Texto publicado por Adalberto Javier Nájera Mendoza
Gigoló
Gigoló
Mi matrimonio se iba a pique a la velocidad de la luz Y para no rendirme a la evidencia, decidí aceptar una de sus proposiciones Un ménage à trois con otro hombre Entonces, no era una de mis fantasías De hecho, la idea me violentaba Demasiada testosterona junta De acuerdo, le dije con una condición lo elijo yo No puso inconvenientes
Llevaba unas semanas flirteando con un italiano en un chat de mala reputación Sus piropos y sus propuestas descabelladas, todas eróticas, eran como una inyección de autoestima en vena Aunque nunca le tomé muy en serio, sobre todo, cuando insistía en venir a verme Por más que le decía que era imposible, que estaba casada, no se rendía Nos habíamos intercambiado un par de fotografías Era atractivo Fornido, de potente mandíbula, ojos vivos y oscuros, sonrisa ladeada y un corte de pelo impecable Tan italiano y tan viril, que dudé de la autenticidad de las fotos Como la situación me parecía tan irreal, no sentí especial pudor al trasladarle la propuesta de mi marido, pues imaginaba un rotundo NO Me equivocaba Faró tutto per conocerti , fueron sus palabras
El italiano era un hombre de negocios con asuntos puntuales en Barcelona Aprovechando uno de esos viajes, se proponía alquilar un coche para atravesar la Península y pasar un fin de semana en el sur, donde vivíamos Para Marcello no existían obstáculos infranqueables El plan era el siguiente citarnos con él en algún lugar público y si yo daba el visto bueno condición inapelable , al día siguiente, le invitaríamos a casa para adentrarnos en los misterios del ménage à trois
Y llegó el día de la cita Y se dio la puñetera casualidad que mi marido también estaba de viaje de negocios y, por un imprevisto, no regresaba hasta el día después Pensar en afrontarlo sola era caérseme el mundo encima Y qué vergüenza tener que decirle sí o no, como en una selección de ganado Pero hubiera sido una tremenda descortesía aplazarlo, así que me dispuse a ser valiente
A la hora acordada, me planté en el punto de encuentro Se retrasaba Mi nudo en el estómago estaba adquiriendo dimensiones insoportables cuando vi que se acercaba sospechosamente un coche Era él Aparcó a unos metros de distancia y se apeó con una sonrisa de oreja a oreja Para mi asombro, las fotos no le hacían justicia Era más alto, más apuesto y, también, más maduro Me acerqué a saludarle, y sorpresa Sacó del asiento trasero un ramo enorme de rosas rojas Tan grande, que rayaba la obscenidad Per te, amore Pronto comprobé que Marcello era así para todo, coqueteaba continuamente con la frontera de lo excesivo Nuestra conexión fue instantánea Y aunque mantuve, prudente, la distancia, entre su espacio y el mío, saltaban chispas Nos fuimos a tomar algo a un bar No sólo era simpático, sino que estaba atento al más mínimo detalle, como un galán de la vieja escuela Te abría las puertas, te arrimaba la silla, se levantaba cuando te levantabas para ir al baño, y te volvía a acercar la silla cuando regresabas Y halago va y halago viene, con la naturalidad del mejor actor italiano Me resultó tan fácil contarle el plan previsto Y en mitad de la conversación, sonó el teléfono Mi marido Me comunicaba que no vendría, que iba a pasar el fin de semana en no sé donde Pero qué me estás diciendo No me puedes hacer esto he hecho venir a un señor desde Italia Con quién coño estás Silencio No me lo podía creer qué bochorno , me había dejado colgada Se lo expliqué a Marcello al borde de una explosión de lágrimas Me sentí tan traicionada
Una vez más, mi italiano me sorprendió Hizo gala de una sensibilidad poco habitual en los hombres, y no mostró ni atisbo de satisfacción por la ausencia de mi marido Me consoló, me animó, me hizo ver lo maravillosa que era Y que nada de lágrimas Nos daríamos un bonito paseo por el malecón, después, una cena, unas copas y lo que yo quisiera Que había venido a conocerme y que sólo por eso le merecía la pena el viaje Qué el ménage à trois le importaba un bledo, que no me preocupara, que no quería nada de mí, salvo mi compañía y mi sonrisa Aunque costaba creérselas, eran justo las palabras que necesitaba
Tenía que dejar el equipaje en su hotel y darse una ducha, y le acompañé Mientras esperaba, me dediqué a pasear inquieta por su habitación Sentarme hubiera sido una señal de relax que no le quería transmitir, no fuera a imaginar mi disponibilidad Por fin salió del cuarto de baño y el muy canalla lo hizo con una toalla en la cintura, luciendo un magnífico torso desnudo y su mejor sonrisa Y, como era de esperar, todos los planes se fueron a hacer puñetas Debí tardar segundo y medio en caer en sus brazos Sobre la cama, nos revolcamos con el pensamiento en blanco Sin permisos, sin explicaciones Puro fuego Nunca me habían follado así Con esa dedicación, con esa pasión medida y con ese saber exactamente dónde se escondían mis puntos más erógenos Y fueron uno, dos y tres, con sus estupendos interludios de cigarrillo, ternura y risas Porque encima me hacía reír Y no me creí ni una sola de sus palabras de amor, pero encajaban tan bien en la escena que no me importó que fueran mentira Exhaustos y hambrientos, decidimos salir a cenar
Encontramos un restaurante a pie de playa desde cuyo cenador podíamos oír el suave rugir de las olas y, aunque sencillo, resultó de lo más romántico Y no sé si por culpa del vino o por la brisa cargada de mar me hizo una confidencia asombrosa había sido gigoló Gigoló En serio Sí, gigoló Había oído bien Claro , todo encajaba Quién mejor que un gigoló para atender a una mujer con tanto acierto Lejos de cualquier reprobación, lo percibí como un hecho extraordinario Como extraordinario fue el fin de semana que pasamos juntos Me trató como una verdadera emperatriz
Cuando nos despedimos, pensé que no volvería a verle Al fin y al cabo, era un conquistador Había venido, había vencido y se iba triunfante Pero Marcello nunca ha dejado de sorprenderme A lo largo de estos nueve años ha regresado siempre que le ha sido posible, a veces, conduciendo toda la noche para estar juntos unas pocas horas Es un hombre aferrado a los placeres de la dolce vita Fumamos, bebemos, comemos, reímos y follamos como si fuéramos a morir mañana Y debo decir que no permite siquiera que le invite a un miserable café Jamás olvida mi cumpleaños Y nunca me han faltado sus rosas por San Valentín Y es que Marcello es un auténtico profesional