Texto publicado por starchild

(relato propio) Klanan, capítulo 7: el debut.

Klanan, capítulo 7.
El debut.

Sherina dejó de coser y volvió a concentrarse en los taquitos de madera que tenía justo en frente, sobre su mesa de trabajo. Los observó detenidamente y comenzó otra vez a disponerse a realizar la tarea diaria que se había propuesto para no perder la práctica de sus habilidades. Comenzó a colocar taquitos de madera, uno encima de otro con rapidez, empezando por el más grande desde abajo y terminando por el más pequeño arriba. A medida que avanzaba la colocación, lo hacía de una forma más cuidadosa y disminuyendo la marcha, para evitar que toda la pirámide se viniese abajo. Cuando hubo terminado, dedicó unos instantes a contemplar aquella simulación geométrica, de aproximadamente 20 piezas, cada cual, más pequeña conforme se ascendía, y más grande conforme se descendía. Era una visión del equilibrio exacto. Las piezas están sobre otra pieza más pequeña, de esta forma se impide el balanceo y que ninguna de ellas se caiga, a no ser que se ejerza una fuerza sobre ellas. Entonces algo le vino a la mente. ‘Ah, me he dejado abierta la ventana’!
Corrió rápidamente hacia la ventana de aquel piso de la torre y la cerró sin ni siquiera contemplar el ambiente exterior. De esta manera evitaba que entrase viento, a pesar del buen día que estaba haciendo hoy. Se dirigió lentamente hacia su mesa de trabajo de nuevo, en la cual se encontraba su sillón, sus herramientas de costura con trabajo todavía por hacer, y la torre de piezas, por ahora, inmóviles e imperturbadas.
Se concentró y se dispuso a volver a repetir e interiorizar el plan mental que ella diseñó para que este ejercicio diese el resultado esperado. Uno de los filósofos más ilustres de la región, Daban Meiden, se planteaba una pregunta y una respuesta, completando la teoría de uno de sus antecesores, nícolas Scorch. Scorch sostenía que el ser humano es como una pirámide cónica. Las cosas más superficiales y más pequeñas, se encuentran en cima de la pirámide, y las cosas mucho más grandiosas, se encuentran en lo más profundo de la misma. Scorch también decía, que si descomponemos una pirámide en piezas, de forma que una estuviese encima de la otra, podemos observar que estas no se caen. Lo más superficial, siempre tiene debajo algo más ancho y más grande para sostener la pieza en su sitio. Lo mismo sucede con el ser humano. Esa superficialidad no existiría si en lo más profundo de ese ser, hubiese una idea que fuese fruto de su creación. De esta forma, Scorch se mantiene fiel a su teoría, e indica que es imposible invertir esa pirámide. Ya que de esa forma, al estar invertida, la pieza más ancha estaría arriba, y el resto de piezas más pequeñas cada vez más abajo. Las piezas no tendrían el suficiente punto de apoyo y la pirámide se vendría completamente abajo. La parte superficial de un ser humano, no puede ser muchísimo más grande que su parte profunda, ya que de esa forma, su forma de ser no tendría sustento y se vendría abajo como una pirámide de piezas de madera.
