Texto publicado por Carinosanto
¡¡¡SALTARSE EL DESAYUNO!!!
Lo que le hace a su cuerpo cada vez que se salta el desayuno
No comer nada hasta el almuerzo aumenta el riesgo de obesidad y de sufrir un infarto.
La vida moderna ha acabado sacrificando este hábito.
Aunque tiene fama de ser la comida más importante del día, el desayuno es uno de los hábitos más sacrificados en la vida moderna. Muchos apenas toman un café y otros simplemente comen por primera vez a la hora del almuerzo.
Lo que quizás ignoran quienes incurren en esta conducta es que la ciencia ya estableció los efectos negativos que este comportamiento tiene sobre la salud.
Las ventajas de comer por la mañana
Permite un mayor rendimiento en términos de memoria, atención y habilidad de resolver problemas. Además, desayunar ayuda a controlar y moderar la ingesta total de calorías durante el resto del día.
Un buen desayuno contribuye significativamente al consumo requerido de vitaminas y minerales y, en consecuencia, al equilibrio nutricional.
Mantener el estómago lleno hasta la próxima comida evita comer de más. Además, disminuye la tentación de ‘picar’ golosinas, que aportan calorías extras, por lo cual ayuda a controlar el peso.
La fibra de los cereales integrales y las frutas, alimentos que suelen privilegiarse en los desayunos, combaten el estreñimiento.
Cuando se hace por fe
Por creencias filosóficas o religiosas, muchas personas hacen del ayuno una práctica frecuente. No se trata, sin embargo, de dejar de comer ni beber, sino de evitar alimentos sólidos, pero no los líquidos. Varios estudios han demostrado que si la salud es buena, entre los 18 y los 60 años se puede ayunar medio día o un día completo, siempre que no sea una costumbre.
Esto sirve para limpiar el aparato digestivo, aunque la nutricionista Lucía Correa asegura que hay que interrumpir si aparecen temblores, sudoración, taquicardia o debilidad, lo que indicaría que la sangre tiene bajo nivel de azúcar. Conviene consumir los líquidos necesarios para no deshidratarse.
Una fórmula ganadora
Una porción de fruta: no tiene que ser una papaya entera, como creen algunos.
Una proteína: puede ser un huevo, una tajada de jamón o un pedazo de queso.
Un carbohidrato: arepa, galletas, tostadas o pan.
Cereales integrales: avena o alimentos con fibra.
Un lácteo: café o chocolate en leche, o yogur.
Si tiene el hábito de ir al gimnasio en la mañana, consuma un carbohidrato saludable antes de entrenar –galletas integrales, por ejemplo– e hidrátese durante la actividad. “Al terminar el ejercicio, la persona puede tener mucho apetito. Lo ideal es consumir un alimento rico en proteínas, porque ese es el momento en que el músculo está listo para un yogur o un pedazo de queso”, aconseja la dietista Fanny Aldana.