Texto publicado por TifloFernando

¿Que hago con el Abuelo?...(Un Tema desgarrador)

Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:

Me voy a permitir compartir con todos vosotros, una Publicación (Post) extraída de un Blog que ofrece una amplia Información médica..:

"Mondo Medico...angel La autora de este blog es una estupenda Médico andaluza, cosecha del 84; Especialista en Hematología y Hemoterapia".

Pero no es un Blog solamente de Medicina, si no relacionado con otros Temas, Humanidades,Temas Sociales, etc.; Hacen que sea un Blog muy atractivo.

En esta ocasión nos ofrece un ¡MAGNIFICO! Post:

"¿Qué hago con el abuelo?"

Que completa con un bello Post extraído de un Blog que os he recomendado en otra Publicación mía:

"Adán y Eva no se adaptan al frío"

(Del Blog: Medicina en la cabecera; Blog personal de Raul Calvo Rico; Médico de Familia).

Y es que cada vez somos más numerosos los viejos y escasos los niños...

Hace años leí en una Revista, que en Suecia había tan pocos niños, que el Autobús escolar pasaba uno a uno por su casa, estando dicho Bus, escoltado por dos Motoristas de la Policía local...Y eso fué hace muchos años.

Y la pregunta del millón es; Si no hay niñ@s...¿Qué hacemos con los viejos?.

Porque no nos engañemos, no todos los viejos somos "abuelos"; Sensu estricto: SIN NIETOS...

No todos los viejos tenemos la misma SALUD A PRUEBA DE "BOMBAS"...

No todos los viejos tenemos una "Estabilidad psico fisica"; Hay Enfermedades Neurodegenerativas; Demencias tipo No Alzheimer o Tipo Alzheimer; Secuelas de Hemiplejias por Accidentes Cerebro Vasculares...

No todos los viejos tenemos una Pensión Digna, que nos permita ¡PAGAR! una Residencia o similar...

Y doy por supuesto, que no tenemos que suponer una CARGA IMPUESTA a nuestros hijos; Por el mero hecho de que seamos sus Padres o Madres...

Entonces; ¿Qué hacemos con los viejos?...

Nota.- En este instante de mi Publicación, me declaro una vez más (Como ya sabéis los que me leéis hace años) ¡ENEMIGO TOTAL DE LO POLITICAMENTE CORRECTO EN CUANTO AL LENGUAJE!

Detesto el eufemismo cursilón de "Persona de la Tercera Edad"; Me niego, soy viejo, tengo 62 años y me da el DERECHO a decir VIEJO, si me da la gana...

Y una vez dicho lo anterior, seguimos con los dos Posts, que he reunido para mis amig@s de BlindWorlds...

Es muy triste saber que cuando llegas a una determinada edad, no queda más remedio que hacer lo que "Otr@s" manden; Bien se trate de l@s hij@s, las Autoridades Sanitarias o el o la que sea..:

«Una sociedad a la que la estorba sus viejos, pero que, curiosamente ha recibido en todo la cara la bofetada de ver como esos viejos mantenían con sus pensiones familias enteras, cómo con sus cuidados a los nietos permitían a sus hijas e hijos conservar trabajos de horarios infames y sueldos vergonzantes. »

En el primer Post, leeréis con estupor lo que dice la Autora, una Médico Especialista en Hematología, en la que en su Servicio es frecuente escuchar a los familiares del viejo decir aquello de:

"...No, si es que aquí en el Hospital es en dónde mejor se encuentra...Y le pueden tratar de inmediato..."

Se me cae la cara de verguenza, el viejo es un "TRASTO" más, que molesta y se encuentra mejor en el Hospital ingresado...¡Uuuuuuuuffffffffffffffff!

En el otro Post que completa al primero y nos proporciona algo de alivio; Leemos una Historia de ¡¡¡AMOR!!!...

Aunque con un final que no a todos gustará...

De veras, que me ha costado mucho hacer esta Publicación, que ha permanecido en el "Congelador del PC" una temporada...

Pero os la ofrezco con un inmenso cariño, TifloFernando.

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Blog Mondo Medico
(http://mondomedico.es)

Chispitas de Medicina...

angel La autora de este blog es una estupenda andaluza cosecha del 84, criada con mimo y esmero. Actualmente trabaja como Médico Interno Residente (MIR) en Hematología y Hemoterapia.

Mondo Medico es un blog centrado en la Medicina en el que se escribe sobre todo lo relacionado con ella, desde las anécdotas más curiosas que me ocurren en el hospital hasta lo que encuentro por Internet, pasando por las preguntas que me hacen amigos y familiares o las noticias en medios de comunicación.