Meiden no estaba del todo de acuerdo con esta teoría, y finalmente, expuso otra teoría mucho más completa la cual mandó al traste todo el trabajo de Scorch. “¿y si hubiese una forma de invertir la pirámide de tal manera que todas las piezas pudieran mantenerse en equilibrio? De esa forma explicaríamos la teoría de por qué hay muchas personas, las cuales en su superficie aparentan tener mucha belleza, pero en su interior tienen una inmadurez innata y un cerebro de mosquito. Nos planteamos, llegados a este punto ¿Por qué se sostiene la pirámide? Para esto, debemos dar por hecho, que al construir esta pirámide, todas las piezas, llamémosles escalones, deben estar cortadas de tal manera que la medida entre escalón y escalón, sea siempre proporcional a la anterior. Entre escalón y escalón, por cualquiera de las caras de ascensión, deben de tener siempre la misma medida, de forma que la pieza superior, siempre quede en el centro exacto de la pieza anterior, formando entre todas ellas, un punto concéntrico el cual es igual para todas las piezas. De forma que si trazamos una línea de corte desde el centro de la pieza de arriba hasta la de abajo, ese corte, pasa obligatoriamente por el centro del resto de piezas. Y yo pregunto. ¿Sirve este análisis para aplicar la teoría de Scorch? Pues absolutamente para nada. En la pirámide de Scorch, solo basta con que la pieza inmediatamente superior, tenga toda su superficie apoyada en la pieza inmediatamente inferior. De esta forma, si invertimos la pirámide, es posible que se acabe derrumbando pieza por pieza, debido a que el peso de las mismas, va a acabar decantándose por el punto de apoyo que esté ocasionando más fuerza, y se venga abajo todo el invento. Sin embargo, si colocamos esta pirámide de la misma manera, con la pieza más pequeña abajo y progresivamente con el resto de piezas más grandes hacia arriba, pero al mismo tiempo aplicamos mi método, en el cual, hacemos coincidir todos los puntos concéntricos, obtenemos que al ejercerse siempre la misma cantidad de presión en todos los lados de las piezas, estas, aunque no tengan punto de apoyo en la superficie más exterior, pueden seguir manteniéndose, de una forma extraordinaria, en pie.’
Así concluía Meiden su teoría completada y la relación con la personalidad humana, en ocasiones, completamente invertida. Este ejercicio, se mandaba realizar siempre a todos los niños de enseñanza primaria de las escuelas de Klanan, construyendo primero la Pirámide de Scorch, y después, la de Meiden. La segunda era muchísimo más difícil debido a que casi siempre acababan cayéndose las piezas, ya que hacer coincidir todos los puntos centrales, requería una concentración y precisión espectacular.
Sherina adoraba hacer este ejercicio con su modificación particular. Hacer que la pirámide de Scorch, poco a poco fuese convirtiéndose en la pirámide de Meiden. Para esto, se debían mover todas las piezas de posición menos una de ellas, de forma que quedase la pirámide invertida. Obviamente esto solo se podía realizar mediante la manipulación de la realidad mediante el tercer plano, ya que la pieza clave, la cual no se debe tocar, es la pieza inferior.
Sherina se concentró y tiró de los hilos necesarios. Inmediatamente la torre de piezas comenzó a elevarse a unos centímetros de la mesa hasta que su altura fue el doble de la propia torre. Instantáneamente, la pieza superior, la más pequeña, calló a la mesa. Acto seguido lo hizo la pieza inmediatamente inferior, dejándose caer en cima de la anterior. Todas las piezas fueron depositándose de forma que, cada vez que caía la pieza de más arriba justo en la pieza superior de la torre inferior, le sucedía otra, así, hasta que finalmente, la única pieza que quedó, la cual no se había movido de posición, era la base de la primera torre, que ahora, tras bajar, quedó como la cúspide. Todas las piezas quedaron en perfecto equilibrio y de una forma imperturbable.
Sherina observó la maravillosa transformación y pensó para sí. “Esta teoría se puede completar en el caso que halla que reajustar algunos patrones. En la teoría de Scorch, si nos encontramos al primer tipo de persona, ¿Qué ocurre si movemos un poco la parte superficial? La pirámide se sigue manteniendo. Aunque la realidad física de esa persona halla cambiado un poco, sigue teniendo pensamientos fuertes y robustos, capaces de moldearse a su nueva percepción. Sin embargo, con el segundo tipo de personas, del cual habla Meiden y por lo tanto la pirámide está invertida, su realidad física se sustenta sobre pensamientos menos consistentes y capaces de solo aceptar una sola posición. Eso quiere decir que si yo modifico un poco la realidad física de esa persona…”
Sherina rió pícaramente y empujó con el dedo un poco la pieza superior hacia la derecha. Inmediatamente, esta se inclinó, dejando caer todo el peso a las piezas inferiores, las cuales también provocaron deslice. Instantáneamente, toda la torre se desmoronó.
