbo a los trigales. Los ruidos de la noche se iban apagando, la vida regresaba al mundo cual explosión multicolor en cada rayo de sol. El arroyo cristalino y puro cantaba con su voz límpida y tintineante saludando así a cada partícula que se agita en el universo, todo es libertad, el aroma de las rosas silvestres impregnó el ambiente llenando mis pulmones con aquel picorcillo dulce y sabroso, revolotee por la pradera extendiendo mis alas, admirando cada pedacito de aquel lugar, ¡todo era sorprendente!... creo que hasta de las rocas emanaba la vida y si algo faltaba, mis alas despedían el polvo de estrellas y llenaba el hueco que hubiere. Mi corazón hinchado de felicidad brincaba en el pecho queriendo salirse de él.
Ya no era la pradera sino una ciudad llena de edificios grandes llenos de gente que corría de un lado a otro sin cesar, los miré, parecían intranquilos capaces de explotar a la menor provocación, ¡no eran felices!… no se detenían a mirar nada ni a nadie, parecían zombies en una guerra de supervivencia. Sentí congoja en mi alma y volé lo mas aprisa que dieron mis alas sobre aquella ciudad despidiendo sobre ella el polvo mágico que me había sido concedido.
Pasé el día entero yendo de un lugar a otro por aquí había guerra, por allá hambre, pobreza y enfermedad… los hombres llenos de maldad en sus corazones solo podían imaginarse ricos y llenos de poder para pisotear a los otros inclusive en su dignidad de seres humanos…
Cuando el día terminaba, ya muy cansado solo deseé dormir sobre una ramita de acacia, mi árbol favorito, pero un viento fuerte me lleva contra mi voluntad hasta depositarme sobre una nube rosada y suavecita que me traslada rápido mas allá de lo imaginable para mi, pues de pronto ante mis ojos se dibujó un universo en el que solo se distinguían haces de luz, parecían estrellas. Estuve a punto de averiguar de que se trataba mas no logré conseguirlo porque la nube traidora me regresó a la tierra dejándome en un punto desde el cual podía apreciar gran parte de ella…
¡La paz había triunfado! Mucha gente reía como los niños, la natura volvió a tener esplendor, por fin los humanos se ayudaban unos a otros y los escuché entonar cantos de agradecimiento. Una lluvia suave descendió del cielo pero no me mojaba, entonces dancé con energía agitando mis alas al compás de una música que surgió de no sé donde e invadió el universo entero. Giré en espiral tratando de igualar el baile de hermosas bailarinas orientales pero solo conseguí una contorsión dolorosa…
Dio un tremendo salto de la cama con sus ojos inundados de lágrimas mientras gritaba lleno de euforia ¡si, otro mundo es posible!. Poco fue su placer pues inició en él la dolorosa transmutación… Una mariposa salió volando por la ventana de aquella habitación y parecía que sonreía mientras cantaba “el día que los hombres se unan harán que otro mundo sea posible”. Fin
Marilupis… |