Comencé este blog como forma de contar lo que veía en la facultad y a mis progenitores les daba repelús que contara en los almuerzos familiares y con el tiempo se ha ido convirtiendo en un blog de divulgación (o eso creo).
Espero conseguir mis objetivos y que disfrutéis la visita :).

¿Qué hago con el abuelo?

por Sophie

Publicado el 26 de marzo de 2015

Raúl Calvo es médico de Atención Primaria, como se dice ahora tan finamente. Vamos, el médico de cabecera, el médico de familia. Aunque él, en su blog “Medicina en la cabecera” se define directamente como “médico de pueblo“. Y como médico de pueblo contó hace poco una historia para pensar, “Adán y Eva no se adaptan al frío“.

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Nota.-

Al final de este Post, "Copio y Pego" el maravilloso Texto Publicado por el Dr. Raúl Calvo para brindarlo como homenaje a la autora del Blog MondoMédico. (TifloFernando).

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“¿Qué hago con el abuelo?“. La pregunta del millón cuando voy a darle el informe de alta a la familia. Familias que no han hablado el tema hasta ese momento, que han soslayado el incómodo asunto. Por no pelearse antes de tiempo. Porque en algunas familias se “asume” que es la hija la que debe asumir el cuidado de los padres ancianos. Aunque la hija trabaje, no pare un minuto quieta y tenga que cuidar a sus propios hijos o incluso nietos. Aunque tenga hijos en paro y les esté echando una manita. Hay situaciones familiares para todos los gustos. Pero es “ley natural” que sea la hija la que se encargue de todo. Y las soluciones dependen de la buena voluntad de todos y de los recursos económicos.

“No vayas a decirle a la familia que le damos el alta mañana, que remolonearán para quedarse un par de días más en el hospital“. “Coméntale a la familia que le damos el alta mañana, para que vayan organizándose y preparando su regreso a casa“. Cada adjunto me decía algo distinto en mis años de MIR.

Yo, como residente, tenía asumido que “Donde hay patrón, no manda marinero“.

“No hay plazas en una residencia pública y en las privadas nos piden un dineral“.

Y a tragar saliva y coger aire cada vez que una familia me cuenta su historia, sus desvelos, sus dificultades, sintiéndome impotente.

Permitidme que me ría de la Ley de Dependencia y sus “aportaciones económicas”.

A mi abuela se le concedió cuando llevaba ya un tiempo en el cementerio.

Menos mal que tenía cuatro hijos, hembras y varones, dispuestos a arrimar el hombro. Que decidieron que no querían mandarla a una residencia aunque fuera lo más cómodo para todos.

Que organizaban unos calendarios de turnos para quedarse con ella en su casa que ya me hubiera gustado a mí que los calendarios de guardia de residentes de mi hospital hubieran sido así.

Un calendario adaptado al tiempo que disponía cada uno según su trabajo y sus obligaciones.

Y funcionó porque todos querían que funcionase.

Si al abuelo se lo llevan a casa de algún familiar...En poco tiempo lo vemos en Urgencias.

Con la intención de volver a ingresar.

“Porque en el hospital está mejor, estamos más tranquilos. No nos vemos capaces de cuidarlo, no tenemos dinero para una residencia o un cuidador. Yo no puedo dejar mi trabajo para atender a mi padre. Soy la única persona disponible para atenderle y no, no puedo, no doy más de mí” Cuidar a un anciano es muy sacrificado, ata mucho a una familia que ya se veía más libre, con los hijos ya crecidos y empezando a volar.

Ata mucho a un familiar soltero acostumbrado a hacer su vida a su aire, que se ve de repente como cuidador total y absoluto, según el grado de dependencia del anciano Si, para colmo, no había buena relación antes, para de contar.

Un anciano pluripatológico con un listado de medicamentos más largo que un día sin pan da miedo, mucho miedo.

Miedo a meter la pata.

Esto es el pan nuestro de cada día. La sociedad está cambiando, pero ciertas cosas no cambian. El cuidado de los ancianos es una de ellas. Echar la culpa a los familiares es lo fácil, “Querer es poder“, pero cuando se rasca la superficie se ven las dificultades, los sentimientos de culpa, los problemas familiares. Y me he dejado muchas cosas en el tintero.

Publicado en Medicina y sociedad.

Targgeds: asilo, cuidado de ancianos, envejecer, Ley de Dependencia, residencia de ancianos.