“Listo. Solo hace falta un poco de cambio para que una de estas personas se venga a bajo o no acepte su nueva realidad”
Abrió uno de los cajones e introdujo todos los taquitos de madera, tras después cerrarlo. Era hora de acceder al plano onírico, por suerte, ella tenía la capacidad de hacerlo de forma consciente. Probablemente, Doyna estaría haciendo lo mismo.
Se concentró y cerró los ojos profundamente. Tras cinco minutos, se levantó sobresaltada y corrió hasta la puerta de su despacho, tras abrirla, se encontró frente a frente con Doyna, quien la miró fijamente a los ojos.
--¿Tú también lo has visto? –Dijo Sherina.
--Precisamente por eso te venía a buscar. ¿Puedo entrar?
--Por supuesto –Dijo la iniciadora, dejando pasar a la chica más joven y cerrando la puerta después que hubo tomado asiento. Sherina se sentó a su derecha.
--Si es cierto lo que está sucediendo, deberíamos actuar lo antes posible. No podemos permitir que Klanan caiga en crisis ahora.
--Relájate chiquilla. Ya se nos ocurrirá algo. Siempre se nos debe ocurrir algo en estas situaciones. Veamos, ¿Dónde se ha localizado la perturbación?
--Cerca de Tarnis, concretamente ha sido uno de sus poblados. Ha desaparecido de la noche a la mañana. Como si una lluvia de fuego lo hubiese carbonizado sin sentido.
--Un ataque aéreo. Pero ¿Quién podría querer realizar una ofensa a una aldea del imperio por excelencia en Klanan?
--No lo sé. La gente del sur no nos atrevemos a cuestionar su forma de actuar, los reinos del este están demasiado ocupados en su conexión con la naturaleza, los hombres de roca son demasiado herméticos como para salir de su hábitat… Bueno, eso por lo que he oído, nunca he estado personalmente en Tarnis.
--Yo sí. Y créeme, el lujo excesivo que hay en su capital, me pone enferma.
--Bueno, algo hay que hacer.
--Por lo pronto ponerse en contacto con la torre de enseñanza de Tarktarus, quizá nos puedan dar alguna pista. Mira, es una buena ocasión para poder conocer Tarnis.
--Sabes que todavía no domino del todo los viajes espaciotemporales.
--Y menos los dominarás si no empiezas a ponerlos en práctica. AL ser posible aparécete en las afueras antes de entrar. Por muy orgullosa que sea la gente, es bastante impresionable ante cosas que se salen de sus patrones de percepción habitual.
--¿quieres que pregunte por alguien en especial?
--Busca al iniciador del tercer plano en aquel lugar. Si las cosas no han cambiado, seguirá siendo Rein.
--De acuerdo. Deberíamos tener a alguno de nuestros iniciados vigilando el lugar a nivel de ensoñación.
--¿Meter a alguien al plano onírico? No estaría mal. ¿Crees que Kelvin podría hacerlo?
--Ya empieza a controlar mucho mejor su cuerpo y sus emociones dentro de ese plano. Pero sigue siendo un niño pequeño en la materia. Igual, creo que será él. No todo es teoría.
--Por ese camino vas bien. Tengo buenas expectativas para él. Si todo sigue como sigue, alomejor sustituye a Pathros, quien sabe.
--Creo que debería ponerme en marcha lo antes posible. Si me lo permites, voy a abandonarte.
--Marcha en paz. Intenta conseguir lo máximo posible.
--Prometo que haré lo máximo que pueda hacer.
Acto seguido se levantó y abandonó lentamente el despacho, tras abrir y cerrar la puerta tras de sí.

El humo daba a aquel lugar un ambiente brumoso y de fantasía. La música de violines y palmas acompasadas con la alegre y a la vez, dulce melodía, todo ello aderezado con el murmullo de la gente, hacían que Nineva, se sintiese hoy especialmente contenta, y al mismo tiempo algo inquieta, y nerviosa. Faltaba poco tiempo para actuar, y Kénaton ya se había marchado a la cama. Por mucho que lo apreciase, era un niño y tenía que respetar ciertos horarios y reglas.
