Texto publicado por Amín el argelino
Una cuestión de principios (cuento).
¡Hola, amigazos!
Hace un montón de tiempo que no publico nada por aquí, pero vamos, siempre os tengo en los recobecos de mi corazón.
Me gustaría regalaros un cuento que he escrito esta mañana. En realidad, se trata de una adaptación de un cuento popular del Conde de Lucanor, a la argelina.
Aquí tenéis la versión original del cuento titulado "lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo" http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-conde-lucanor--0/html/
Y, en seguida, su adaptación, hecha por mi humildísima persona.
¡Espero que os guste, y, ey, sed clementes conmigo! Sonrisa y guiño.
Una cuestión de principios
Una cuestión de principios.
Sucedió que una mujer comerciante, llamada Khadhra, tenía a una amiga poco sensata y falta de razón; pero no por ello, dejaba de tener un buen corazón. Aquellas dos mujeres tenían una tienda de atavíos, donde vendían ropa de mujer y niño. Y, como tenían que recorrer un largo camino para aprovisionarse de mercancías, primero, las dos amigas se alternaban en ir al gran zoco de Argel para adquirir efectos; lo que despertó, en el pueblo, grandes críticas: “¡Por Alá, cómo se deja viajar a una mujer sola hasta Argel! ¡Esto sí que es una auténtica locura!”.
Luego, viendo el gran revuelo que tal decisión causaba en la aldea, las dos amigas decidieron viajar juntas hasta Argel, para protegerse la una a la otra. Sin embargo, el cotilleo no cesaba, sino que, al contrario, las críticas iban en aumento. De este modo, las dos amigas acordaron encargar a un hombre la tarea de comprar mercancías y traérselas desde Argel. Con todo, en el pueblo, nadie aprobaba aquella decisión, alegando que, siendo mujeres, fácil se las podía timar. Llegados a este punto, Khadhra dijo a su amiga: “viendo tu espíritu indeciso, querida amiga, he hecho todo esto, para enseñarte que en la vida, hagas lo que hagas, siempre habrá alguien que te critique, alguien que te ponga trabas en el camino; por ello, nunca dejes de hacer lo que te parezca bien, sin temor al qué dirán, siempre y cuando no sea algo malo. Y, como reza el dicho popular: satisfacer a la gente es un deseo inalcanzable”.