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="Copio y Pego" el Artículo del Dr. Raúl Calvo Rico: "Adán y Eva no se adaptan al frío".=

«Medicina en la cabecera
(http://medicinaenlacabecera.blogspot.com.es/2015/03/adan-y-eva-no-se-ada...)

Blog personal de Raul Calvo Rico; Médico de Familia.

Pensamientos de un médico de pueblo, sobre la Medicina, sobre la vida y sobre la creación literaria.

Adán y Eva no se adaptan al frío

domingo, 22 de marzo de 2015

Adán fue toda la vida uno de los solterones del pueblo. Ya casi nadie se acuerda de que tuvo una infancia, después de verle tantos años encima de su tractor arando, con la gorra ligeramente ladeada, algo chulesco, y el palillo en equilibrio eterno entre los labios canturreros. Una copa por la mañana de 103 para entrar en calor, y al campo, que hay mucha faena. Garbanzos en el plato casi a diario, de los que el mismo cultiva, con sus judiitas verdes y su zanahoria, y un buen trozo de tocino que poner entre pan, que es mucho el desgaste que trae el terruño.

Nada de mujer e hijos, que quedó poco tiempo y tampoco eran tantas las mozas. Una visita al mes con otros dos solterones al puticlub del pueblo de al lado, para enfriar calenturas, y a conformarse con cenar con los sobrinos en Nochebuena.

Adán se ha hecho viejo, quien lo diría. La gorra sigue ladeada, pero las coyunturas ya no le dan para subir y bajar del tractor, la vista se ha ido nublando y un buen día, sin avisar, mientras ponía el cocido al fuego, le atizó una coz de mula en medio del pecho que le hizo sentir como si se le desgarrara el esternón. Resultó ser un infarto que no se le llevó por delante por la cosa esa de los muelles que ponen ahora los sabios en el hospital.

Cuando logró salir de allí, hecho un saco de huesos, su sobrina la que trabaja en la capital, la más espabilada de todos, le explicó que no podía seguir viviendo sólo en su estado, comiendo cocido a diario y expuesto a que le repitiese de nuevo el susto. El no quería irse a vivir con ella, nunca le había caído bien su marido, aunque sin un motivo especial, salvo ese sexto sentido del solitario. Pero ella no le propuso acogerle, le llevo de visita a la residencia de ancianos del pueblo. El asilo, vamos.

Allí todo fueron sonrisas. Olía bien, era la hora de comer. Había gente por los pasillos, luz, habitaciones amplias. Tendrá que ser así, le contestó a la sobrina, y al día siguiente reunió cuatro cosas y tomó posesión de su habitación.

Eva se había hecho vieja sin darse cuenta. Se asombraba cuando se miraba al espejo, no le cuadraba esa cara arrugada con lo que le pasaba por la cabeza. Ella era andaluza, de Córdoba. Y no conseguía salir de su asombro, no entendía como había llegado hasta ese lugar del que jamás en su vida había oído hablar. Vivía en una confusión permanente, y eso le daba unas ganas enormes de gritar, de decir cuatro verdades bien dichas, y claritas, aunque allí la entendieran regular cuando se le cerraba el ceceo. Pero había aprendido a tragárselas frente al espejo, porque las dos ocasiones previas en que dejó salir el genio le costaron un cinturón y unas esposas de tela sujetándola a la cama. Y eso sí que no.

Eva se arrepentía de no haberlo puesto el culo morado al calzonazos de su hijo cuando tuvo ocasión. Y de no haberle bailado el agua a la bruja de su nuera. Las nueras de película de Almodóvar no perdonan, sólo tienen que sentarse a ver pasar el cadáver de sus suegras, o el paso del tiempo, que viene a ser lo mismo.

Adán y Eva se conocieron en la sala de la televisión. Casi no conseguían oirse el uno al otro pues a unos oídos ya poco boyantes se unía un volumen digno de discoteca de la ruta del bacalao. Y a Mariló a voz en grito hay pocas cabezas que la soporten. Se estuvieron partiendo de risa con el tema de los nombres, y Adán se ladeó todavía un poquito más la gorra, mientras Eva desplegaba todo el arte cordobés que creía que ya se le había oxidado. Optaron por la discreción, aunque en una residencia tan pequeña la cosa es difícil. Pero las chicas son unos cielos, cada una con sus cosas, pero en eso han tenido suerte, y les encubren cuando salen a pasear por el patio. A su sobrina y su hijo, mejor ni mentarlos nada, ya hace tiempo que ambos descubrieron que, después de tantos años, son sólo dos presos sin ninguna capacidad de decisión sobre sus vidas.