Claudina se encontraba sentada en frente de ella en la misma mesa.
--Relájate Irilina, estás demasiado tensa. ¿Por qué no te pides un aliento de planoide?
--Estoy inquieta. Es la primera noche que voy a bailar aquí.
--¿Tu bailar, en esta posada?
--Sí, bueno. Me han propuesto trabajar durante unos meses aquí. Espero que sea temporal, no me resulta agradable.
--Bueno, a nadie debe resultarle agradable tener que aguantar a borrachos y babosos. ¿Qué tal está el pequeño?
--Acostado. Además, el viaje a sido un poco complicado.
--Por lo menos llegasteis al día. No os habéis tenido que enfrentar a Srugs, ¿No?
--Nunca los he visto.
--No dan miedo, pero a la vez sí. Me explico, estéticamente son muy bonitos pero… Que ninguno te pique si no tienes a un sanador cerca.
--Sí, ya me explicaron acerca de eso.
--Voy un momento fuera. Ahora regreso, ¿OK?
--Sin problemas.
Claudina se alejó lentamente hacia a fuera, e instantáneamente el posadero se acercó a la posición de Nineva.
--Tengo que reconocer, que estás bastante bonita esta noche, especialmente. Creo que impresionarás.
--Muchas gracias. ¿Cuánto falta para empezar?
--Ve preparándote. ¿Has ensayado algo?
--No, no me ha dado tiempo pero creo que improvisaré.
--Perfecto. Acompáñame y mantente detrás de mí.

Claudina volvió a entrar en el establecimiento, después de haber aprovechado para inundar sus pulmones y fosas nasales de aire puro. No soportaba muy bien el humo, y de vez en cuando tenía que salir de esos sitios cerrados para evitar que el ambiente le provocase problemas de respiración. Se volvió a dirigir a la barra y no encontró a su compañera. Miró hacia todos lados, se fijó en las mesas, en las sillas… ¿Habrá subido a la habitación? Pensó en disponerse a subir las escaleras para buscarla. Pero igual estaba cansada y prefirió no hacerlo. De pronto, se sobresaltó al oír la aguda y potente voz del posadero.
--¡Atención a todos los aquí congregados esta noche!
Toda la gente enmudeció y permanecieron a la espera.
--Tenemos preparados para todos ustedes, esta noche, un gran evento, el cual espero que sea, al ser posible, el más agradable del día. Porque imaginamos, que estáis ahora mismo aquí para bailar, divertiros, y bueno, ¿Algunos porque no habéis soportado la presión de poneros hasta las cejas de comida y reventar como una de esas plantas rellenas de agua, verdad?
Todo el mundo soltó una corta risa.
--Bien, pues hoy aquí no vamos a regalar redondos, ni vamos a demostrar quién es mejor en esta o aquella competición, pero sí, advierto, que traemos algo que deleitará, al ser posible, vuestros placeres visuales. No quiero haceros esperar, más que nada porque las bebidas poco a poco se están calentando, pero mejor es que ardan otro tipo de cosas. ¿No?
Un grupo de ebrios respondieron de una forma enérgica.
--Pues sin más, desde alguna parte del norte de este lugar, presentamos, para placer de todos vosotros, a la joven Irilina. ¡Que comience la música!
Los violines comenzaron a sonar de nuevo, entonando una lenta, pero al mismo tiempo sensual melodía, mientras que la joven Nineva poco a poco aparecía de detrás del posadero, mirando hacia la multitud y dedicando a todos una agradable sonrisa. Inmediatamente, toda la posada se llenó de júbilo y un puñado de aplausos y gritos llegaron hasta los oídos de la antigua noble. No pudo aguantar más y comenzó a dejarse llevar por la música. Su atuendo consistía principalmente en una ajustada falda blanca con engarces de joyas doradas y un vestido de color rojizo, el cual en algunos ángulos de visión, recibía el brillo de las luces perfectamente colocadas para la ocasión. Se recogió un poco la falda para dejar entrever algo de sus muslos, a lo cual, la multitud volvió a aplaudir de nuevo, fijándose en ellos y en sus zapatos de tacón negros. Continuó moviéndose de una forma delicada, haciendo graciosas reverencias al pasar por delante de la gente, y dando de vez en cuando alguna pirueta o vuelta la cual normalmente provocaba un remolino en su vestimenta, y por consiguiente, la correspondiente ovación.

