Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera
El día antes del final.
El día antes del final.
No podía ser, tenía que ser un error, pensó Crack. La gran pared tenía alrededor de diez metros de alto y otros diez de ancho, y estaba completamente
cubierta con una extraña escritura. Todo el lugar era muy antiguo, incluso mucho más que Crack, el solo sabía que era lo último que quedaba de una muy
avanzada civilización que habitó el planeta hacía mucho tiempo ya. No sabía cómo, pero la extraña escritura no era estática, y con el paso del tiempo sufría
pequeñas modificaciones. No importaba a qué distancia Crack se encontraba, en su interior podía sentir cada vez que ocurriera la más mínima variación.
Pero ese día había sido diferente, no era el mismo sentimiento de siempre, algo extraño estaba pasando, pero no sabía qué. Cuando llegó al lugar, para
su sorpresa, descubrió algo que jamás había visto. Esta vez no era solo un pequeño cambio en uno o dos símbolos, esta vez prácticamente toda la pared había
cambiado. Crack estaba atónito ante el hallazgo, al principio no estaba seguro de lo que significaba, pero sabía que no era nada bueno. Le tomó bastante
tiempo lograr decodificar el nuevo mensaje, y al final no tuvo dudas, para su sorpresa allí estaba escrito y el no podía cambiarlo ni hacer nada al respecto.
El mensaje era claro, el final se acerca.
El último día.
El fin se acercaba, y todo el planeta parecía sentirlo. Crack era el último de una especie que en algún momento había sido conocida como los seres humanos.
Medía casi tres metros de altura y era tan flaco que su piel arrugada y gris se pegaba a sus huesos. Su cabeza era notoriamente más alargada de lo que
alguna vez fue y no poseía ningún vello en todo su cuerpo. Se encontraba completamente desnudo y en sus manos poseía una suerte de roca en forma de ele,
la cual uso para apuntar al cielo por unos momentos. El sol se encontraba escondido detrás de una gran bruma, y solo dejaba pasar una leve cantidad de
luz. Crack, a pesar de poseer un par de ojos extremadamente pequeños, podía ver sin ninguna dificultad en aquel extraño ambiente. Caminó unos pasos por
ese vasto desierto árido y sin vegetación, hasta llegar a un pequeño charco de agua. Apenas tenía un centímetro de profundidad y formaba un círculo excesivamente
perfecto en el suelo. Crack se arrodilló justo en el centro y volvió a apuntar la roca en forma de ele al cielo, y emitió un leve y extraño sonido, la
bajó y la dejó en el suelo, fuera del agua. Crack cerró los ojos y se quedó inmóvil en aquel lugar a esperar el inevitable final.
Después del último día.
Y finalmente un nuevo día llegó. El cielo se encontraba completamente despejado, mostrando a un gran y poderoso sol iluminándolo todo. Crack abrió sus
pequeños ojos y observó muy sorprendido todo ese espectáculo. El calor había evaporado el charco de agua donde él se encontraba arrodillado. Miró hacia
arriba, intentando encontrar algún sentido a lo que estaba sucediendo. Era un nuevo día, y todo seguía allí, incluso el. No sabía cómo ni porque, pero
el mundo había sobrevivido a lo que había pensado era el final.
Se levantó con cuidado, y muy lentamente comenzó a caminar. Tal vez este no haya sido el final, pero este, pensó para sí mismo, no estaba muy lejos, después
de todo el era el último de su especie y el ultimo ser vivo de ese viejo y olvidado planeta. Estaba cansado, y se dio cuenta que se sentía más triste ahora,
que cuando creía que iba a morir. De pronto se dio cuenta que tal vez la tragedia no era su muerte, sino que siguiera vivo.
Caminó hasta llegar a una roca no muy grande, le llegaba hasta casi la cintura y tenía una forma que asemejaba a un gran cubo. Crack se acercó y colocó
sus manos sobre ella. Volvió a mirar a un cielo celeste y sin ninguna nube tratando de encontrarle sentido a toda la situación, pero no pudo.
A lo lejos se elevaba una estructura gigantesca, era completamente negra y destacaba de todo el paisaje árido y sin vegetación. Era grande como una montaña
y se notaba que era una estructura sólida, muy parecida a un rascacielos. Crack la admiró por unos instantes, y se dio cuenta que si ese extraño lugar
era el que le había dicho sobre el cataclismo que no pasó, tal vez tendría las respuestas de lo que estaba sucediendo.