Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Europa en 25 paseos inolvidables.

Europa- Las 25 experiencias inolvidables.
Por Teresa Bausili y Andrea Ventura.

1. GRANADA.
Recorrer la Alhambra
La Alhambra cautiva tanto como el embrujo gitano que destilan las calles
de Granada, en Andalucía. Esta monumental construcción, una de las más
visitadas de España, transporta 800 años en el tiempo, hacia el dominio
islámico en la península ibérica. Desde una colina, esta pequeña ciudad
amurallada reúne el refinamiento del arte nazarí en paredes, techos,
columnas y patios adornados con fuentes de agua.
La Alhambra comenzó a construirse en 1239, cuando el sultanato nazarí
estableció su reino en Granada, en lugar estratégico, desde lo alto,
para vigilar.
La zona de los palacios es el sector más atractivo. Los recintos y
patios se destacan por su imponente y refinada decoración. A un costado
de la Alhambra, está el Generalife, un gran jardín florido que era la
huerta que abastecía el palacio.
Es necesario comprar las entradas por anticipado o contratar un tour en
una agencia.

2. LISBOA.
Saborear pasteles.
En Portugal, la pastelería, que tiene origen en los conventos y una
larga tradición, es un símbolo nacional.Los pasteles más famosos de
Lisboa los preparan en Pastéis de Belém, una pastelería tan típica como
el fado o el bacalao, que está justamente en el barrio de Belém, allí
donde se junta al Tajo con el Atlántico y a pasos del Monasterio de los
Jerónimos.
Están hechos con azúcar, harina, yemas de huevo, manteca y una receta
que mantienen en riguroso secreto desde 1837, cuando esta histórica
cafetería abrió sus puertas. Son de hojaldre, están rellenos con crema
pastelera y se espolvorean con azúcar impalpable y canela. Por supuesto,
se consiguen también a lo largo de todo el país en recetas muy bien
imitadas, pero no tan buenas como la original. Cuestan 1,10 euros cada uno.

3. GALICIA.
Peregrinar a Santiago.
La peregrinación hasta Santiago de Compostela, una de las más
importantes en la Iglesia Católica, permite descubrir el norte español
de una manera diferente: atravesando pequeños pueblos, montañas y valles.
A Santiago llegan 200.000 peregrinos por año en busca de la compostela,
el certificado que acredita haber caminado por lo menos 100 kilómetros o
haber hecho 200 kilómetros en bicicleta. Los que buscan la experiencia
completa parten desde Saint Jean Pied de Port (Francia) para recorrer
774 kilómetros por el llamado Camino Francés. Se necesitan alrededor de
30 días para completar esta ruta a pie. La imponente catedral de
Santiago de Compostela, que se comenzó a construir en 1075 y donde está
la tumba del apóstol, es la meta de la peregrinación.

4. ROMA.
Descubrir Campo dei Fiori.
Ubicado muy cerca de la orilla del Tevere, Campo dei Fiori muestra las
mil caras de Roma. Desde la madrugada hasta el mediodía funciona un
colorido mercado callejero donde conviven los tomates secos con las
remeras más insólitas, luego a la tarde es una de las paradas preferidas
de los turistas para tomar una cerveza en alguno de los bares con mesas
en la vereda y por la noche se convierte en uno de los escenarios
favoritos de la movida nocturna. Luego de medianoche, la plaza vuelve a
quedar desierta, dominada por la solitaria estatua dedicada al astrónomo
Giordano Bruno que fue ejecutado aquí en el 1600 por defender sus ideas..

5. NORUEGA.
Navegar por los fiordos.
La geografía noruega es generosa para disfrutar desde el agua, navegando
entre los fiordos, eso golfos estrechos y profundos, rodeados de
montañas, formados por los glaciares durante el período cuaternario.
Estas entradas del mar que rodean las montañas componen paisajes
deslumbrantes, con mucha vegetación y cuidadosamente adornados por
pueblos, casitas y sectores cultivados.
Un buen circuito es unir Oslo, la capital con Bergen, hacia el Norte.
Por el camino se llegará a Geiranger, un pueblo de pocos habitantes que
está como acorralado entre las montañas y a Ballestrand, en el
Sognefjorden, el fiordo más largo del mundo, de casi 200 km.
También varias compañías de cruceros ofrecen itinerarios por la
capitales del Báltico que incluyen navegación por los fiordos noruegos.