--Tengo que reconocer que no lo hace nada más. ¿Será su primera vez? –Dijo una anciana a sus compañeras, las cuales estaban sentadas en un rincón de la posada, observando el espectáculo. Nineva observó como había gente nueva que se unía al espectáculo, y que las personas comenzaban a apretarse como podían entre las mesas y cualquier lugar para poder observarlo todo.
La música comenzó a animarse un poco más subiendo de rapidez y la gente comenzó a dar más palmas mientras la chica, aumentaba también el ritmo de su baile, sin quitar su sonrisa de la cara.

Mientras, fuera del establecimiento dos señores estaban conversando.
--Ahí dentro parece haber mucho jolgorio. Quizá esté allí.
--O quizá no. Entremos y averigüémoslo.

Los hombres se dispusieron a entrar, tratando de sobrepasar a toda la barrera de gente que también trataba de hacer lo mismo.
--Maldita sea, esto está a rebosar.

--Vamos, relájate. Se que puedes hacerlo. –Dijo Doyna a un nervioso Kelvin el cual se encontraba tumbado sobre una cómoda cama.- Tranquilízate. ¿Vale? Escúchame. No te ocurrirá nada. A pesar que el plano onírico pueda parecer tan real como la vigilia, allí solo eres un cúmulo de energía etérica conectada al cuerpo. Si algo no va bien, seguramente tu sobresalto, te despertará.
--De acuerdo. –Dijo el chico calmándose.- Voy a volver a intentarlo.
--Así me gusta –Habló Doyna con una sonrisa tranquilizadora.- Además, si no relajas esos músculos, te será imposible llegar a la conciencia suprema. Yo entraré contigo, ¿OK?
Esta última frase lo hizo tranquilizarse enormemente y todas las partes de su cuerpo se relajaron por completo. Se puso boca arriba y comenzó a respirar lentamente. Notó como poco a poco dejaba entrar en todo su cuerpo la pesadez del sueño y comenzó a dormirse. Ya oía retazos de ensoñaciones lejanas, que poco a poco iban tomando cada vez más consistencia. Entonces, determinó que ahora era el momento.
Se levantó y se elevó por encima de su cuerpo dormido. Este no tardó en difuminarse, observando ahora la cama vacía, la cama del mundo onírico la cual era muy similar a la del mundo de vigilia, en la cual, su cuerpo probablemente seguiría allí. NO, no podía pensar en el mundo de Vigilia, si lo hacía podría provocar que la conexión con el plano actual se perdiese. Observó la habitación y se dio cuenta que era idéntica a la del mundo real. Solo por un pequeño detalle. Algunos elementos cambiaban constantemente, como las inscripciones en los cuadros y el tiempo irregular del reloj de pared, que saltaba de una forma indeterminada.
Poco a poco la silueta de Doyna comenzó a dibujarse a su lado.
--¿Cómo lo has hecho tan rápido?
--Soy la iniciadora del segundo plano. Tengo la capacidad de estar al mismo tiempo en este mundo y en el de vigilia. Lo aprenderás más adelante si se diera el caso que lo necesites.
--¿Y qué está haciendo tu cuerpo?
--Te observo en los dos lados. Además, podré atender en caso de que llamen a la puerta allí, cosa que veo poco probable, pero nunca está de más poder prevenir esa situación. Bien, necesito que te agarres a mí.
Kelvin así lo hizo, y Doyna, le pareció tan sólida como en el mundo real. Cuando se atrevió a preguntar, esto le respondió.
