Texto publicado por Ana López
El camello sin cuerda
Estaba a punto de caer el Sol y la caravana se preparó para pasar la noche en el desierto. El muchacho encargado de los camellos se acercó al guía y le dijo: <>.
El guía quiso tranquilizar al joven diciéndole: <>.
Siguió su consejo y, a la mañana siguiente, cuando la caravana volvió a ponerse en marcha, todos los camellos empezaron a avanzar en fila. Todos, menos uno. <>, le dijo el chico encargado de la manada al guía. <<¿Es por casualidad, el ue se quedó sin soga?>>, le respondió. <>, continuó extrañado el jovenzuelo. <>, le explicó el guía. Lo mismo le pasa a mucha gente, que son camellos atados sin cuerda, porque los límites no los impone la realidad, sino nuestras propias creencias.