6. MILÁN.
Comprar moda y diseño.
Las últimas tendencias de la alta costura se concentran en el llamado
Cuadrilátero, que debe su nombre a la delimitación que le confieren
cuatro de las principales calles de Milán: Via Monte Napoleone, Via
Alessandro Manzoni, Via della Spiga y Via Sant' Andrea.
Prada, Moschino, Chanel, Versace, Roberto Cavalli, Valentino, Fendi y
otros grandes colman las vidrieras de estas calles con diseños novedosos
y exclusivísimos. A la zona también se la conoce como Triángulo de las
Bermudas, porque si uno se decide por algún modelito, el dinero
desaparece en cuestión de segundos.
La Galería Vittorio Emanuele II, el centro comercial más antiguo de
Italia, también es el destino predilecto de fashion-victims. La galería
conecta dos famosos monumentos de Milán: la catedral o Duomo y el Teatro
de La Scala. Pero con sus techos de vidrio y acero, sus mosaicos y
estatuas del siglo XIX, es un hito en sí misma.

7. ESCOCIA.
Jugar al golf.
Tiger Wood señaló alguna vez que si tuviera que elegir un escenario para
cada uno de los grandes torneos del año, elegiría las cuatro veces el
Old Course de St. Andrews.
Con cerca de 600 canchas de golf, el mayor número de campos links del
mundo (construidos a lo largo de la playa, con suelo arenoso y
dispuestos de forma natural con baches, cuestas, fairways estrechos y
bunkers profundos) y el hecho de ser, ni más ni menos, el lugar donde
nació este deporte, Escocia es la meca de todo jugador de golf que se
precie de tal.
El golf en este país es cosa seria y así lo demuestra justamente el Old
Course de St. Andrews (en el condado de Fife), que está bajo la
supervisión del Parlamento escocés. En St Andrews, de hecho, se juega
desde antes de que en el resto del mundo se supiese qué era el golf.
Otra característica peculiar del Old Course es que cierra sus puertas
los domingos para que la gente de la ciudad pasee y disfrute de un lugar
que le pertenece.

8. VATICANO.
Visitar al Papa.
Desde que Francisco llegó al Vaticano los viajes a Italia tienen un
nuevo imperdible: ir a ver al papa. El día indicado es el de la
audiencia de los miércoles en la Plaza San Pedro.
Es necesario tener entrada para asistir a la audiencia papal. Se puede
gestionar de manera particular y gratuita en www.santasusanna.org antes
de viajar y luego retirar las entradas allá.
Otra manera es contratar un tour de agencia, que asegura lugar en la
audiencia (cuestan alrededor de 50 euros). La audiencia arranca a las
10.30, pero el Papa sale 45 minutos antes.
Después se puede aprovechar para visitar los Museos Vaticanos y
deleitarse con las obras de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. La
entrada cuesta 16 euros.

9. CRETA.
Visitar el Palacio de Cnosos.
Es el mayor yacimiento arqueológico de la isla y el que guarda los
restos de la civilización cretense o minoica, la primera gran
civilización de Europa, de la que apenas se sabía hasta que Sir Arthur
Evans descubrió el palacio, a principios del siglo XX. Según cuenta la
leyenda, el mítico rey Minos construyó aquí el famoso laberinto para
encerrar al Minotauro, mitad hombre y mitad toro.
Recorrer esta sofisticada edificación, de 17.000 m2 y más de 1500
habitaciones, se convierte en un auténtico laberinto para los
visitantes, dada su magnitud y compleja distribución. Aunque Evans fue
muy cuestionado por su reconstrucción del sitio, lo cierto es que los
coloridos frescos -como el del toro, el de los grifos (mitad águila,
mitad león) o el de los delfines en el Megarón de la Reina- ganan mucho
en interés, además de ser deslumbrantes.

10. LIVERPOOL.
Moverse en The Cavern.
Conocido mundialmente porque allí nació la leyenda de Los Beatles, en
1961, el pub de Mathew Street es un lugar de peregrinación para los
fanáticos de la banda. Pero también es uno de los bares con música en
vivo más importantes del mundo, con la presentación de al menos 40
grupos por semana, desde nuevos músicos hasta artistas consagrados.
Hoy, The Cavern ya no puede ser visitado tal como era porque fue
demolido, aunque a su lado se ha abierto lo que se puede considerar una
réplica. En las últimas décadas pasaron también otras bandas de
renombre, desde The Who hasta The Rolling Stones. No hay cómo tomarse
una cerveza rodeado de historia musical (hasta las 23 la entrad es
gratis) y, generalmente, también de turistas.

