Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez
¡oh, Dios mío!...¡qué día!
¿porqué les puse este título? Pues verán…hace un año el 20 de noviembre estuve en un hospital como león enjaulado en la sala de espera toda impaciente porque quería que pronto me dieran la noticia de que ya teníamos un nuevo bebé en casa. Y ahora un año después exactamente el 20 de noviembre mi niño cumple un año ¿y donde lo festejo yo? Pues en el mismo hospital pero ahora en cama contagiada de fiebre tifoidea . y el día que mas fiebre me dio tuve este sueño que ahora les comparto…
Era un bello amanecer de color púrpura que daba un color rosado a toda la pradera, hacia el este se encontraban dos grandes ceibas como gigantes que guardaban la enrada, de pronto un león empezó a correr de una ceiba a la otra y poco a poco empezó a tejer una telaraña con cuerdas mas fuertes que las que se usan en los pozos, tan solo en un abrir y cerrar de ojos el león ya había tejido un buen trecho de su red y muchos animales curiosos lo rodearon sin imaginar lo que aquel león hacía en realidad. Y como la curiosidad a veces no es tan buena consejera, algunos animales se acercaron demasiado a la red y quedaron atrapados en ella, había de todo tipo, osos, elefantes, leopardos ¡hasta un tigre guaraní!, un conejito sonriente, muchos ruiseñores, garzas y un cisne blanco y hermoso que muy pronto escaló la red y quedó al parejo del león. Entonces en las alas del viento llegó una voz proveniente de seuta que decía “los barcos están listos suban ahora en ellos”, y desde argentina alguien le contestó “no, lo siento, pero ahora no puedo ir porque estoy grabando mi nuevo programa”, voces, voces por doquiera, salían de todas partes unas querían ir otras no podían pero sabresalían aquellas que en lugar de hablar cantaban y pareciese que en la pradera hubiese un coro de ángeles.
El león tejía cada vez mas arriba seguido muy de cerca por el fiel cisne, los demás escalaban poco a poco tras de ellos, llegó un instante en que eran tantos que yo ya no pude distinguir a los primeros. Una luz brilló entonces desde chile, parecía un rubí gigante acompañado de una esmeralda, y de pronto un presioso tucán empezó a dar las crónicas deportivas,alguno de ellos regalaba chocolates a todo aquel que tenía cerca ¡ya hasta le decían el chocolatero!. Sorprendida ví que la red se llenaba de flores de todo tipo pero la que mas llamó mi atención fue una azucena azul. Todo se llenó de bruma y solo quedó en mi cerebro aquel león que tenía una melena enorme y unos ojos tan bellos que trasmitían en su mirada toda la ternura del mundo…¡lo siento fue un sueño enfebrecido! Y aclaro cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.