Los inviernos son duros en este secarral. Eva apenas nota la calefacción, no consigue acostumbrarse. El sol es mortecino, apenas una burda imitación del de su Córdoba. A Adan le gustaría darla calor aunque cada vez tiene menos chicha, como le dice ella. Y encima esa maldita goma que le han puesto para orinar, que le tiene obsesionado. Un buen cocido de los que no ha vuelto a probar desde que entró en el asilo si que la calentaría, y no el aguachirri que preparan allí, para que no les suba la tensión, ni el colesterol malo, faltaría. Maldita la gracia que le hace.

Pero ella se va apagando poco a poco. Con suavidad, sin estridencias, sin llamar la atención. El apenas se separa de su lado, con la mano entre las suyas, va, poco a poco, traspasándole el frío, y Adán se estremece en su silla de ruedas. Ya ninguno de los dos se adaptan al frío, y Eva se deja llevar. Su hijo tardó más de doce horas en llegar. Adán había llorado todas las lágrimas que le quedaban y tiritaba sin quitarse la gorra que a ella tanto la gustaba.

Le tumbaron en la cama y decidió dejar de comer, porque ya era la hora, a qué aplazarlo. Seguía tiritando, y el maldito termómetro se empeñó en dejarle en evidencia. Será una infección de orina, otra más, no podemos dejarle morir, gritó la mala conciencia de su sobrina, mientras Adán se acordaba de sus muertos en su semi inconsciencia. Cuatro semanas de hospital pensando en reunirse con ella, con tubos por todas partes, sin fuerzas para cualquier gesto que no fuera de disgusto, pero que, ya había aprendido, terminaba siendo mal interpretado como un deseo de aferrarse a una vida a la que ya no debía nada.

Volvió a la residencia con una úlcera en el dorso del pie del tamaño de una naranja, negra y apestosa. Todas le trataban con sumo cariño y delicadeza, aunque los dolores que le provocaban eran insoportables. Y seguía teniendo frío. Su sobrina llamó por teléfono varias veces, y una tarde fue a verle. Fue una visita breve, porque Adán no abrió lo ojos, y no dejó de temblar, aunque más por el miedo a otro traslado. El médico de cabecera había dejado un papel donde hablaba de ensañamiento terapéutico, que la sobrina leyó entre maldiciones pero que al menos consiguió contenerla, hasta que Adán, por fin , pudo morirse, si no en paz, al menos en tranquilidad.

Las residencias de ancianos son una aberración. Se que es una expresión dura que me granjeará malas caras, pero para mi es un realidad irrefutable. Una aberración más de esta sociedad de la que tanto nos regodeamos. Se consideran un signo de modernidad. Los gobiernos de todos los niveles asignan recursos a su mantenimiento, camas concertadas, subvenciones, recursos que tal vez hubieran podido dedicarse a conseguir que los mayores pudieran vivir en sus casas, o en las de sus hijos.

Y estas aberraciones se autoalimentan de tal modo que devienen en círculos viciosos casi imposibles de romper: intereses económicos, miles de puestos de trabajo, y un desabastecimiento de otros servicios sociales tan enorme que parece imposible de corregir.

Una sociedad a la que la estorba sus viejos, pero que, curiosamente ha recibido en todo la cara la bofetada de ver como esos viejos mantenían con sus pensiones familias enteras, cómo con sus cuidados a los nietos permitían a sus hijas e hijos conservar trabajos de horarios infames y sueldos vergonzantes.

Muchas veces me he imaginado la cara de asombro de un oriental o un árabe al contemplar estos asilos. Su concepto es algo tan absurdo para ellos como para nosotros que coman insectos o ayunen durante un mes. Y me pregunto si no se nos estará escapando la civilización por este boquete que le hemos hecho.

He conocido muchas residencias de ancianos. He conocido gente extraordinaria trabajando en ellas, tratando con un cariño y un respeto inimaginable a tantos abuelos que me enternece pensarlo. También he conocido sitios que no merecerían albergar ni a un perro abandonado. Y gente malvada, porque no quiero emplear otras expresiones que me llenan de hiel la boca. Hay de todo en la viña del Señor, como dicen los curas.

Sólo me queda trabajar para ser el mejor médico posible para estos pacientes tan frágiles, y empujar para tratar de cambiar el trocito de sociedad que me rodea.

Recomiendo la lectura del artículo de Juan Gérvas sobre las residencias de ancianos, desgarrador y removedor de conciencias, como siempre,

Las historias son inventadas y el título tomado de la genial canción del Maestro Sabina junto con Fito Páez "Llueve sobre mojado"

Publicado por Raul Calvo Rico; en 22:55

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