11. MADRID.
Navegar el Manzanares.
A diferencia de lo que sucede con otras metrópolis, donde lo moderno "se
lleva puesto" lo antiguo, en Madrid las novedades conviven con los
lugares más tradicionales de la ciudad y junto a una tienda de diseño
que parece una postal de Nueva York hay una tasca centenaria donde
siguen cortando el jamón como en tiempos del Capitán Alatriste. Uno de
esos ejemplos es el mega proyecto del Parque Madrid Río, detrás del
Palacio Real, donde la siempre congestionada carretera M-30 fue
enterrada y en su lugar se creó un espacio verde para disfrute de todo
el mundo. Un parque con más de 26.000 árboles, huertas, 42 kilómetros de
bicisendas, puentes de diseño futurista, otros históricos recuperados
como el Puente de Toledo, playas de arena blanca y hasta distintas
estaciones de ejercicio físico para jubilados. No hay duda, Madrid es un
placer, tal vez porque al caminar por la recuperada orilla del río
Manzanares comprendemos que las ciudades que mejor tratan a los viajeros
son las que mejor cuidan a sus habitantes.

12. BERNA.
Comer fondue.
Los negocios de quesos, en todas sus variedades, son parte del paisaje
suizo y la práctica de fundirlos es una antigua costumbre de los hombres
de montaña que calentaban quesos viejos para ablandarlos. Probar una
buena fondue en el país de los Alpes y los relojes es como tomar un buen
vino en Mendoza.
Otra preparación que tiene como protagonista al queso derretido es el
raclette, menos famoso, pero igual de típico. Le Mazot (Bärenplatz 5) o
Tramway (Militärstrasse 64) son algunas de las opciones para ir y
probarlos en Berna.

13. BRUSELAS.
Deleitarse con chocolate.
Según la oficina de turismo de la capital belga, en el país se producen
172.000 toneladas anuales de chocolate, dato que convierte a Bélgica en
la capital indiscutible de estas habas de la felicidad. Las
chocolaterías alrededor de la Grand Place son el mejor paseo para los
golosos: Godiva, Mary, Neuhaus, Marcolini, entre otras, delimitan una
zona indicada para los que no se preocupan por la dieta.
Además, pueden visitar el museo del chocolate, que es como introducirse
en la casa de Hansel y Gretel, un lugar de cuento con olor a cacao donde
maestros chocolateros narran la historia de este delicioso dulce. Con
degustaciones de principio a fin del recorrido, ofrecen pepitas,
bombones rellenos o las galletitas con salsa de chocolate Rue de la Tête
d'Or 9-11, de martes a domingos, de 10 a 16.30, con una entrada de 5,50
euros.

14. LONDRES.
Ver un musical.
En la ciudad de Westminster hay un área famosa, conocida como West End o
Theatreland, que concentra alrededor de cuarenta teatros con la mejor
oferta de espectáculos musicales. La movida nocturna de la zona, ubicada
entre Leicester Square, Covent Garden y Tottenham Court, hace que un
recorrido por este Broadway europeo sea un paseo obligado.
Lion King -Lyceum Theatre, 21 Wellington Street y War Horse -New London
Theatre, 166 Drury Lane- son algunas de las obras del momento, y en
general los precios de los shows varían entre £20 y £50.
Otra experiencia muy representativa de la cultura inglesa, es el Teatro
del Globo -21 New Globe Walk Bankside-, el más famoso de Londres. Las
entradas se deben adquirir con anticipación para asegurarse un asiento
en este recinto de madera, con techo abierto, que recrea el teatro
original -de 1599- donde William Shakespeare exponía sus obras
teatrales. Si no importa quedarse parado las dos horas que dura la
representación, se pueden comprar el mismo día. La temporada es entre
abril y septiembre. Los boletos cuestan desde £5 para el sector sin
asientos que rodea el escenario, hasta £42 para una zona techada, donde
antiguamente se sentaba la realeza.

