Texto publicado por Puri Aguila González
Ceguera adquirida, Ceguera congénita.
Ceguera adquirida,
Ceguera congénita.
Yo como ciega de nacimiento, me atrevo a opinar sobre la ceguera adquirida, a riesgo de equivocarme; pero es lo que me imagino y quiero exponer en este breve artículo.
Debe ser muy duro perder la visión del mundo que nos rodea, después de haber disfrutado de los paisajes, colores, entornos y sobre todo de las fisonomías de nuestros familiares y amigos, y de todos cuantos se cruzaban en nuestro camino.
Estos 2 mundos tan diferentes, nos ofrecen 2 perspectivas muy distintas de la vida, que paradójicamente, enriquecen a quienes tuvieron la dicha de ver el mundo tal como es. En cambio, los ciegos de nacimiento, nos podemos imaginar el mundo a nuestro modo; pero, ¿será tal cual nosotros lo hemos concebido? o ¿a caso es una quimera absurda y distinta, que no tiene nada que ver con el mundo real?
La segunda opción, es la más probable, porque la imaginación no tiene por qué ajustarse a la realidad, si bien puede aproximarse más o menos; pero siempre será fruto de la fantasía del individuo que nunca vio, y por fuerza ha de tener cosas de más, y también de menos.
Eso lo han de decir los que perdieron la vista, en edad más o menos adulta, pues los niños muy pequeños, no recordarán nunca sus experiencias visuales, y será como si jamás las hubieran tenido.
¡Dichoso el que puede soñar los panoramas que vio y disfrutó con su amplia gama de colores e imágenes! Afortunado quien puede elegir su vestuario, cuando le indican los colores que tiene una prenda, con sus recuerdos, identifica las posibles combinaciones de su ropa, pues él o ella conocen el efecto visual que causa una mala o buena gama de color, igual o diferente, que armoniza y embellece el conjunto.
Los que nunca hemos visto bien, no podemos imaginar ni competir en estas lides de belleza y armonía cromática; siempre hemos de depender de alguien que nos aconseje en estos menesteres, sin saber si lo hacen bien o mal...
El túnel de la vida, exento de colores y paisajes lejanos y distantes, nos retrotrae a un espacio minúsculo, lleno de otras sensaciones, donde todo se abarca con las manos, y el oído capta los sonidos que sustituyen a la visión total o parcial que los ciegos o deficientes visuales, tenemos del mundo que
nos rodea.
Por mi falta de recuerdos de imágenes, etc, aunque tengo un resto visual,no conozco los gestos de las manos, ni las miradas que transmiten mensajes, con guiños, parpadeos, sonrisas o muecas que demuestran el estado de ánimo de los que nos rodean; pero por las inflexiones de su voz o el sonido de las palabras, inquieto, titubeante, o sereno y sosegado, sé cual es la situación anímica de quien se dirige a mí, sin necesidad de ver su cara.
La falta parcial o total de visión, obliga a que se agudicen los otros sentidos, supliendo al de la vista, que según muchos, es el más importante de todos; pero yo creo que la inteligencia y capacidad de adaptación a las distintas situaciones que nos otorga la vida, supera al sentido que nos falta, aun cuando, nos discrimina, de modo equivocado; pues no es justo que unos tengan todos los recursos que la naturaleza nos ofrece, y otros tengamos que conformarnos con las migajas, que bien aprovechadas y cultivadas, dan el mejor fruto que se puede soñar, que es la visión de las cosas del espíritu, más importantes que lo material, ya que constituyen la parte esencial del ser humano, donde radican todas las virtudes intelectuales, éticas y morales que constituyen la riqueza más grande que se puede soñar.”
Puri Águila