--Somos etéricos pero entre nosotros si podemos tener consistencia. Podemos atravesar objetos y paredes en el mundo onírico. Pero entre nosotros, debido a que nuestra masa energética es equivalente, nos repelemos en cierto modo. Este lugar es ideal para entrenamientos, aunque no se use para ello. Bien, vamos allá.
Kelvin notó como instantáneamente todo el ambiente cambió y ahora se encontraban en unos florecidos campos a la luz de la luna, los cuales se extendían en todas direcciones menos una, donde se observaban unos imponentes muros allá a la distancia.
--Bien escúchame. Quiero que memorices y te quedes bien con este lugar, ya que necesito que estés observando la ciudad, y al ser posible, pueblos de alrededor. Al ser un mundo onírico puedes moverte todo lo rápido que quieras, e incluso puedes saltar directamente hacia un sitio, simplemente pensando su localización exacta. Pero no te desvíes del perímetro de la ciudad. Yo tengo que volver, regresaré a este lugar en forma física. De todas formas si tengo tiempo, trataré de hacerte visitas temporalmente para observar que tal lo vas haciendo. Si te duele mucho la cabeza, eso quiere decir que tu cuerpo ha descansado demasiado y necesitarás despertar. No obstante si tu energía onírica se encuentra muy agotada, saldrás automáticamente a la fase de vigilia, pero nunca llegues a ese extremo porque las consecuencias son un poco desagradables. Sin más, debo regresar. Mucha suerte y cuéntame todo lo que observes. Cualquier perturbación física podrás observarla aquí, aunque probablemente de una forma diferente. Si bombardean, observarás el fuego y las bombas, pero en ningún momento verás gente por ninguna parte. Eso es todo. Que te sea leve.
La silueta de Doyna se difuminó lentamente en estelas brillantes y acabó desapareciendo. Ahora, Kelvin se encontraba solo en ese mundo extraño por descubrir. Más calmado, debido a que ahora si estaba convencido que sus acciones no tendrían repercusiones peligrosas por lo menos para él.

Nineva se encontraba completamente agotada, y ahora se apoyaba en la barra, mientras se limpiaba la frente perlada en sudor. Claudina se acercó hacia ella y la abrazó con fuerza.
--Lo has hecho muy bien, amiga, Muy bien.
--Muchas gracias, en serio. –Dijo Nineva entre risas.
--Yo creo que voy a acostarme, y probablemente tu no lo harás en breve.
--Estoy esperando mis redondos.
--Así se hace chica. –Dijo la otra muchacha mientras le daba dos palmaditas en la espalda y se alejaba lentamente.
Se dio la vuelta observando a su recién amiga marchar, y al mismo tiempo, un hombre con cara de fortachón y apurando un enorme baso en forma de tubo, se acercaba a su posición.
--Valla, que hermosura contemplan mis ojos. –Dijo el hombre tratando de adoptar un tono de voz agradable.- Espero que esté dispuesta a soportar un poco de compañía de un borracho solitario, porque la verdad, que no pienso dejar escapar esta oportunidad.
El chico se situó delante de ella, desprendiendo un apestoso aliento a alcohol y sudor.
--Bueno –Dijo Nineva.- No tengo las llaves de esta posada, así que digamos que usted es libre de colocarse donde le plazca. Siempre que alguien no esté dispuesto a impedirlo, claro está.
--¿Impedirme a mí qué? Un señor de la noche como yo, un hombre de noche y damas, acostumbrado a tratar con invéciles que se creen que el mundo es suyo… No, querida, nadie debería impedirme eso. –Dijo mientras acercaba poco a poco su mano al cuello de la muchacha. Nineva trató de que no se notase su nerviosismo, para lo cual, sacó sus dotes de nobleza.
--¿Y con qué motivo ha decidido, usted, acercarse esta noche a esta sola y desprotegida dama, señor? –Dijo ella con una voz seductora.