15. COPENHAGUE.
Caminar la avenida más larga..
Desde Rådhuspladsen -la plaza del ayuntamiento- hasta Kongens Nytorv
-una rotonda tapada por paredones donde finalizará la extensión del
metro en 2018-, se despliega la peatonal más larga de Europa. Un paseo
comercial de 1,1 kilómetros que guarda para el final uno de los rincones
más fotografiados de Copenhague: el puerto de Nyhavn, donde el reflejo
de sus casitas coloridas pinta un cuadro impresionista en aguas del canal.
Cruzar este camino es transitar la esencia de esta ciudad escandinava.
Negocios de diseño, galerías, tiendas de marcas internacionales, desde
las más exclusivas a las más accesibles, porcelanas de Royal Copenhagen
y callecitas laterales que esconden cafés de ensueño. Los negocios abren
a las 10 y cierran a las 18.

16. MOSCÚ.
Conmoverse con el Bolshoi..
Ubicado en Theatre Square 1, el teatro Bolshoi es, entre otras cosas,
sinónimo de ballet, y si se habla de danza los rusos no necesitan
demasiada introducción. Su prestigiosa compañía de baile se formó en
1776, bajo el reinado de Catalina La Grande, y el teatro, reconstruido
tras un incendio en 1856, es un tesoro del clasicismo ruso. Ver una obra
aquí es para darse el gusto al menos una vez.
Las funciones hay que reservarlas con tiempo porque se completan rápido.
Las entradas se puede conseguir en la página del teatro (www.bolshoi.ru)

17. MONTE CARLO.
Apostar todo al...
Jugar unas fichas en el casino de Monte Carlo, aunque se pierda lo
apostado, vale la experiencia. Entrar en sus salas es como hacer un
recorrido por el museo de la ostentación. Para los que no son adeptos a
las apuestas, hay tours que enseñan la historia de este monumento al
juego y el gran atractivo, que no deja casi pestañear, es su imponente
arquitectura y los suntuosos autos estacionados en su vereda.
Inaugurado en 1863, el legendario edificio de la belle époque alberga
lujo, arte y azar. La entrada a los salones comunes vale 10 euros, y
para quienes quieren redoblar la apuesta hay salas privadas en las que
se requiere vestir de etiqueta. Apto para mayores de 18 años, no está
permitido entrar con calzado deportivo, ni uniformes militares o
religiosos, como tampoco el uso de cámara fotográfica en los diferentes
salones.

18. DUBLÍN.
Aplaudir al Riverdance.
Con los cuerpos rígidos de la cintura para arriba y las piernas que se
llevan todo el trabajo duro, la danza irlandesa se compone por pasos que
tienen cientos de años y golpean con firmeza al ritmo de las gaitas. Un
espectáculo imperdible para ver en tierra celta.
La compañía más famosa, que hace grandes giras mundiales es Riverdance.
Hay otras más, por ejemplo los de Celtic Nights que se presentan en
Arlington. Se puede ver en teatro y pubs, con música en vivo y cena también.
Otros lugares para ver baile tradicional irlandés son El hotel Arlington
-23-25 Bachelor's Walk, O'Connell Bridge Dublín 1- presenta, hasta el 30
de noviembre, Celtic nights con una entrada de 33.95 euros.
Merry Ploughboy Pub -Edmonstown Road, Rathfarnham, Dublín 16-, a 11
kilómetros del centro de la ciudad, ofrece cena con show por 60 euros.

19. LAPONIA.
Cazar la aurora boreal.
De septiembre a marzo, la naturaleza da un espectáculo de luces y color
que activa las fibras más sensibles de cualquier ser humano. Aunque la
aurora boreal es un fenómeno impredecible, uno de los mejores escenarios
para apreciarla queda en Rovaniemi -al norte de Finlandia y dentro del
Círculo Polar Ártico-, donde las posibilidades de presenciarla son muy
altas, con un promedio de visibilidad de 200 días al año.
Un poco antes de medianoche, con abrigo para soportar una temperatura
muy baja, un cielo despejado y con las luces de la ciudad lejos empieza
el show, por el que no se paga entrada y que en sí no tiene precio.

20. SAN PETERSBURGO.
Soñar con los zares.
Si hay un palacio que después de conocerlo jamás se podrá olvidar ése es
Peterhof. Ubicado en el golfo de Finlandia, suena increíble que haya
sido destruido por las tropas alemanas tras la Segunda Guerra Mundial.
Soberbio e imponente, sus jardines bajan a través de cascadas que
desembocan en el Báltico, y en su atmósfera encantadora es posible
imaginar al zar Pedro el Grande riendo entre las fuentes de agua
escondidas que utilizaba para hacerles bromas a sus invitados.
Símbolo del imperio ruso, su construcción original comenzó en 1705 y fue
inaugurado en 1723. Hoy su complejo palaciego, convertido en museo, se
eleva como testigo intacto de aquellos años y lleva orgulloso el título
de ser una de las siete maravillas de Rusia.

