Texto publicado por Ernesto

CAMBIO CLIMÁTICO: SÍ PERO NO...

     Nadie, en su sano juicio, puede pretender que las emisiones a la atmósfera de CO2 son beneficiosas.  Pero de ahí a culpar al CO2 como único responsable del cambio climático hay todo un abismo.

     La Tierra asiste hoy a un cambio climático, por supuesto. La Tierra siempre está sometida a cambios climáticos permanentes, de una naturaleza o de otra.  Tras la última glaciación, la de Würm, que ocupó cuatro grandes periodos (entre el 80.000 y el 12.000, aproximadamente, antes de Cristo) (eso sí fue un gran cambio climático), se registró un intenso ciclo de lluvias, que convirtió el Sahara, para que nos hagamos una idea, en una selva.  Ese gran húmedo holocénico se prolongó por espacio de casi 8.000 años (eso sí fue todo un cambio climático).  Y hacia el 4000 a. de C., también aproximadamente, , las lluvias cesaron y arrancó un nuevo cambio: la progresiva desertización de buena parte del mundo.  Y en eso estamos, en otro cambio climático.  Llevamos, pues, 6000 años de cambio climático, pero parece que fue ayer, según la televisión y demás medios de comunicación.  Y me pregunto: ¿quién contaminaba hace 6000 años?.

El Sahara fue un jardín. A partir del año 4.800 antes de Cristo se inició una progresiva desertización.

     En mi opinión, alguien miente cuando nos hablan de cambio climático.  Alguien, muy interesado, se preocupa de echar leña al fuego y de que el miedo aumente.  Las causas de un cambio climático son muy variadas y, casi siempre, obedecen a razones que escapan al control humano: oscilaciones periódicas (cada 40.000 años) del eje de la Tierra, actividad solar intensa (que influye o no en la creación de barreras nubosas), el paso del sistema solar por determinadas regiones de la galaxia e, incluso, la caída de grandes meteoritos.  El actual proceso de desertización continuará hacia el norte, hasta que la temperatura alcance un punto crítico.  Después, las corrientes marinas cambiarán y se producirá un nuevo cambio climático.  Y así sucesivamente.  En la Tierra, y en los cielos, nada es para siempre.  Lo lamentable de esta situación es que han hecho reo de muerte al CO2.  Y el pobre, aún siendo perjudicial, no es el gran culpable.  Detrás se encuentran los de siempre: los que pretenden sacar beneficio.  Es decir, las empresas que gestionan las centrales nucleares y las eólicas.  En 2003, el Instituto de Tecnología de Massachussets elaboró un estudio titulado “El futuro de la energía nuclear”.  En él se analizaban las condiciones necesarias para que la energía nuclear se mantuviera viva.  En dicho informe se adelantaba que la energía nuclear se triplicaría en el 2050, con una producción de un millón de megawatt.  Eso significará el ahorro de 800 a 1800 millones de toneladas de carbono emitido a la atmósfera por año.  “A esa escala   - aseguran Deutch y Moniz, que dirigieron el estudio-,  la energía nuclear contribuiría a la estabilización de las emisiones de gases de invernadero...”

     Se puede decir más alto, pero no más claro.

Las erupciones volcánicas pueden arrojar más CO2 a la atmósfera que toda la producción industrial en un siglo.

     En cuanto a la energía eólica, jamás el hombre había cometido un “error” tan grave.  Los molinos de viento no representan una cifra significativa en la producción eléctrica, pero sí un sustancioso dinero a los propietarios de los terrenos en los que son levantados.  Ni la masiva tala de árboles por parte de los romanos y de los turcos provocó tanto desaguisado en el paisaje como los referidos molinos.  Algún día, cuando la sociedad despierte, habrá que volver a llamar a Don Quijote para que se enfrente a los nuevos monstruos.

     Ya nadie habla del agujero en la capa de ozono, puesto de moda por alguien que ocultaba oscuros intereses...

     No es bueno contaminar, naturalmente, pero es mucho peor manipular a la opinión pública.

Los molinos de viento, otro grave atentado contra la naturaleza, pero los ecologistas miran hacia otra parte. (Fotos: Iván Benítez) 

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