--Lo debe saber muy bien. A no ser que su inocencia aún siga intacta, como la piel de un bebé. En ese caso, yo estaría dispuesto a disiparla con mi propio ser, y mostrarte cosas que jamás has sentido. Sensaciones que te harán, temblar de pies a cabeza… Ah, se me olvidaba, que descortés. Si ya lo está haciendo.
Nineva se dio cuenta que es cierto que estaba temblando, podría ser de miedo, lo cierto que no se encontraba cómoda, mientras ese apestoso hombre dejaba deslizar su mano bajando por su cuello y acercándose al interior de su vestido.
--¿Y qué ocurriría si me negase, amigo?
--No puedes negarte. No lo permitiría, además, encontrándote esta noche, he tenido mi golpe de suerte diario.
El hombre rodeaba a la muchacha con la otra mano, apresando poco a poco su brazo izquierdo y apoyándose cada vez más encima de ella, abriendo ligeramente las piernas.
--En eso puede que tenga algo de certeza, señor.
--¿Ah sí? –Dijo el acercando sus labios a la boca de nineva. –Quiero oír tus palabras de nuevo.
--Claro. –Dijo ella con una risa nerviosa.- Es completamente cierto que esta noche… Tendrá su golpe.
Acto seguido, con una velocidad impresionante, nineva levantó la rodilla y la clavó fuertemente en la entrepierna del hombre, el cual dio un agónico grito de dolor y sin remedio, calló hacia atrás golpeando una mesa y unas cuantas sillas, las cuales cayeron junto a él en el suelo. Un grupo de personas, probablemente sus compañeros, los cuales estaban mirando, inmediatamente propiciaron hacia el individuo bajos abucheos y palabras negativas.
--¡Ahí tenéis, mirad como está el hombre más rudo de las tabernas! –Gritó Nineva haciéndose oír por toda la sala, y observando como toda la posada prorrumpía en carcajadas.
El hombre fortachón, tras haberse recuperado, se levantó y miró con furia a la joven.
--¡no voy a permitir que una sucia dama de Posada como tú, sea capaz de tirar mi hombría por los suelos.
Instantáneamente, Nineva dio un gritito al recibir una bofetada la cual la dejó patidifusa unos instantes, momento el cual aprovechó el hombre para empujarla con todas sus fuerzas de lado y tirarla contra el suelo. Nineva rebotó y calló boca arriba, mientras el hombre se tiraba en cima de ella y le golpeaba la barriga, al tiempo que la gente gritaba de sorpresa. La chica intentaba moverse pero el hombre la tenía apresada mientras le desgarraba poco a poco el vestido. La joven trataba de moverse nerviosamente al tiempo que jadeos y gritos de impotencia salían de sus labios.
--Suplícame. –Dijo el hombre con una sonrisa macabra.- Suplícame o te juro que lo que te voy a hacer te dejará marcada para el resto de tu vida. Suplícame.
Acto seguido observó como un palo de madera impactaba contra la espalda del fortachón, cayendo este de lado. Inmediatamente vio quien era el agresor. El posadero, tenía al hombre inmovilizado, con una de sus botas presionando débilmente contra el cuello del borracho.
--¡Creo que hay que ser lo suficientemente poco hombre para atreverse a golpear a una mujer de esa forma. Que ocurre, amigo, ¿Tanto miedo le tienes a los varones de tu misma estatura que tienes que desahogar tu frustración con una dama?
--Ella fue quien me provocó…
Su voz quedó interrumpida por una patada que el posadero dio a la cabeza del borrachuzo, mientras se quejaba débilmente.
--Aprende a controlar tus bajas pasiones, y si no, no vuelvas a aparecer por ninguno de estos locales. Ahora sal de mi posada antes que me de por hacer de ti algo menos valioso que una persona como tú.
El hombre se levantó lentamente como pudo, y al mismo tiempo lo hizo Nineva, con su vestido algo desgarrado y sucio.
--¡Todo el mundo fuera de la posada ahora mismo! ¡La fiesta ha terminado! –Vociferó el posadero mientras, poco a poco la gente iba abandonando el lugar.