21. REYKJAVIK.
Relajarse en las termas.
A 45 minutos de auto desde el centro de Reykjavik se encuentra Blue
Lagoon, una zona geotermal ubicada sobre un campo de lava que funciona
como spa para cuidar la piel y relajarse rodeado del paisaje natural
islandés.
Abierto todo el año y al aire libre, no importa el clima porque la
temperatura del agua se mantiene siempre a 38 grados. Los carteles
recomiendan sumergirse hasta un máximo de 50 minutos (en caso de querer
quedarse más tiempo hay que salir al frío y volver a entrar después de
un descanso). En el fondo de la laguna hay un barro blanco, para pasarse
por el cuerpo, de libre uso. También hay servicio de bar para consumir
alguna bebida que acompañe este momento de relax extremo.
La entrada general cuesta 35 euros, salvo junio, julio y agosto que sale
40 euros, y es conveniente llevar un bolso con toalla y ojotas para
evitar gastos extras, por ejemplo 5 euros por el alquiler de un toallón.

22. ESTAMBUL.
Bañarse a lo turco.
Con características arquitectónicas similares a las de una mezquita, los
baños turcos son centros de salud, ocio y socialización, que purifican
el cuerpo y limpian el espíritu. En su mayoría son salas de mármol,
donde luego de un baño de vapor el cuerpo se entrega a los masajes de
expertos para exfoliar la piel.
Suleymaniye hamam -Mimar Sinan Caddesi 20-, construido en 1557, es uno
de los baños más tradicionales de la ciudad, y Kilic Ali Pasa hamam
-Hamam Sok 1-, otro de los más concurridos, donde es necesario reservar
turno y llegar con 15 minutos de anticipación.

23. PARÍS.
Trasnochar en un cabaret..
Asistir a un cabaret es experimentar un símbolo de la noche parisiense,
donde plumas, show y puro cancán francés añaden glamour a una cena, o a
una simple copa de champagne. Le Moulin Rouge abrió en 1889 y entre
otras figuras tuvo a la célebre Edith Piaf sobre su escenario. La
entrada sola cuesta 109 euros y se permite el acceso de menores a partir
de los 6 años (82 Boulevard de Clichy; Paris 18e. Metro: Blanche)
Desde 1946 Le Lido impuso la fórmula cena-show que aseguró su éxito y
permanencia. Los precios -que incluyen la entrada y una comida- van
desde los 160 hasta los 300 euros. 116 bis, avenue des Champs-Elysées
(Paris 8e. Metro: George V). Se recomienda llegar media hora antes de la
función elegida y es requisito asistir con atuendo elegante, no están
permitidos pantalones cortos, ni ropa o calzado deportivo.

24. PRAGA.
Asombrarse con el teatro negro..
Un escenario oscuro y una historia dedicada a la percepción retan a la
imposibilidad óptica de distinguir objetos negros sobre un fondo negro.
De eso se trata este famoso teatro que nació en China, divirtió a
emperadores y se perfeccionó en tierra checa. Una ilusión que
entretiene, mientras hace creer que los actores vuelan y los objetos
toman vida propia.
Ta Fantastika, uno de los teatros más antiguos de la ciudad que está a
metros del puente de Carlos, presenta Visiones de Alicia, basada en la
historia de Alicia en el país de las maravilllas, con dos funciones -a
las 19 y a las 21.30- y localidades a partir de 390 coronas checas -14
euros-. Karlova 8. Convie. Para apreciar mejor la obra, es mejor buscar
los asientos que están más alejados del escenario.

25. AMSTERDAM.
Pedalear entre canales.
Andar en bicicleta está de moda y Amsterdam seguramente tiene mucho que
ver: es la ciudad modelo para moverse en dos ruedas, con bicisendas,
programas de alquiler y el tamaño justo para no terminar con la lengua
afuera. Hay más de 400.000 bicicletas que circulan por las calles de la
capital holandesa, con estacionamientos por todas partes y más de 15.000
kilómetros de carriles exclusivos. Alquilar una bicicleta por día cuesta
alrededor de 10 euros (con casco y cadena)